Es capitán de un barco, tiene cáncer y lo acusaron de ladrón para echarlo
Juan Pablo Martorell trabajaba en una empresa que hace avistajes de ballenas en Chubut. Ahora imputaron al dueño de la compañía, Héctor Resnik.
Juan Pablo Martorell tiene 43 años y dos hijos: Victoria (de 14 años) y Gael, de 7. En julio de 2021 estaba por ingresar al quirófano, cuando recibió una noticia que no esperaba: su casa de Puerto Pirámides, en Península Valdés, Chubut, había sido allanada por una denuncia de un supuesto robo de herramientas.
Capitán de un barco que hace avistajes de ballenas para turistas, Martorell estaba en Córdoba, su provincia natal, después de que le diagnosticaran un cáncer de tiroides, con algunas complicaciones serias que llegaron a poner en duda la suerte que podría correr en la operación.
“Tuve una charla con los médicos antes de la intervención. Me dijeron que iba a ser complicado porque estaba comprometida la arteria aorta. Me dieron a entender que la cosa era tan seria que podía no volver de la operación. En ese momento es cuando tu cabeza comienza a funcionar de otra manera porque no sabés si te vas a volver a levantar. Es difícil de explicar. Y, además, lo del allanamiento”, cuenta Juan Pablo a Clarín.
Lejos de abatirse, el capitán se hizo fuerte ante la tempestad. “Fue algo que me golpeó muy fuerte, pero también me decidió a enfrentarlo con toda la entereza. Como que me dio más fuerza, quería seguir viviendo por mis hijos, por toda la gente que quiero. Todo salió bien, pero hay veces que ni quiero recordarlo”, reconoce.
Juan Pablo vive en Puerto Madryn y está desocupado. Con su familia completa (recompuso la relación con la madre de sus hijos, de quien estuvo un tiempo separado) está enfocado en su salud, en salir de una vez por todas de lo que considera una de sus pesadillas. “Y te comento una, quizá la más dura. Pero no tengo dudas de que tuve otra y fue todo lo que me pasó con este señor. A veces no lo puedo creer. Pero es lo que me tocó. Y, así como hago con la enfermedad, aquí estoy enfrentándolo”.
Martorell fue, durante catorce temporadas, empleado de la empresa propietaria del semisumergible Yellow Submarine, una embarcación que realiza avistajes de ballenas en Puerto Pirámides. Es una atracción porque pueden verse los cetáceos a través de un vidrio, mientras están en el fondo del mar. Era capitán de ese barco imponente, perteneciente a la empresa de Héctor “Tiño” Resnik, un conocido empresario del sur del país.
Resnik se enteró de que Martorell padecía una enfermedad oncológica y, según la Justicia, quiso librarse de él sin pagarle indemnización. Por eso -y contando con la complicidad de un policía- denunció a su empleado por un supuesto robo de herramientas del galpón de la empresa.
Esta versión nunca convenció a los fiscales, que comenzaron una investigación. Y, como publicó Clarín el miércoles pasado, la jueza Patricia Azaro imputó a Resnik por “falsa denuncia” y fijó un plazo de seis meses para completar la investigación.
“Yo tenía puestos de responsabilidad en la empresa, además de ser el capitán del barco, para lo cual me había capacitado. También desempeñaba otras tareas jerárquicas, pero la relación con Resnik se comenzó a resquebrajar antes de empezar la pandemia, cuando se negaba a pagar premios que nos correspondían y sueldos en verano, cuando las ballenas no estaban y la actividad tenía una baja”, contó Martorell.
La intención de Resnik era “despedirme con una causa justa y así no tener que pagarme la indemnización. Ni los sueldos durante el tiempo que durara mi internación por el cáncer de tiroides que me había afectado”.
Fue entonces cuando el empresario hizo una denuncia en la comisaría de Puerto Pirámides sobre el hurto de elementos de los galpones de su empresa de avistajes y sindicó a Martorell
Según la Justicia, el empresario Resnik quiso despedir a Martorell sin pagarle indemnización.
como el autor. “Era la mejor manera de sacarme de encima sin pagarme”, dijo el capitán.
Cuando llegó la pandemia y, durante largo tiempo, el trabajo fue nulo, el empresario no pagó los premios y, “quería hacer firmar las renuncias al personal. Nos opusimos”, sostiene Martorell. Fue cuando comenzó la batalla, en la cual Resnik realizó la denuncia por el supuesto robo. “Hasta llegué a comprobar que tenía años de trabajo sin los aportes para la jubilación. Nunca pensé que podía hacerme esto”, recuerda Martorell.
De a poco, las sospechas que tenían de los fiscales Alex Williams y Juan Pablo Santos fueron transformándose en pruebas concretas. Los agentes judiciales tomaron la posta del entonces jefe de la Fiscalía de Puerto Madryn, Daniel Báez (quien actualmente integra el Superior Tribunal de Justicia de la provincia), quien, en aquella oportunidad, manifestó a Clarín en referencia al caso: “repugna a las más elementales reglas humanas la conducta de Resnik”.
El empresario también explota turísticamente la zona del Parque Nacional Los Glaciares, en El Calafate, Santa Cruz. Es allegado a la familia Kirchner y aseguran que es ladero de Pablo Grippo, uno de los arquitectos preferidos de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y quien construyó el hotel Los Sauces, involucrado en hechos de corrupción que rodean a la familia Kirchner.
Martorell espera que se haga Justicia, tanto en el juicio por la falsa denuncia como en la demanda laboral que inició y de la que tuvo el miércoles una de las primeras audiencias. “Mi vida ahora pasa por otro lado después de mi problema de salud. Estoy enfocado en otras cosas, tengo otras prioridades. Pero no por eso voy a abandonar esta otra lucha: quiero que se haga justicia”, finalizó.