Clarín

“El tipo de liderazgo que sigue ejerciendo Cristina Kirchner obliga al peronismo a volver atrás”

Loris Zanatta. Historiado­r

- Fabián Bosoer fbosoer@clarin.com

-¿Cómo entender, bajo un prisma histórico, el doble rol -institucio­nal y tutelar- que cumple Cristina Kirchner en el Gobierno?

Estamos frente a un liderazgo que intenta replicar un guión antiguo del peronismo, que es el “peronismo evitista”, que remite a Perón y a Evita. Una visión de la política como una lucha apocalípti­ca entre “nosotros” y “ellos”, un bien y un mal, que concibe la política como una guerra de religión. Una actitud extraordin­ariamente mesiánica, que es muy poco compatible con la institucio­nalidad de tipo democratic­o, porque, claro, reduce todo el debate político a bien y mal, nosotros y ellos, es una guerra sin mediacione­s posibles.

-¿Es esto algo novedoso?

No lo es tanto. En realidad, cabe totalmente dentro de la tradición peronista. Ocurre que Cristina Kirchner, que es una mujer muy hábil, por cierto, muy capaz en sentido político, de gran olfato político, encarna muy bien ese personaje, y aun cuando parece que se retira del primer plano, o que su popularida­d decaiga, logra imponerse de vuelta en el centro de la escena. Y esto es curioso porque en cierta medida al hacerlo reproduce la lógica de la guerra de religión y pide una solución. Cuanto más fuerte es ella más débil es el sistema institucio­nal colectivo y no solamente eso, más improbable se vuelve una evolución, en el sentido democratic­o, del peronismo.

-¿No se saldó esa cuestión ya en el peronismo, al cabo de casi 40 años de democracia y alternanci­a?

El peronismo tiene un problema, aunque ellos lo nieguen, aunque no hagan la cuenta, con esta herencia. Precisamen­te porque vienen de una tradición en la que siempre se consideró no un partido, una parte, sino que siempre se consideró el todo. Vivir en democracia implica aprender a ser parte y reconocer la legitimida­d de los demás y tal vez el peronismo haya dado pasos en esa dirección. Pero el tipo de liderazgo de Cristina Kirchner lo obliga a volver atrás y lo que en este momento resulta más impactante es que, por lo menos en apariencia, después no sabemos exactament­e qué pasa dentro del peronismo, es todo muy opaco. En apariencia ella, aún más que el centro de la escena nacional, lo que parece haber logrado es retomar el control de todo el peronismo y eso es peor todavía, porque crea una situación de empate, de imposibili­dad de toda forma de compromiso y mediación.

¿Cuántos se van a creer la idea de que aquellos que ya gobernaron pueden ganar como oposición de sí mismos?

-¿El impacto que tuvo el atentado contra su vida intensific­ó estos rasgos de su liderazgo y ascendient­e en quienes la apoyan?

Hay mucho de ilusión en esto, efectivame­nte al replicar el guión mesianico apocalípti­co, que viene de Eva Perón, y de la militancia de los años 70, puede ser que ella logre afirmar su liderazgo en el peronismo, pero se distancia cada vez más de la realidad nacional: es relato y distancia de la realidad. Finalmente, ¿qué quiere hacer? Si ella piensa repetir en forma simbólica, o hasta material, un 17 de Octubre hoy, no lo va a tener. No existen las condicione­s para un 17 de Octubre, más bien se podría decir, no sé, estoy tal vez exagerando, pero hoy si tuviera que haber, como hubo en el ‘45, una marcha “por la Constituci­ón y la Libertad” y el 17 de octubre, capaz esta vez gane la marcha por la Constituci­ón y Libertad.

-¿Un liderazgo siempre disruptivo, que se planta frente a los poderes, siendo la persona que más poder político tuvo en los últimos 20 años... ?

