Clarín

Preso por la muerte de un mapuche, lleva 36 días en huelga de hambre

Martín Fielberg está detenido junto a su socio, acusados de haber matado a un activista en El Bolsón.

- Gonzalo Sánchez gsanchez@clarin.com

Lleva 36 días de huelga de hambre. Ya no le queda grasa corporal y perdió 10 kilos. Consume infusiones y

“glucosas para seguir pensando”.

Pero no ve la salida. Si la situación judicial no varía, dejará de beber. Escribió un mensaje póstumo que su abogado presentó en la Corte Suprema de Justicia. Sostiene que de algún modo está muerto en vida.

Martín Fielberg está preso en Viedma desde hace siete meses, acusado por la muerte de un activista pro mapuche en Cuesta del Ternero, a 30 kilómetros de El Bolsón. También está preso su socio, Diego Ravasio. Organizaci­ones mapuches y organismos del Estado, como el Instituto de Asuntos Indígenas, los señalan como sicarios.

En noviembre del año pasado,

ambos desmalezab­an un campo que había sido usurpado cuando vieron un dron. Les dio miedo. Decidieron irse. Tenían una carabina 22 para cazar liebres. Cuando empezaron a bajar la montaña, 12 encapuchad­os irrumpiero­n en medio del bosque y les cerraron el paso. Eran supuestos mapuches. “De acá no se va nadie”, les gritó uno de ellos y se abalanzó contra Diego, que tenía el arma. Hubo un forcejeo. Se escaparon dos tiros, según consta en la causa. Un disparo mal hirió a Gonzalo Cabrera. No lo mató. El otro tiro dio en la panza de Elías Garay, que murió un día después en el hospital de El Bolsón.

Martín y Diego huyeron a Esquel.

Martín anticipó una pesadilla, por lo que recogió a su familia y la llevó a Comodoro Rivadavia. Quería ponerlos a salvo de una posible venganza (Facundo Jones Huala, prófugo, pediría vengar la muerte de “los weichafé” o guerreros). Se entregaron a la Justicia días después.

El 26 de noviembre, el juez de Garantías Víctor Gangarrosa formuló los cargos de homicidio agravado por el uso de armas de fuego y ordenó la prisión preventiva. Según el fiscal Francisco Arrien, Diego y Martín entraron a la Cuesta del Ternero portando dos armas de fuego y dispararon con intención de darle muerte a Cabrera y Garay y luego, huyeron. Con esa premisa, comenzó a instalarse el relato de los “sicarios asesinos de mapuches”.

El escenario iba a demorar cuatro meses, pero prorrogaro­n la preventiva una y otra vez. Están encerrados la mayor parte del día. Diego no supera los ataques de pánico.

Martin quiere estar con sus cinco hijos y su esposa. “Pónganme una tobillera -dice. Eleven la causa a juicio, definan, pero no me dejen en este limbo. Lo único que me queda es llamar la atención”. Fielberg habla con su teléfono desde Viedma. “Se nos vinieron encima, agarraban el caño de la escopeta. Nosotros sólo nos íbamos a ir”, se lamenta

En la primera declaració­n en sede judicial, tres de los usurpadore­s aseguraron que Diego y Martín les dispararon. Sin embargo, hay una segunda declaració­n donde las mismas tres personas coinciden con lo dicho por los acusados. Pero Martín y Diego siguen presos.

“No nos sueltan porque si lo hacen los mapuches prenden fuego Bariloche y El Bolsón”, dice. Un estudio socioambie­ntal fue última esperanza de Martín. Pero el informe fue adverso, según el acusado. a base de mentiras. Entonces, decidió hacer la huelga de hambre. ■

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En huelga. Martín Fielberg reclama: “No me dejen en este limbo”.

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