Clarín

Un documental sin ningún maquillaje

Revela tristes momentos de su niñez y aclara momentos de su famoso video sexual con Tommy Lee.

- Pablo O. Scholz pscholz@clarin.com

Sin maquillaje, revelando abusos y una violación siendo niña. Así se presenta Pamela Anderson a sus 55 años en el documental Pamela Anderson: Una historia de amor, que hoy estrena Netflix. Acompañand­o el estreno, ayer también se lanza otro proyecto que la involucra en primera persona: además de documental de Ryan White, que produce Brandon Thomas Lee, su hijo de 26 años, salen sus memorias, Love, Pamela (a solo US$19,38), en las que, parece, la estrella es más explícita en palabras escritas que en las imágenes que muestra el documental.

Hija de un padre jugador y alcohólico, abusada por su niñera por más de 3 años, violada por un hombre de 26 cuando tenía solo los 12, portada y páginas centrales de

Playboy, casi no había salido de la isla en Canadá cuando la llamaron de

Playboy. Pero hoy Pamela Anderson ya no es la celebridad que era, y que seguiría siendo si no fuera por el famoso video sexual que se difundió sin su consentimi­ento. Ella le echa la culpa a la explosión de su video con Tommy Lee, el primero de sus cinco maridos.

El documental es más o menos el típico en el que, al ser una biografía autorizada, Anderson es entrevista­da en su casa en Ladysmith, Canadá, a orillas del agua, junto a sus dos hijos, el nombrado Brandon y Dylan Jagger. El clima es distendido, y si hay algo que llame la atención será algún recuerdo de Pamela, por lo general referido a la sexualidad.

Lee sus diarios íntimos y muestras algunas imágenes de sus videos caseros -de toda su vida; el del escándalo no, porque se lo robaron, como aprendimos en la serie Pam & Tommy, estrenada hace justo un año, y a la que despotrica de lo lindo-, y la actriz, que las ha pasado todas, sabe ser irónica y hablar del poder de los medios y de la misoginia.

Todo lo que sabíamos, está: el descubrimi­ento casual de su rostro en la tribuna de un partido de fútbol americano, en las pantallas del estadio, el casi inmediato llamado de Playboy, que le pagó pasaje en primera desde Canadá a Los Angeles -ella nunca se había subido a un avión-, su meteórico ascenso a celebridad mundial gracias a la serie Baywatch, su matrimonio en la playa de Cancún con Tommy Lee, el baterista de Mötley Crüe, tras pasar juntos solo 4 días.

En más de una oportunida­d en el documental -que no llega a las dos horas, así que pudo haber dicho más cosas- y con referencia al video sexual, Pamela repite que nunca ganó un centavo de dólar, que le ofrecieron 5 millones de la verde moneda y ella y Tommy Lee se negaron. El resto es conocido.

Dirigido Ryan White, dos veces nominado al Emmy por sendos documental­es (The Case Against 8, en 2014, y The Keepers, en 2017), claro que no hay mucho que objetarle, ni preguntas capciosas que no sean las que le hicieron distintos conductore­s televisivo­s, de David Letterman a Larry King.

Ella siempre responde con sinceridad. Sus senos, los zapatos y el color rubio de su cabello son lo único que no son naturales de ella. ¿Se hizo los senos? Se hizo los senos. ¿Le preguntan por sus exmaridos? Responde. Y vegana -en algún momento lo fue-, el filme le da espacio a su participac­ión en la campaña de Peta, en defensa de los animales.

Pero cuando parecía que todo iba a ser contado en tiempo pretérito pluscuampe­rfecto, pero pasado al fin, le llega el llamado para protagoniz­ar Chicago, el musical, por unas cuantas semanas en Broadway, el año pasado. La vemos ensayar, bromear y luego actuar en el escenario como Roxie. Canta y baila mejor de lo que muchos creen.

Tal vez para sumar nombres conocidos, acusa a Sylvester Stallone de haberle ofrecido un auto Porsche y un departamen­to si aceptaba ser su “chica número 1”. En sus memorias, que casualment­e se publican también hoy, como ya adelantamo­s, Pamela dice que Tim Allen, el actor que luego le prestaría su voz a Buzz Lightyear en la saga de Toy Story, le mostró su pene en su camarín, el mismísimo primer día de filmación de la serie Home Improvemen­t (1991). Ella dice que él le dijo que era algo justo, porque la había visto desnuda en Playboy, y así estaban a mano.

Documental indulgente, Pamela solo queda mal parada cuando habla sola, porque algunos de sus monólogos a cámara no tienen mayor sustento. Pero cuando uno podría empezar a aburrirse o levantarse rumbo a la heladera, aparece alguna referencia a su vida sexual. "Mis senos están en mal estado, ¿quieren verlos?", dice.

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AP Sin pelos en la lengua. Ayer también se publicó su biografía autorizada, “Love, Pamela”.

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