El error de pedir sin negociar
Si Alberto Fernández buscaba un golpe de efecto con la cuestión Malvinas, siempre tan sensible en la Argentina, lo logró. Su reunión de ayer con Boris Johnson encontró grandes títulos en los medios nacionales, un buen tráfico de lectores y por lo tanto más tiempo de duración entre los primeros temas del día de los medios.
Pero si hay que calificar la diplomacia de la administración Fernández, pocas veces se ha visto semejante error. Una oportunidad perdida.
Siguiendo sólo el relato argentino de cómo fue la reunión se refleja una actitud presidencial compadrita, sin preparación sobre lo que debería ser una agenda larga, compleja, con temas previamente estudiados, negociados para llegar a una mención del conflicto. En este caso el largo reclamo argentino de soberanía.
Fernández hizo la vista gorda -lo que se podría pedir renegociar pero no eludir ahora porque es un hecho legal- a la reconocida fórmula del "paraguas de soberanía" firmado por Argentina y Reino Unido entre 1989 y 1990 a través incluso de declaraciones cuando se establecieron los vínculos interrumpidos por la guerra de 1982: por fuera del paraguas se hablan todos los temas, por adentro no.
Para llegar a todo eso, Buenos Aires y Londres sortearon grandes negociaciones diplomáticas con profesionales de primer nivel. Pero Fernández, que emuló ayer a Néstor Kirchner cuando probó en 2003 un grito similar -soberanía ya y vuelos de bandera nacional ya- tal vez tenga algo suerte. Johnson no es precisamente el tipo de líder que enorgullezca a su pueblo y entonces el episodio puede pasar desapercibido en virtud de los otros reclamos pendientes en el Reino Unido. Igualmente, la respuesta del premier fue la misma de todos los que lo antecedieron desde Margaret Thatcher a la fecha: "La soberanía de las Falklands no está en cuestión".