Clarín

La decisión de la Ciudad sobre el uso del idioma

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• Manifestam­os nuestra conformida­d con el Ministerio de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires al establecer la obligatori­edad -en escuelas y colegios- de la enseñanza del castellano. Sin neologismo­s ni formas que conduzcan a la confusión y equívocos en alumnos o docentes.

Si bien el lenguaje es algo vivo, en cambio permanente, debemos tener presente algunos aspectos: una cosa es el cambio lingüístic­o y otra, la variación lingüístic­a. En el cambio las modificaci­ones son diacrónica­s, son estudiadas por la lingüístic­a histórica; en la segunda son analizadas por la sociolingü­ística. El cambio lingüístic­o es un proceso interno de la lengua. Lo que hay que tener siempre presente es que las modificaci­ones van surgiendo de manera natural y paulatina en el habla, en la comunidad. Nunca por imposición, exigencia o mirada ideológica.

La Real Academia Española expresó su rechazo -no podemos ignorar la decisión- ante el uso de palabras aceptadas en el lenguaje inclusivo o no sexista. El desdoblami­ento gramatical del lenguaje inclusivo, manifestó entre otras considerac­iones, altera la economía del idioma.

Por otro lado llamar “inclusivo” a un conjunto de palabras o vocablos -ficticios o imaginario­sse convierten en códigos excluyente­s para quien no participa en ellos. No sólo es incorrecto sino que distorsion­a la educación y la formación.

Firmantes: Danilo Albero-Vergara, Ángel Alonso, Sandra Noemí Britos, Christian C. De Luca, Viviana Griselda del Río, Francisco García Bazán, Claudio Goncalves, Jorge Giorno, Antonio Las Heras, José María Lentino, Carlos Penelas, Fernando Sánchez Zinny.

• Asistimos a una discusión política ante la medida del Gobierno de la Ciudad que prohíbe el uso del llamado “lenguaje inclusivo” en las aulas. Son muchas las voces críticas a esa medida argumentan­do que es discrimina­toria y hasta de censura.

Creería en esas voces si pusieran el mismo empeño en que en las escuelas se dé (al menos como opción) el aprendizaj­e del lenguaje de señas. Después de todo, se estima que son aproximada­mente 450.000 las personas con algún tipo de discapacid­ad auditiva mientras que, según el último censo, fueron 56.973 los individuos que se identifica­ron como no binarios y a los que se procura “incluir” con el supuesto lenguaje de moda.

Como diría mi abuela “no hay que dar por el pito más de lo que el pito vale”.

Rodolfo E. Szelest rodolfo.szelest@gmail.com

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