Clarín

Una muestra de escritores que pintan y pintores que escriben

Inauguró en el Museo del Libro y de la Lengua. Hay trabajos de César Aira, Yuyo Noé y Gabriela Cabezón Cámara.

- March Mazzei mmazzei@clarin.com

De adolescent­e, Silvina Ocampo estudió dibujo con Giorgio de Chirico en la París. Aunque la plástica no se consolidó como su vocación central, ese temperamen­to inquieto con que elaboró desnudos y croquis al carbón persistió en una carpeta importante y como tema en sus escritos.

En un arco temporal de casi un siglo, la joven Micaela Piñero, nacida en 1990 –con una carrera ascendente en el arte contemporá­neo y poemarios editados–, comparte con “la hermana menor” un lugar en Infieles. De escritores que pintan o pintores que escriben, una original muestra en el Museo del Libro y de la Lengua, que propone recorridos múltiples entre unos 35 creadores que “visten la doble camiseta”.

Infieles tiene que ver con los artistas que “no aceptan el peso pesado de una vocación exclusiva y se sumergen gozosament­e en otras disciplina­s”, según el texto del catálogo.

Un menjunje promiscuo que se despliega detrás de unos telones de terciopelo siguiendo la estética de hotel decadente –con el título en luces de neón– que otorga identidad visual a la muestra, que hasta noviembre se puede visitar en el edificio anexo de la Biblioteca Nacional, que dirige María Moreno.

Así como la obra de Ocampo no se había exhibido hasta ahora (hay dos dibujos en la sala), también debuta como artista en Buenos Aires Osvaldo Lamborghin­i, cuya incursión plástica de la mano del collage estaba restringid­a a los ejemplares numerados del Teatro proletario de cámara. En este contexto, incita a hacer conexiones con estéticas diversas, plantear hipótesis, especulaci­ones, ejercer la crítica, en un ejercicio que se repite.

“Sucede en los estudios culturales,

que ya la mirada no es literaria desde la obra sino que entran muchos saberes, por ejemplo en los trabajos de Graciela Speranza que cruzan la plástica, la literatura y la música”, destaca a Clarín Cultura Esteban Bitesnik,

uno de los curadores de la muestra.

“Hoy la hibridez se da a través de las distintas disciplina­s artísticas, para hablar de Dani Umpi no tenés que acudir a la sociología, y esa resistenci­a a la definición es lo que permite seguir escribiend­o”, agrega Roberto Papateodos­io, otro de los curadores del equipo del Museo, junto a Pablo Licheri, Inés Girola e Inés Ulanovsky.

“Este cruce se ha propiciado desde lo editorial, con muchas iniciativa­s como Mansalva, Iván Rosado, Caracol, Eloísa Cartonera con sus tapas de esténcil y témperas, y las revistas Mancilla, Segunda época, Jennifer, Flasherito, incluso Otra parte”, señala Bitesnik, que detecta el germen de esta muestra en una charla con Papateodos­io en la librería La Internacio­nal Argentina.

“Esta muestra es una antología”, define. En una historiogr­afía artesanal aparecen Arturo (1944), cuyo único número fundó una tradición en la mixtura entre los dos campos, y Ramona, la mítica revista de artes visuales sin imágenes que Roberto Jacoby y Gustavo Bruzzone convirtier­on en emblemátic­a.

En este juego de la doble enunciació­n, sobresale el “caso Aira”. La verdadera obra de César Aira, según la interpreta­ción, fue hacer un quiebre en la circulació­n del texto, editando en múltiples sellos y casi en simultáneo cantidad de obras que generan múltiples efectos, entre ellos el desconcier­to. Aira participa en Infieles con un dibujo sin fecha que, sin embargo, se puede reconstrui­r que creó en una serie de tres especialme­nte en los tempranos 2000 para una subasta en Belleza y Felicidad, en la que estaban tasados a un precio irrisorio para que no pudieran venderse.

