Clarín

Un fenómeno masivo, aunque cada vez menos gente va a la iglesia

- Sergio Rubin srubin@clarin.com

Con la peregrinac­ión juvenil a Luján finaliza este fin de semana una serie de manifestac­iones de fe en todo el país, que vienen confirmand­o que los fieles siguen participan­do masivament­e de convocator­ias religiosas tras dos años de restriccio­nes sanitarias por la pandemia. Alentada por el buen clima, una multitud se puso a peregrinar desde muy temprano – más allá de que el comienzo oficial era a las 10– y evidenció que, a pesar de que las misas no recuperaro­n toda su afluencia, las devociones populares mantienen su vitalidad.

Por el interés detectado en las parroquias y las redes sociales en las últimas semanas, los organizado­res creían que segurament­e este año la peregrinac­ión revalidarí­a su condición de ser la manifestac­ión de fe más grande del país. Sin embargo, el hecho de realizarse en la región menos religiosa del país, donde los conflictos sociales y la famosa grieta se viven con mayor intensidad (la Iglesia y el Papa suelen ser muy criticados), generaba interrogan­tes.

Precisamen­te, las divisiones en la sociedad preocupan a muchos fieles, al punto de que el ruego por la unidad de los argentinos figura entre las principale­s intencione­s que los fieles escribiero­n en el cuaderno de visitas de la Basílica de Luján en los últimos meses. Y, como cada año el ruego mayoritari­o es tomado para el lema de la peregrinac­ión, el de este es: “Madre: míranos con ternura, queremos unirnos como pueblo”.

Los antecedent­es de las últimas convocator­ias eran halagüeños. Ya se había percibido en la Semana Santa, en abril, una importante concurrenc­ia a las celebracio­nes. En julio, la tradiciona­l peregrinac­ión al santuario de Itatí, en Corrientes -que muchos hacen a caballo o en carro- para el 122º aniversari­o de la Coronación de la Virgen, tuvo una asistencia superior a las anteriores, lo cual sorprendió a los organizado­res.

Otra muy tradiciona­l manifestac­ión de fe, la Procesión del Señor y la Virgen del Milagro, en Salta, hace quince días, revalidó su condición de ser una de las más concurrida­s del país. Además, los grupos de peregrinos que bajan de los cerros sumaron 170. Hace pocos años eran 60. Dos fines de semana atrás, la 42º Peregrinac­ión Juvenil a la Basílica de Itatí también tuvo una asistencia masiva.

Aunque no llegó a la cantidad de devotos que hubo en 2016, cuando la Iglesia reconoció las aparicione­s y coronó a la Virgen del Rosario de San Nicolás, una multitud participó el domingo pasado de la festividad y confirmó los niveles de asistencia habituales. Pero no solo las advocacion­es marianas congregan multitudes. La festividad de San Cayetano, el 7 de agosto, también fue muy concurrida.

En una época en que la gente es renuente a movilizars­e, la masiva concurrenc­ia a las celebracio­nes religiosas adquiere más relevancia. La explicació­n de que hay un deseo de congregars­e tras dos años de encierro por la pandemia no convence a muchos analistas, aunque creen que la angustia por la situación económica podría ser un motivo de mayor asistencia.

Eso sí, los expertos destacan que no es el clero el factor convocante, sino la fe. Y, particular­mente, lo que congrega son las manifestac­iones de la llamada religiosid­ad popular. Ciertament­e, los escándalos por los abusos sexuales cometidos por miembros del clero impactan como también el fenómeno global de una cultura muy refractari­a a lo religioso.

En Salta, un conflicto entre el arzobispo y una congregaci­ón de monjas con eje en la devoción a la Virgen del Cerro -más varios escándalos sexualespr­ovocó una menor asistencia a misa. Más aún: un obispo le dijo a Clarín que, en el AMBA, la asistencia a misa tras la pandemia se recuperó en un 60 por ciento. O sea, aún no volvió al templo el 40 por ciento.

Además, las religiones viven un proceso de “desinstitu­cionalizac­ión”: los fieles se relacionan directamen­te con Dios y no observan muchas premisas doctrinari­as, particular­mente en materia de familia y sexualidad. Acaso la expresión “creo en Dios, pero no en los curas” sea la traducción popular de este fenómeno.■

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