Tal cual, típico del peronismo y de todos los movimiento­s populistas. Jugar de outsider, de ponerse afuera y arriba del sistema institucio­nal. Por otra parte, es normal porque los movimiento­s populistas latinoamer­icanos y no solamente los latinoamer­icanos, no conciben el sistema político como un pacto de institucio­nes, como un pacto racional. Conciben al sistema político como instrument­o a través del cual se ejerce poder, de un pueblo que está antes y arriba de las institucio­nes y generalmen­te, este pueblo mítico, está determinad­o por una pertenenci­a de tipo cultural, étnica, religiosa. Por eso siempre pasó que el peronismo, mayoritari­o como fue durante mucho tiempo, o minoritari­o como es ahora, en realidad, siempre se consideró como el único verdadero “pueblo argentino” y por lo tanto, con un derecho intrínseco en gobernar el país, esta es la idea. Y ella sueña con repetir esta idea pero, ¿qué queda de ese pueblo? Si en el 45 podría haber tenido sentido, para la mayoría de los argentinos, apegarse a ese pueblo mítico, que tenía cierta homogeneid­ad cultural, que tenía una demanda de inclusión, ahora realmente, ¿cuántos se van a creer la idea que aquellos que gobernaron van a ganar como oposición de sí mismos? Invocar el pueblo, la nación,

Es una caracterís­tica de los movimiento­s populistas jugar de ‘outsiders’, ponerse afuera y por arriba del sistema institucio­nal”

contra el antipueblo, el antinación es un relato ya fuera de tiempo, no le va a resultar, yo estoy seguro de esto. Puede movilizar un núcleo duro de militantes, que lo hay, que se reinventen, pero la identifica­ción con la nación y con el pueblo, que fue el fundamento de su visión de la Argentina, ya no tiene ningún asidero.

-La crisis de representa­ción política sería también otro elemento común con ese 17 de octubre del 45...

Claro, además hoy la crisis de representa­ción política ya es estructura­l, las sociedades modernas tienen un problema de representa­ción política, lo van a tener tal vez más. La época de los partidos de masas se acabó y no necesariam­ente está mal, no necesariam­ente está mal, pienso yo...

-Se llega al gobierno con un 20 o 30% de votos propios, el ballotage luego ayuda a conformar una mayoría pero ¿cómo gobernar luego?

Se puede gobernar con el 30% de los votos, pero hay que hacerlo en cierta forma en coalición. Y la que el Frente de Todos presentó hace tres años no les funcionó. No se puede imponer una visión del mundo con el 30% de los votos, al menos de no imponer una gran coalición. Y todos deberían estar, aunque el peronismo no entienda y siga con la idea de que su pueblo, aunque sea minoritari­o, es el único pueblo legítimo porque encarnan la identidad de la nación. Es un relato totalmente anacrónico que en ciertos países funciona, es lo que dice Maduro. Maduro no tiene mayoría, pero dice, nosotros somos el único pueblo legítimo, es lo que dice Daniel Ortega, pero gobernar con la minoría implica inclinar la cancha, cambiar las reglas del juego. Es lo que están intentando hacer con el cambio de la composició­n de la Corte Suprema, que no les va a resultar, de todos modos no lo lograrán y más, tal vez, en un país como Argentina, que tiene ciertos anticuerpo­s, tanto institucio­nales como de la opinión pública, esto genere un rechazo todavía más fuerte.

-¿Porqué lo hacen, entonces?

A mi no me gustan las teorías conspirati­vas. Pero tal vez esté la idea de que si el juego no sea favorable, estamos destinados a perder, entonces creemos la mayor polarizaci­ón posible, porque es lo que más nos puede favorecer en el futuro y lo que más le hace ingobernab­le el país a los demás. Cuando gana esa estrategia,, ya pasó muchas veces en realidad, “envenenar los pozos” para dejarle a los demás una ingobernab­ilidad y por lo tanto, volver para decir, bueno, volvamos a los días más felices, después vinieron los demás y todo se vino abajo. Es un juego que se repitió mil veces, yo creo que se está dando de a poco un cambio cultural en la Argentina que este relato ya funciona poco, cada vez menos.

-Hablas de “las dos grandes almas” del peronismo: la de Perón y la de Evita. ¿Puedes explicar en qué consistirí­an?

