Sin un Mundial que los unifique, son cinco los mejores, libra por libra
Son el japonés Inoue, los estadounidenses Crawford y Spence, el ruso Bivol y el ucraniano Usyk.
La mayoría de los deportes cuentan con torneos mundiales en los que se enfrentan los seleccionados, clubes o atletas más destacados de cada disciplina y que permiten establecer quién es el mejor en cierto momento. Si bien no barre completamente con las discusiones, ese sistema otorga un veredicto basado en un criterio desapasionado. En el boxeo eso no existe: decenas de campeones distribuidos en 18 categorías y reconocidos por cuatro organismos rectores mantienen vivo un debate pleno de subjetividad y que nunca termina de saldarse: ¿quién es el número 1?
Si bien los rankings no oficiales (pero muy observados) de los mejores libra por libra del planeta se actualizan constantemente, un resultado fogoneó la controversia en las últimas semanas: la derrota ante el ruso Dmitry Bivol del mexicano Saúl Canelo Alvarez, el boxeador más taquillero quien, hasta entonces, era considerado por gran parte de la crítica como el mejor de todos tomando todos los pesos.
Tres hombres ostentan los cinturones de los cuatro organismos en sus divisiones: el propio Alvarez, que reina entre los supermedianos (su derrota ante Bivol fue en mediopesado), y los estadounidenses Jermell Charlo (superwelter), vencedor del matancero Brian Castaño, y Devin Haney (ligero). Hasta hace un mes también era campeón indiscutido el escocés Josh Taylor (superligero), pero la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) le quitó el reconocimiento por negarse a defender su título ante el retador obligatorio, el dominicano Alberto Puello.
De todos modos el criterio para evaluar a los boxeadores y posicionarlos en el volátil escalafón del peso por peso no se basa sólo en los cinturones sino también en el nivel de los oponentes con los que cada uno se enfrentó y el rendimiento en esos duelos de la más alta exigencia. Por eso, casi nadie considera a Charlo, Haney o Taylor el mejor de la actualidad.
Uno de los púgiles que lleva un lustro en el podio (o sus alrededores) dio el martes un golpe de escena que lo encumbra. Es el japonés Naoya Inoue, quien en menos de cinco minutos de acción demolió a un adversario de primera línea, el filipino Nonito Donaire, y se quedó con los cinturones de la AMB, el Consejo Mundial de Boxeo (CMB) y la Federación Internacional de Boxeo (FIB) de los gallos.
Con un estilo que combina inteligencia, precisión y una potencia que no se resintió con el ascenso de la categoría, Inoue, ex campeón minimosca y supermosca, barrió las divisiones chicas. En su camino encadenó 23 victorias y permitió que sólo tres rivales escucharan las tarjetas de los jueces. Entre sus vencidos se encuentran nueve campeones o ex campeones mundiales. Uno de ellos fue el chubutense Omar Narváez, quien ante el Monstruo Inoue sufrió la única derrota categórica de su carrera: fue derribado cuatro veces en menos de dos asaltos.
Con un nombre poco conocido para quienes no siguen el boxeo con asiduidad, el estadounidense Terence Crawford también tiene motivos para reclamar su lugar entre los cinco mejores del planeta por su presente y por una carrera impecable en la elite desde que ganó su primera pelea mundialista en marzo de 2014 frente al escocés Ricky Burns por el cetro ligero de la Organización Mundial de Boxeo.
Fue campeón indiscutido de los superligeros (reunió los cuatro cinturones al vapulear al namibio Julius Indongo en agosto de 2017) y desde junio de 2018 es el propietario de la corona welter que logró ante el australiano Jeff Horn y conservó cinco veces.
Bud Crawford es un boxeador explosivo que maneja muy bien las dos guardias (una rareza en el boxeo), que ganó sus 38 contiendas profesionales y que terminó 29 de ellas antes de la distancia pactada. Entre los que claudicaron ante él están campeones como el cubano Yuriorkis Gamboa, los ingleses Amir Khan y Kell Brook y su compatriota Shawn Porter, su último adversario, a quien noqueó en noviembre en Las Vegas.
Una de las críticas que lo acompaña es no haber enfrentado a algunos de los mejores exponentes de la división. Por ello, él responsabilizó a su ex promotor Bob Arum, a quien terminó demandando con acusaciones de racismo incluidas. Ya sin el acompañamiento del veterano Arum, Crawford intenta concretar un duelo con otro de los mejores de la actualidad: Errol Spence, quien es el campeón welter de la AMB, el CMB y la FIB. Si las negociaciones llegan a un buen puerto, antes de fin de año se concretará el esperadísimo combate que consagrará al rey de las 147 libras y encumbrará al ganador incluso al podio de los mejores boxeadores del mundo.
