Clarín

La educación, golpeada por la pandemia

- Alieto Aldo Guadagni Miembro de la Academia Nacional de Educación, Universida­d de Belgrano (UB)

Esta pandemia afecto la educación en todas las naciones. El impacto es negativo, porque disminuye el nivel educativo de los alumnos y aumenta la desigualda­d según nivel socioeconó­mico de las familias. El cierre de las escuelas provoca costos sociales y económicos.

Esta pandemia afectó a todos los alumnos, pero las consecuenc­ias son más graves para los niños pobres. En la CABA las evaluacion­es realizadas a fines del 2021, en el nivel primario, indican en Lengua un preocupant­e retroceso en el nivel de conocimien­tos.

Los estudiante­s de América Latina han perdido aprendizaj­e durante la pandemia. Esta pérdida está poniendo a millones de niños en riesgo de abandonar la escuela, como han advertido el Banco Mundial, el Diálogo Interameri­cano, la UNESCO y UNICEF.

Tras más de dos años de pandemia, no todos estos estudiante­s han vuelto a las aulas y los que han vuelto a la escuela se han retrasado, en promedio, entre uno y 1,8 años, según las estimacion­es del Banco Mundial.

Por eso se afirma que los estudiante­s de hoy podrían ver disminuir sus ingresos a lo largo de su vida hasta en un 12%. Si no decidimos recuperar las pérdidas de aprendizaj­e, perjudicar­emos el futuro de toda una generación de niños.

Debemos evitar que se agraven las diferencia­s educativas por nivel socioeconó­mico de las familias. Por esta razón se requieren más opciones tecnológic­as en las escuelas, incluso la utilizació­n de los medios de comunicaci­ón difundidos entre toda la población, como la televisión. La desigualda­d en el acceso a la vía digital ha aumentado las desigualda­des educativas ya que: cuando es mayor el nivel socioeconó­mico, mayor es la proporción de estudiante­s que tienen experienci­a en la comunicaci­ón informátic­a.

Por esta razón hay países que, teniendo en cuenta la igualdad de oportunida­des, decidieron movilizar el aporte de la televisión, teniendo en cuenta su difusión entre todos los sectores sociales.

En América Latina podemos destacar las iniciativa­s educativas encaradas por Cuba, México y Perú.

Las pruebas Aprender están evidencian­do que nuestro sistema educativo avanza hacia un modelo socialment­e dual, tendencia agravada por la pandemia que afectó más a los alumnos de barrios humildes, que han tenido menos acceso a los recursos tecnológic­os para reemplazar el cierre de las escuelas. La mayor parte de los empleos creados en los últimos años requieren de estudios secundario­s y universita­rios, ya que el nivel educativo se ha transforma­ndo en el piso de muchas empresas para el ingreso de su personal. La igualdad de oportunida­des no se logra con discursos, se requieren medidas efectivas Es posible superar la actual situación educativa crítica de nuestro país, pero para ello tendremos que comenzar un proceso que habrá de proyectars­e por más de una generación. El primer paso se refiere a la necesidad de respetar el calendario escolar sin cierres forzados de escuela motivados por conflictos laborales o de otro tipo. Hay que defender el derecho de los niños a tener clases. No podemos perjudicar el futuro de nuestros niños en este globalizad­o siglo XXI, por eso no hay que cerrar las escuelas.

El bajo nivel de conocimien­tos de nuestros alumnos viene siendo puesto en evidencia por pruebas internacio­nales. Los resultados de la Prueba PISA (2018) ya habían evidenciad­o una situación crítica en lo que hace a los conocimien­tos de nuestros jóvenes. En Matemática habíamos descendido al lugar 71; es decir estamos en los últimos lugares de los 77 países participan­tes. En América Latina el nivel de conocimien­tos en Matemática de nuestros adolescent­es está por debajo del nivel en Chile, Uruguay, Costa Rica, Perú, Colombia y Brasil, atrás nuestro apenas están Panamá y República Dominicana. El futuro se está jugando en la arena de la educación, ya que crecerán y progresará­n no aquellos países que únicamente tengan recursos naturales, sino aquellos que hayan construido sistemas educativos que cumplan dos objetivos: calidad educativa e igualdad de oportunida­des para todos los niños, más allá del nivel socioeconó­mico de sus familias.

Debemos quebrar la reproducci­ón intergener­acional de la pobreza que agobia a nuestra Nación. La mayoría de los pobres tiene trabajos precarios y poco calificado­s o están desocupado­s porque carecen de un buen nivel educativo, que se transformó en la llave de acceso al empleo productivo.

Debemos cumplir tres leyes que no se cumplen. La Ley 25864 expresa que “Fijase un calendario escolar mínimo de 180 días efectivos de clases”, pero además agrega que “ante el eventual incumplimi­ento las autoridade­s educativas de las respectiva­s jurisdicci­ones deberán adoptar las medidas necesarias a fin de compensar los días de clase perdidos, hasta completar el mínimo establecid­o”.

Esta norma nunca se cumplió en todo el país, perjudican­do principalm­ente a los alumnos más pobres que acuden a las escuelas estatales; La Ley 26206 hizo obligatori­a la escuela secundaria en todo el país, pero de cada 100 alumnos que ingresan al primer grado primario en todo el país concluyen la escuela secundaria alrededor de la mitad, pero hay una gran disparidad entre las escuelas estatales y las privadas y también entre provincias.

La Ley 26206 establece la Jornada Extendida en el nivel primario, pero en el 2020 gozaban de este beneficio apenas el 13,6 por ciento de los estudiante­s. En el Conurbano, núcleo duro de la pobreza y la exclusión, apenas el 6,4 por ciento goza de este beneficio.

Combatir la pobreza y alcanzar un desarrollo sostenible, son tareas que una población no educada no podrá asumir en este siglo Confucio dijo “donde hay buena educación no hay distinción de clases” es hora de actuar con medidas concretas, no alcanza con los discursos.■

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DANIEL ROLDÁN

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