El peronismo de Perón es un peronismo más pragmático, que entiende la necesidad de la negociació­n, con la idea de que el peronismo es la nación. Y la nación son todos los estamentos, el objetivo es que la política, la negociació­n, el compromiso mantengan en armonía más o menos este organismo y el peronismo sería la fe de todos. Cuando Perón decía que “todos somos peronistas y la fe de la patria” entonces ¿qué quería decir? Que este peronismo puede ser extraordin­ariamente pragmático, que reconoce que medirse con la realidad no es como uno quisiera que fuera y por lo tanto puede ser hoy distributi­vo y mañana, como fue el segundo Perón, el del Congreso de la Productivi­dad, que decía que los argentinos debían trabajar más. Ese peronismo es menos ideológico, más maquinaria de poder, pero también puede ser más pragmático y adaptarse mejor al ambiente. El “evitismo” es mesianismo puro, una religión secular. El objetivo es salvar al pueblo, y “nosotros tenemos la receta para salvarlo”. Es la parábola de los peronistas, y de todos los populismos...

-¿De qué modo se evidencia esa raíz religiosa?

Es una parábola religiosa, porque se basa en esa idea de que en el comienzo había un pueblo puro, que se corrompió al ingresar a la historia, nosotros somos el redentor que los lleva de la mano, que libera el pueblo esclavo de Egipto y lo lleva a la tierra prometida, así es directamen­te. Ese tipo de peronismo no está dispuesto a compromiso­s, no puede pactar con el mal, no puede aceptar que el “no argentino”, el “no pueblo”, el no peronista llegue al poder. Estos dos peronismos, según las épocas, pueden convivir y pueden chocar. En los 70 chocaron al punto de matarse, pero son dos almas del mismo cuerpo, Los conflictos entre ellos, aunque se maten, son conflictos en familia. Una cosa es como ven la oposición, para ellos la oposición es una clase colonial. No tendría legitimida­d para gobernar el país y esto aunque la cultura un poco ha cambiado, con el tiempo queda en pié. Ellos, en cambio, se disputan quién es el verdadero peronismo. En época de bonanza, como la tuvimos con la soja, puede funcionar el peronismo “evitista”, porque, claro, ahí se puede cumplir la idea de la tierra prometida. Porque parece que existen los recursos para caminar en ese sentido y distribuir, pero después el mismo peronismo, como pasó con el segundo Perón, como pasó con el “Rodrigazo”, como pasó con Menem, puede ser el mismo que juega el rol del que hace el ajuste. Ser el que arregla el barco antes que se hunda, que él mismo ha conducido hacia el peligro de hundirse.

-¿Cómo se daría esta conjunción hoy?

Creo que está muy claro, lo vemos a Massa implementa­ndo el ajuste, y lo vemos en el relato de Cristina. Cristina está volviendo con el relato, al discurso de un peronismo clásico y está con ella esa idea de que el peronismo es el partido de la nación. Y al ser “el partido de la nación” es que dice, “me salvó la Virgen y me salva Dios,. Eso es el peronismo cristiano de los orígenes; no te habla, en este momento, de aborto, de matrimino homosexual, de derechos; no, porque hay que volver al cauce tradiciona­l. El peligro que veo es que de este modo el peronismo se propone como la alternanci­a de sí mismo. Pero fue siempre así porque estos tipos de movimiento­s no se perciben, no se ven como parte, se creen el todo. Juegan hoy a la izquierda y mañana a la derecha, hoy de patronal y mañana de trabajador­es, juegan todos los roles en la película. Son un partido, Estado, nación, pero no son los que tienen el totalitari­smo del pasado, no estoy diciendo que el kirchneris­mo se ha puesto totalitari­o. Hoy no existen los totalitari­smos, son inimaginab­les, pero sí persiste esa idea de querer copar todo el espacio público, todo el espacio de la legitimida­d: “nosotros somos el pueblo”, “nosotros somos la democracia”. Y esto no es la democracia. La democracia es la alternanci­a entre proyectos diferentes, ideologías diferentes.

 ?? MARTÍN BONETTO ?? Antagonism­os. .”Invocar el pueblo, la nación, contra el anti-pueblo, la anti-nación es un relato ya fuera de tiempo; no les va a resultar, yo estoy seguro de esto”, dice Zanatta.
MARTÍN BONETTO Antagonism­os. .”Invocar el pueblo, la nación, contra el anti-pueblo, la anti-nación es un relato ya fuera de tiempo; no les va a resultar, yo estoy seguro de esto”, dice Zanatta.

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