Aquello que en la carrera de Crawford todavía algunos colocan en la columna del debe, en la de Spence es un activo evidente: desde que se consagró campeón de la FIB en mayo de 2017 noqueando a Kell Brook en su tierra, seis de sus siete combates mundialistas fueron frente a campeones o ex campeones, y algunos muy destacados: frente a él perdieron Lamont Peterson, Mikey García, Shawn Porter, Danny García y Yordenis Ugás.
Spence, invicto en 28 contiendas (con 22 triunfos categóricos), debió atravesar dos situaciones sumamente complejas antes de llegar a su presente venturoso. En octubre de 2019 sufrió un escalofriante accidente vial en Dallas que casi le cuesta la vida. Y el año pasado, unos días antes de enfrentar al filipino Manny Pacquiao, le fue detectado un desprendimiento de retina en el ojo izquierdo por el que debió someterse a una operación de urgencia.
También Bivol se ganó su derecho a estar en la conversación de los mejores a partir de aquel triunfo ante Alvarez. Hasta su noche de gloria del 7 de mayo en Las Vegas era un muy sólido campeón de los semipesados. Había conseguido en 2016 el título de la AMB (que primero lo había reconocido como interino, luego como monarca regular y finalmente como supercampeón) y lo había defendido 10 veces (seis en Estados Unidos) ante rivales reputados como el cubano Sullivan Barrera, el haitiano Jean Pascal y el estadounidense Joe Smith. La victoria ante Alvarez lo hizo dar un salto inmenso que deberá ratificar cuando le otorgue la revancha al pelirrojo.
El boxeador nacido en Kirguistán, nacionalizado ruso e hijo de padre moldavo y madre sudcoreana es dueño de una buena velocidad y movilidad para la categoría y de una notable defensa: según el sistema de puntuación Compubox es el púgil de primera línea que recibe el menor porcentaje de los golpes lanzados por sus rivales (13,1 por ciento). Si algo le juega en contra, sobre todo a la vista, es su bajo porcentaje de nocauts: sólo ganó 11 de 20 combates antes del límite y sus últimas siete contiendas se resolvieron a través de las tarjetas.
La categoría reina del pugilismo, que ya no cuenta con Tyson Fury (¿cumplirá su promesa del retiro?), también anota un nombre entre los cinco mejores del planeta: Oleksandr Usyk. El imbatido ucraniano, que en 2018 llegó a ser el campeón indiscutido de los cruceros, logró asentarse entre los pesados incluso con un físico pequeño en el reino de los gigantes y en septiembre dio el campanazo al destronar al inglés Anthony Joshua ante 66.267 espectadores en el estadio Tottenham donde juega de local en la Liga Premier de fútbol el club del mismo nombre.
El zurdo campeón olímpico en Londres 2012 es un estratega, tiene un muy buen juego de piernas y una técnica pulida durante sus años como aficionado. Además cuenta con un notable temple que le permitió salir victorioso en territorio ajeno en compromisos exigentes: antes de doblegar a Joshua en su casa había obtenido el título crucero de la OMB ante el polaco Krzysztof Glowacki en Gdansk; el del CMB frente al letón Mairis Briedis en Riga; y los de la AMB y la FIB contra el ruso Murat Gassiev en Moscú.
Para mantenerse en la cima Usyk también tendrá que revalidar sus pergaminos pronto: la semana próxima se confirmará la fecha y la sede de la revancha con Joshua, que será en agosto en Medio Oriente según adelantó el promotor Eddie Hearn. Si el desquite se postergó fue porque el campeón viajó a su país pocas horas después del inicio de las operaciones militares rusas y allí permaneció cuatro semanas sin entrenarse.
Junto a esos cinco hombres hay otros que aspiran a recuperar su lugar entre los mejores del mundo como el propio Alvarez, el ucraniano Vasiliy Lomachenko y el veterano nicaragüense Román Chocolatito González. Y también algunos jóvenes en un franco ascenso que sueñan con sumarse pronto al top cinco como los estadounidenses Gervonta Davis, Shakur Stevenson y Stephen Fulton.w
Tres hombres ostentan los cinturones de los cuatro organismos en sus divisiones.