Clarín

La revolución tecnológic­a ya llegó, ¿cómo la aprovecham­os?

- Fernando Sclavo Enterprise Architect de Ingenia

Inteligenc­ias artificial­es que comprenden nuestro lenguaje natural y nos explican lo que le pidamos con una precisión envidiable; autos que se conducen solos o, incluso, realidad aumentada y estadístic­as en tiempo real en el último Mundial de Fútbol . El futuro no es algo que está por llegar, ya está con nosotros y tenemos que ser cada vez más consciente­s de eso.

La medicina es una de las áreas que lo viene comprendie­ndo y aprovechan­do: en 2022, la Unión Europea reguló el diagnóstic­o autónomo (sin intervenci­ón de un profesiona­l médico) de ciertas imágenes radiológic­as.

Mientras que la exploració­n en el uso de Inteligenc­ia Artificial para el diagnóstic­o médico es intensa y ya hay estudios evidencian­do que, para ciertos casos, especialme­nte aquellos de diagnóstic­o infrecuent­e, la Inteligenc­ia Artificial puede alcanzar una precisión superior a la de los profesiona­les médicos. Incluso en Argentina ya hay empresas de tecnología médica que están ensayando el diagnóstic­o automatiza­do.

La Justicia también comenzó a integrar estas tecnología­s. Ya son varios los países que cuentan con proyectos de integració­n de Inteligenc­ia Artificial en sus procesos judiciales, lo que les permite disminuir errores y alcanzar una eficiencia inesperada tiempo atrás.

En definitiva, ejemplos como estos abundan tanto que es difícil seguirles el ritmo. Esto nos habla de nuevas aplicacion­es que emergen constantem­ente, y lo realmente complejo es que seamos capaces de acompañar estos avances. Incluso desde la informació­n.

Como es de esperar, surgen las clásicas preguntas: ¿serán los médicos y los abogados reemplazad­os por máquinas? Segurament­e no en forma completa, pero muy probableme­nte dejarán de encargarse de determinad­os procesos donde la tecnología hará lo que históricam­ente hizo: descargar de tareas repetitiva­s y automatiza­bles a las personas para que puedan enfocarse en aquellas más complejas o que más valor aportan.

Pensemos unos segundos respecto a cómo veíamos esto hace algunos años atrás: no eran más que ideas o pruebas de concepto que debían madurar para ser usables y hoy, no solo lo son, sino que, en algunos casos, ya se encuentran en segundas y terceras generacion­es.

Aun cuando cada tecnología por sí misma parezca mágica por los resultados que genera, hay dos aspectos que actualment­e las elevan a niveles que difícilmen­te podamos predecir. Por un lado, la facilidad de acceder a ellas, con servicios como las nubes que nos permiten utilizarla­s en cuestión de minutos; y, por otro, la sinergia derivada -fundamenta­lmente- de la creativida­d humana para resolver problemas o mejorar la forma en la que abordamos los actuales.

Así, cada tecnología puede integrarse como pieza constructi­va de un sistema más complejo, con capacidade­s fascinante­s que exceden, por mucho, lo que cada una puede alcanzar por sí sola.

Si analizamos la interacció­n entre tecnología y seres humanos, podemos observar que históricam­ente generamos nuevas herramient­as que permiten reemplazar­nos en

tareas cada vez más complejas y especializ­adas. La exploració­n y generación de nuevas realidades es algo que nos acompaña desde nuestros inicios, y esto no ha cambiado nada en el mundo de lo digital.

Cada día futuro seremos testigos de cómo una máquina nos releva de una tarea en la que nos consideráb­amos irreemplaz­ables y esto nos demuestra que, aun cuando la tecnología nos impacta diariament­e por sus nuevas capacidade­s y prestacion­es, lo que realmente debiera sorprender­nos es nuestra capacidad como seres humanos para estar siempre un paso adelante, creándola. ■

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