Agitada agenda de gobierno en el primer mes de Lula en Brasil
El presidente de Brasil, Lula da Silva, se encamina a cumplir el próximo miércoles su primer mes en el cargo, un aniversario que encuentra a su gobierno con varios desafíos en una agenda agitada por las esquirlas de un intento golpista, una economía complicada y el nuevo papel para su país que el mandatario buscó impulsar en los primeros días en el poder.
En rigor, Lula tuvo poco tiempo para acomodarse al puesto que asumió por tercera vez. Ya el 8 de enero, debió enfrentar la invasión a las sedes de los tres Poderes públicos en Brasilia de miles de seguidores de Bolsonaro, a quien derrotó en un balotaje a fines de octubre pasado, algo que el líder ultraderechista nunca reconocio. Bolsonaro se halla en EE.UU. desde el 31 de diciembre, cuando viajó para no entregar el poder a su rival.
La invasión de miles de bolsonaristas que reclamaron la intervención de las fuerzas armadas contra el gobierno recién asumido fue condenada entodo el mundo. Desde el primer momento, Lula dijo estar convencido de que hubo complicidad interna, tanto de militares como de policías. Y apuntó a Bolsonaro como responsable ya que “pasó cuatro años instigando al pueblo a tener odio” mientras estuvo al frente de Brasil (201922), según dijo en San Pablo.
El tema ocupó a Lula más de la mitad de su primer mes, hasta derivar en una purga contra al menos 58 militares con funciones en la residencia presidencial y luego de haber destituido y abierto investigaciones contra varios jefes civiles. Bolsonaro niega cualquier conexión con los actos violentos en Brasilia, pero es investigado por las autoridades bajo sospecha de instigación.
En paralelo, mientras el nuevo gobierno ampliaba sus denuncias ante la justicia por la asonada del 8 de enero, varias jornadas con mercados alterados y grandes bajas bursátiles subrayaron el hecho de que Lula deberá hacer malabares para expadir el gasto que le permita cubrir una amplia demanda social mientras la economía tiende a enfriarse. Un indicio de los problemas lo dieron las caídas en la Bolsa cuando el presidente ratificó que perforaría el techo de déficit fiscal, que en Brasil está garantizado por ley, afin de conseguir más fondos para financiar eu agenda social.
La deuda pública se sitúa en torno al 76,8 % del PBI con un déficit consolidado del 4,21 % del PIB. El gasto se disparó en los últimos meses debido en parte a los subsidios para pobres y control de precios de combustibles decretados por Bolsonaro, a pesar de que la Constitución prohíbe ese tipo de maniobras en año electoral.
La principal promesa electoral de Lula supondrá una mayor presión en las cuentas públicas, puesto que destinará unos US$ 27.800 millones a ayudas sociales, una partida que excederá el límite presupuestario y obligará a aumentar el endeudamiento. En este contexto, la economía se ralentiza debido a la agresiva política monetaria puesta en marcha para controlar la inflación.
Pese a estos problemas domésticos, Lula ha dejado claro que Brasil quiere volver al liderazgo de la región. Un signo de ello fue la expectativa por su visita a la Argentina hace una semana y luego la cumbre de la Celac, de la que Bolsonaro se autoexcluyó en 2020 por la presencia de Cuba, Nicaragua y Venezuela. En su visita, Lula defendió la presencia de La Habana y Caracas en el foro, a pesar de las denuncias de no ser países democráticos, sumándose a la postura del Gobierno de Alberto Fernández. Finalmente, el venezolano Nicolás Maduro suspendió su viaje.
La visita de Lula abordó el fortalecimiento del Mercosur que enfrenta turbulencias por posibles acuerdos fuera del bloque entre Uruguay y terceros países, como China. También se discutió el eventual establecimiento de una moneda común con fines de intercambio comercial
El mes inicial de Lula se cerró con el acuerdo para que el 10 de febrero visite a Joe Biden, un gesto con el que la Casa Blanca busca reforzar su alianza regional con Brasil.