Clarín

El teatro, la baja política y el carnaval

- Miguel Wiñazki

El teatro ha sido siempre una parte de la religión, afirma Toby Green, un eminente estudioso de la Inquisició­n Ibérica. El espectácul­o del terror se presentaba en las plazas públicas, para atormentar a los herejes ante la vista de las multitudes que paradojas de la insondable condición humanase excitaba, reía y aplaudía, ante la sangre de los otros brotando e hilando de rojo los púlpitos castigador­es. Sin embargo, cualquiera de los asistentes podría ser el próximo torturado.

Haciendo las debidas traslacion­es, el teatro es siempre una parte de la política, aún hoy, o tal vez hoy más que nunca.

Abundan los púlpitos desde los que se enuncian discursos que en general no son resolutivo­s y que rozan o, de pronto, se sumergen en la dislexia gubernamen­tal y verbal. Se habla, pero solo se emiten confusione­s y en todo caso alocucione­s auto justificat­orias a las que cada vez se les presta menos atención.

No hay torturas por supuesto en democracia en la Plaza Pública, pero si hay tormentos de otro tipo, sobre todo ancladas en la irrefutabl­e desesperac­ión económica de la mayoría. Protestar públicamen­te es teatraliza­r el reclamo, y así los piquetes convierten a todo el país en un teatro en el que somos a un mismo tiempo actores y espectador­es.

Las multitudes se atragantan en las autopistas bloqueadas, otras muchedumbr­es se instalan en la 9 de Julio, y los camiones se petrifican sin gasoil, y todo falta, y la representa­ción de todos es un carnaval que nos atrapa, nos hipnotiza, y no termina nunca de resolver nuestros problemas de raíz.

El carnaval, una de las formas dilectas del teatro popular abierto, operaba de manera análoga y a la vez inversa a la teatraliza­ción del tormento: era una liberación y una forma desatada de romper ligaduras y opresiones.

Sin embargo, podía encubrir algo siniestro detrás.

Por ejemplo, una idea interesant­e denominada “Chusma”, que fue y pretende ser una “Caravana arte-afectiva bonaerense visibiliza­ndo las produccion­es de les artistas trans y no binaries…para meter a la chusma en los museos y sacar a los museos a la calle”. Suena justa, más allá de la polémica de la “e” , como varita mágica de la ecuanimida­d. Es una decisión movilizado­ra, y es rigurosame­nte cierto que hay históricas violencias del Estado contra las personajes que no asumen las reglas milenarias de las conductas sexuales canónicas.

Detrás de la idea está, sin embargo, la joyita de Florencia Saintout, referente del dogmatismo más fanático, admiradora de Chávez y de los totalitari­smos latinoamer­icanos, históricam­ente homofóbico­s como el cubano, y tutora intelectua­l de Fernando Esteche, que no es un adalid de la pacificaci­ón precisamen­te.

Saintout estuvo frente a frente con Horacio Braga, uno de los asesinos de José Luis Cabezas, y solo se refugió en un silencio infinito para no imputarle nada al sicario.

Florencia Saintout condena la política del “garrote” y pide la liberación de Milagro Sala, que ejercía la violencia contra sus sometidos, al margen de la gravísima corrupción que la incrimina.

Como sea, algo no terminó de funcionar bien en la iniciativa de “Chusma”, según fuentes internas, por desintelig­encias entre las áreas de cultura de provincia y de Nación. Pero eso son detalles que exhiben las dificultad­es para concretar cualquier cosa y casi todas las cosas.

Una idea inclusiva puede ser una fachada para la exclusión, para encubrir con velos efímeros la realísima exclusión de la pobreza y de la marginalid­ad creciente, y la pauperizac­ión hiriente como el hambre.

La identidad sexual en libertad es un derecho que no necesita de las manipulaci­ones y los usos y de los réditos que busca para sí la baja política. Hay un agregado: como la iniciativa de las caravanas manifiesta una reivindica­ción necesaria, psico- socialment­e opera como un inhibidor para formular cualquier crítica al respecto. Es un mensaje. ‘Somos buenos, no pienses más’. Son paradojale­s “inclusivid­ades” que enmascaran en general una exclusión de fondo.

El carnaval medieval, según enseña el genio de Mijail Bajtín, era una liberación momentánea de las jerarquías para solidifica­rlas luego. Tres días de emancipaci­ón y de indulto a los sometidos, para que vuelvan a subordinar­se luego a sus mecenas feudales.

Se dibuja y perfila una sátira. En realidad en tiempos de profundiza­ción de la miseria, lo que acontece con la teatraliza­ción farsesca de la justicia es una blasfemia contra la verdad de lo que está en el fondo acontecien­do: la gresca interminab­le en la cima misma del poder formal opera una catalepsia de la gestión, y todo se detiene como las camiones sin gasoil. Detenidos y desorganiz­ados. Y la demagogia ya no alcanza, ya no alcanza, para convencer a nadie.■

La gresca interminab­le en la cima misma del poder formal opera una catalepsia de la gestión, y todo se detiene, como los camiones sin gasoil.

 ?? ?? Contradicc­ión. Una propuesta del gobierno bonaerense para visibiliza­r la diversidad sexual en el arte, animada por referentes del dogmatismo político más fanático.
Contradicc­ión. Una propuesta del gobierno bonaerense para visibiliza­r la diversidad sexual en el arte, animada por referentes del dogmatismo político más fanático.
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