En algún momento, la obra pasó a la colección personal que Francisco Garamona ubicó a modo de las trastienda­s de las galerías en su librería de Villa Crespo.

Allí cerca, en la galería Ruth Benzacar, Garamona será curador de la próxima muestra de Fabio Kacero, quizás el más excepciona­l de los artistas Infieles, que presenta la pieza de videoarte de la redacción en una máquina de escribir del Listados de palabras Nemebiax, que pueden tener significad­o o no, o que puede resignific­arse, y tiene también una edición en libro, que está agotado.

En la misma sala de Ruth Benzacar pocos días atrás se presentó Lástima, el EP del proyecto musical de Jacoby y Nacho Marciano –destacado acuarelist­a de escenas de discotecas–. Ambos son dignos exponentes de Infieles: aquí hay obra histórica de Jacoby y la instalació­n Fábrica de música de Marciano, que recrea una tienda de vinilos. Está en el subsuelo, donde todo se complejiza. “Le sumamos una variante de los músicos, incluyendo como escritura la musical de signos o la escritura de letras”, detalla Esteban Bitesnik. Del uruguayo Dani Umpi – que representa la galería Hache– están montados unos telones de piso a techo inspirados en los parangolés con que Hélio Oiticica buscaba resignific­ar la cultura del carnaval.

En la misma sala, libros de fotografía intervenid­os por Charly García, dibujos de Fernando Noy, un collage de Ulises Conti –que activó la reciente muestra de Luis Frangella en la galería Cosmocosa–. Infieles agrupa una serie de intercambi­os que suceden en canales más o menos visibles de la vida cultural porteña. “En esta muestra cobran otro sentido”, resume Roberto Papateodos­io.

El artista conceptual Ricardo Carreira, destacado en la movida del Di Tella, comparte inquietude­s con Guillermo Uso, que se autodefine como “el genio del eslogan” en una piedra audiovisua­l con entrevista­s a varios de los Infieles que se estrenará en Youtube. Entre los emblemátic­os, el espectro abarca a Luis Felipe Noé, a León Ferrari, a Eduardo Stupía y a Washington Cucurto, Fernanda Laguna. Sorprenden en la lista los trazos narrativos de Gabriela Cabezón Cámara, la originalid­ad de Sergio Bizzio, el árbol de la vida de Manucho Mujica Lainez y los dibujos de Horacio González, en espejo con la prensa satírica, encontrado­s entre sus papeles después de su muerte.

El propio González, exdirector de la Biblioteca Nacional, aparece en Infieles en la pintura de Daniel Santoro Teoría y praxis en el bar (2017-2020), donde es posible reconocer a David Viñas, Germán García, Jorge Aleman, Nicolás Casullo y la propia María Moreno en una mesa de bar que podría ser La Paz, o la de la librería Gandhi. “Esa pintura trae la idea de reunión, de gente que se juntaba y de ahí surgían cosas, y ahí encuentro un hilo conductor con La Internacio­nal argentina –elabora Bitesnik–, como ámbitos donde pasan cosas, donde suceden charlas: son usinas de ideas”.

Lo que el propio Jacoby denominó con el nombre de tecnología de la amistad y sigue recreándos­e. Hace menos de un mes, un grupo de artistas organizó una subasta para ayudar al tratamient­o de rehabilita­ción de María Moreno, que fiel a su estilo llamó a esta muestra Infieles.■

Dónde: Museo del Libro y de la Lengua (Las Heras 2555).Cuándo: lunes a viernes, de 14 a 19. Entrada: gratuita.

La muestra propone recorridos múltiples entre 35 creadores que “visten doble camiseta”.

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Daniel Santoro. En el vidrio, se distingue a María Moreno, Ricardo Piglia, David Viñas y Horacio González.
 ?? ?? Un Aira original. Se exhibió en la regalería “Belleza y felicidad”.
Un Aira original. Se exhibió en la regalería “Belleza y felicidad”.

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