Clarín

El lenguaje inclusivo

- Mariana Iglesias miglesias@clarin.com

El lenguaje inclusivo se plantea no sólo salir del masculino genérico sino también del binarismo masculino/femenino. La Ley de Identidad de Género cumplió una década en mayo. Desde hace un año se entregan documentos X para personas no binarias que así lo soliciten. Es decir, desde el Estado, las leyes, la Justicia y la sociedad se reconoce este derecho. Sin embargo, autoridade­s porteñas decidieron prohibir parte del lenguaje que representa este derecho.

Quienes están al frente de aulas de todos los niveles de enseñanza en institucio­nes públicas y privadas de la Ciudad no pueden usar la E ni la X ni la @. “El Ministerio podrá amonestar o apercibir y, dependiend­o de los antecedent­es y/o la gravedad deberá iniciar un sumario administra­tivo que puede derivar en una suspensión y el correspond­iente descuento de esos días”, explicaron. Desde hace años distintos organismos y casas de estudio promueve el uso del lenguaje inclusivo. También hay muchas empresas privadas que lo hacen porque entienden que la inclusión no sólo es cuestión de derechos humanos sino también un tema estratégic­o. Naciones Unidas tienen varias guías que enseñan y están pensadas para crear entornos que “abracen la igualdad, erradiquen los prejuicios y sean inclusivo”. El lenguaje inclusivo nunca se ciñó a la E, ni a la x ni a la @. Es mucho más profundo y complejo. Quedarse con estas tres letras es producto del reduccioni­smo maniqueo de grupos que minimizan reclamos, conquistas y derechos. Desde el anuncio porteño se multiplica­ron los argumentos en contra de la medida y de la prohibició­n: se han pronunciad­o desde lingüistas del Conicet hasta la junta departamen­tal de la Carrera de Letras de la Universida­d de Buenos Aires. Escritores juntaron cientos de firmas en una petición de change.org. También hay un amparo en la Justicia contra esta medida y un pedido de informes al Ministerio. La pregunta es ¿en qué datos se basaron para afirmar que la E, la X y la @ dificultan el aprendizaj­e? La filósofa Diana Maffía, a cargo de los textos pedagógico­s de lenguaje inclusivo, fue la primera en criticar la medida. No parece haber argumentos sólidos. Será que el objetivo era otro: instalar una postura prohibicio­nista, cercana a grupos y electores contrarios a la inclusión en general. Pero ahora Acuña parece retroceder. ¿Será que tanta dureza midió mal?w

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