Clarín

Una plaza ultra K, que ninguneó a Alberto y se fue con sabor a poco

Bajo la lluvia. Los seguidores esperaban que la vice replantear­a su decisión de no ser candidata. No hubo menciones al Presidente. “Es ella o nadie”, decían los carteles.

- Bernardo Vázquez bvazquez@clarin.com

Tal vez el enorme escenario plantado en la Plaza de Mayo tapando casi todo el edificio de la Casa Rosada sea la muestra de que los festejos por el vigésimo aniversari­o del inicio del mandato de Néstor Kirchner fue propiedad absoluta del kirchneris­mo duro.

Cristinism­o, en realidad, ya a esta altura, con la vicepresid­enta como figura central y su familia rindiéndol­e tributo al ex presidente, más una plaza colmada que resistió como pudo las inclemenci­as de un día cargado de lluvia.

"A mi me encantan las tormentas, pero claro, yo estoy acá con techito y ustedes no, qué viva", fue el comentario con el que Cristina se dispuso a cerrar su discurso de casi una hora, que estaba previsto para comenzar a las 16 pero que inició 30 minutos antes, Himno mediante, y terminó alrededor de las cuatro y media de la tarde, cuando el cielo parecía caerse y los relámpagos y truenos copaban la escena.

La militancia K tomó el día como una ocasión para celebrar a Néstor y hacer un último esfuerzo por convencer a Cristina de competir por una candidatur­a. Nunca, en toda la jornada, se recordó el 213° aniversari­o de la creación de la primera junta de gobierno. Sí hubo postales alusivas, vinculadas especialme­nte a la oferta gastronómi­ca de la plaza y al día lluvioso, de caracterís­ticas similares, se dice, a aquél 25 de mayo de 1810.

Venta de paraguas y pilotines fueron una postal durante todo el día, pero especialme­nte quienes se concentrar­on frente al Cabildo aprovechar­on el viaje para almorzar. El menú fue variado como nunca: desde los clásicos choripanes y hamburgues­as, que cotizaron entre $ 500 y $ 1.000 según en qué puesto se vendía, hasta los sandwichs de bondiola, el costillar de asado y la estrella del día, la cazuela de locro. Empanadas y pastelitos, las otras variantes.

La asistencia al acto no fue tan masiva como otras veces, pero el clima jugó un rol determinan­te. El centro de la plaza estuvo colmado y hubo buena cantidad de gente en las diagonales y en Avenida de Mayo, pero no hubo tanto público apiñado como en otras celebracio­nes kirchneris­tas.

Los municipios coparon la parada, como suele suceder, con militancia movilizada especialme­nte, distribuid­a en colectivos desde la zona del Bajo hasta la 9 de Julio. La Matanza, Ezeiza, San Martín, Lomas de Zamora, Avellaneda, Merlo, Moreno, Quilmes fueron reflejo de los distritos más populosos del Conurbano que estuvieron firmes en la Plaza, apuntalado­s por los intendente­s, que estuvieron en la primera fila del escenario que se plantó.

La Cámpora también jugó un rol central, movilizand­o mucha gente, pero especialme­nte desde lo organizati­vo, y tomando la posta desde el ingreso por Diagonal Norte hasta los principale­s accesos a la Plaza. Y los sindicatos K y movimiento­s sociales jugaron también su partido, con presencia y alineados de cara a las decisiones que se tomen en materia electoral.

Hubo carteles alegóricos, como suele suceder, a la gestión K, y un pedido que se compartió: "Es ella o nadie". Hubo algunos que apelaron al humor: "Contala como quieras" o, "Soy yo, Cristina, pelotudo", en alusión a la charla telefónica que se difundió entre la ex presidenta y quien era su secretario entonces, el actual senador Oscar Parrilli.

En los cánticos, también prevaleció Cristina, por encima del propio kirchneris­mo que inició Néstor hace dos décadas. "Cristina, presidenta", volvió a ser el grito de guerra para pedir por una candidatur­a que la misma ex jefa de Estado ya descartó en varias oportunida­des. En ese sentido, si bien era esperable, mucha gente se quedó con sabor a poco porque Cristina casi no hizo menciones directas a la coyuntura electoral que se aproxima.

Del ex presidente, especialme­nte sobresalió el recuerdo de una bandera gigante con él levantando su dedo pulgar, que se colgó en el edificio lindante a la AFIP. Más el propio recuerdo de Cristina y algunas canciones puntuales que se cantaron, pero la dueña de ceremonias fue la Vice.

Como ha pasado en otros actos en los últimos dos años, la figura de Alberto Fernández fue ninguneada. "Alberto no vale ni una puteada", se escuchó comentar a un grupo de militantes que caminaban por Avenida de Mayo. Ese nivel de desprecio se manejó desde el kirchneris­mo militante hacia la figura del Presidente que hace cuatro años exactos eligió Cristina en su intento, exitoso a la postre, de volver al poder. ■

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Pese al mal clima, el cristinism­o hizo sentir su clamor por la candidatur­a de la vice.
MAXI FAILLA Feligresía. Pese al mal clima, el cristinism­o hizo sentir su clamor por la candidatur­a de la vice.

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