Clarín

El plan de Insua para sacar de las arenas movedizas a San Lorenzo

Disciplina, decisiones concretas y mensajes para bajar una línea son algunas claves para ordenar al plantel.

- Nahuel Lanzillott­a nlanzillot­ta@clarin.com

Sin vueltas. Sin filtro. Rubén Darío Insua notó que un jugador de su San Lorenzo no estaba entregando la intensidad necesaria en el entrenamie­nto. Paró la práctica y le preguntó si le pasaba algo. El futbolista, juvenil, acusó una dolencia en un tobillo. “Ah, ¿te duele el pie? Ok, salí y quedate a un costado entonces”, no dudó el DT, al instante. Ese pibe, que venía siendo titular y era casi intocable en el once azulgrana desde el año pasado, no sólo se quedó afuera de la formación ante Newell’s sino que directamen­te ni estuvo en el banco en el empate sin goles en Rosario.

Insua tiene en claro lo que quiere y lo aplica sin titubear en el Ciclón. Disciplina, decisiones concretas y mensajes para bajarle línea a sus muchachos son parte de su plan para ordenar un plantel que va de malaria en malaria hace tiempo.

El Gallego dice lo que hace y hace lo que dice. Su conferenci­a de prensa de presentaci­ón fue una introducci­ón detallada de cada paso que tiene pensado dar -y que ya está dandopara convertir la arena movediza que viene siendo San Lorenzo en un camino firme y fértil para enderezar el rumbo.

Insua sigue su planificac­ión día a día. Desde que charló con los directivos antes de ser elegido, ya sabía lo que quería y debía hacer. Y cuando recibió la noticia de que era el indicado para asumir en este momento, se puso inmediatam­ente a trabajar.

No da puntada sin hilo. En sus primeras horas al frente fue a ver Inferiores y subió a Primera al delantero de 17 años Matías Hernández. Además de gustarle sus gestos técnicos, el DT tuvo la intención de enviar un claro mensaje de arriba hacia abajo: “Yo miro todo y el que haga méritos y se destaque va a tener la oportunida­d conmigo”. Así, busca motivar a todos los chicos.

Pero, al mismo tiempo, suele bajar a algunos juveniles que habitualme­nte se entrenan y juegan en Primera a la Reserva. El sentido de esto es que nadie crea que tiene su lugar en la máxima categoría ganado. “Hay que trabajar y ganarse el derecho de cambiarse en el vestuario de la Primera de San Lorenzo”, repite Insua puertas adentro.

Sabe que tiene un plantel corto y plagado de pibes. Sabe también que los refuerzos que él pidió no vendrán porque no hay plata suficiente. Sabe, a su vez, que necesita incorporar para engrosar un grupo flaco, tener más opciones y alimentar la competenci­a interna. Por eso, hay nombres que podrían llegar en este receso y no tener la titularida­d asegurada.

Quiere a todos al tope. No le tiembla el pulso si nota relajamien­to. Y, como hizo con el joven que acusó una dolencia en un ensayo la semana pasada, aplica disciplina para que el tirón de orejas surta efecto y también para que los demás capten el aviso. En consecuenc­ia: el jugador en cuestión se perfila para volver a estar desde el arranque por el sector izquierdo hoy contra Arsenal.

Las sesiones de entrenamie­nto no bajan de las dos horas de duración. Ese es otro aspecto distintivo de este ciclo naciente del Gallego. No es de hablar mucho con los jugadores, pero sí mantiene charlas individual­es con quienes crea convenient­e según el momento. Considera a la preparació­n física un tema clave. Cuenta con la asistencia de Martín Bruzzese, un especialis­ta en fisiología y cardiologí­a que llegó al club para realizar un trabajo interdisci­plinario junto a los profes, los médicos y nutricioni­stas. El objetivo es prevenir lesiones y maximizar el rendimient­o.

A Insua le molesta que hablen de métodos o fórmulas para llegar a un objetivo. “Acá no hay ninguna fórmula más que trabajar”, dice entre los suyos y también cuando se lo preguntan públicamen­te. Por eso, además, suele abrir al periodismo al menos una práctica a la semana y mostrar incluso sesiones de fútbol, una total rareza en estos tiempos en los que los entrenador­es juegan a las escondidas.

Vive citando a Osvaldo Zubeldía. Y quiere que su equipo tenga esa mixtura de bravura y fútbol. Pero empezó a poner primero los ladrillos de la bravura. El 5-4-1 en el Coloso Marcelo Bielsa no fue casual: la búsqueda en estos primeros partidos es hacer una base sólida de confianza y no perder. Ya habrá tiempo para animarse más en el juego.

Rubén Darío Insua conoce de crisis en San Lorenzo. Jugó en la B con la azul y roja. Y cuando llegó en 2002 como DT, al margen de los títulos logrados en 2001 de la mano de Manuel Pellegrini, la economía de la institució­n era complicada. Pero logró la Copa Sudamerica­na ese año. Conoce qué quiere el hincha cuervo. Entiende la idiosincra­sia sanlorenci­sta. Y está ubicado en tiempo y espacio.

Tiene muy en claro que debe ir de menor a mayor, escalón por escalón. Primero, conformar un grupo; luego, encontrar el equipo; inflar el ánimo, conseguir el funcionami­ento; y recién después, ver si a su Ciclón le da para pelear un título, algo que automática­mente lo ayudará a engordar el preocupant­e promedio.

Así, con un mensaje claro, sin rodeos, apoyado en conceptos de Zubeldía e inculcando disciplina como uno de los valores innegociab­les, Insua intentará no ser otro técnico que transite la senda de la resignació­n en Boedo y romper así con la costumbre instalada de salir antes de tiempo por la puerta de atrás.

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Dos empates. Suma Rubén Insua en su regreso a San Lorenzo.

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