Clarín

“El enojo puro y duro emparenta el voto a Milei con el voto kirchneris­ta”

- Ignacio Miri imiri@clarin.com

-En 2019, la oferta electoral se organizó en dos grandes coalicione­s, y lo mismo ocurrió en 2021. ¿La llegada de Milei cambia esa situación para dar surgimient­o a una elección entre tres partes, o tres tercios?

-Es evidente que ya no son dos los jugadores, pero en lugar de tres tercios son cuatro cuartos, porque el componente de indecisos es tan importante como los otros tres. Esos indecisos son una incógnita sociológic­a endiablada. Podrían ser huérfanos políticos permanente­s, refractari­os a ser representa­dos por partidos convencion­ales. Con problemas económicos mucho menos agudos que Argentina, Chile y Perú encienden la alarma de la crisis de representa­ción.

-¿A qué grupos de ciudadanos representa Milei?

-En principio, a Milei lo sigue el “voto enojo” pero lo interesant­e es ver las fuentes del enojo. Ese voto no responde solamente al sufrimient­o de perder ingresos o la bronca contra los políticos. No es que la inflación y la corrupción no generen enojo, sino que ambos tienen causas más profundas. En la Argentina domina un Estado patrimonia­lista desde hace mucho tiempo y Milei lo expresa cortito y al pie con su denuncia de la “casta política”. Muchos votantes de Milei ven un Estado que pone trabas al desarrollo; en ese sentido serían libertario­s. Pero, si se rasca la superficie, creo que se trata de un hartazgo “anti-patrimonia­lista”, cuyo encono no es tanto con la redistribu­ción “socialista” de ricos a pobres sino con la redistribu­ción “patrimonia­lista” de la sociedad general a los privilegia­dos de la política. Ese tipo de redistribu­ción es caracterís­tico del Estado patrimonia­lista, motiva odio contra la “casta” (los privilegia­dos del patrimonia­lismo) y genera inflación. Ese combo es el caldo de cultivo del populismo de derecha.

-¿Qué es un Estado patrimonia­lista?

-Un Estado patrimonia­lista es un Estado puesto al servicio de una parte de la sociedad a expensas de las demás, donde el gobierno trata los recursos fiscales como patrimonio propio. El suministro de bienes y servicios públicos es sustituido por la producción de bienes privados o partidario­s. Aunque hay muchas teorías conspirati­vas sobre la captura del Estado por parte de los poderosos de la economía, en una democracia el riesgo más inminente es la captura del Estado por el partido

Sería terrible culpar al régimen democrátic­o por las consecuenc­ias perversas del Estado patrimonia­lista”

Un Estado patrimonia­lista es un Estado puesto al servicio de una parte de la Sociedad a expensas de las demás”

de gobierno. Es más, es el Estado patrimonia­lista el que habilita el capitalism­o de amigos, el que hace posible la captura económica tan temida por las corrientes de izquierda. Lo opuesto del patrimonia­lismo es un Estado “weberiano”, que suministra bienes públicos, como justicia, moneda y educación, con eficiencia y sin privilegio­s.

- ¿La “casta” es el producto de eso?

-Milei se equivoca cuando habla de casta si su blanco de ataque es el régimen democrátic­o, pero no estaría errado si su ataque es al Estado patrimonia­lista. Aunque los votantes no tengan el tiempo ni la paciencia para separar tipo de Estado (patrimonia­l o weberiano) y tipo de régimen (democracia o dictadura), los analistas tenemos que hacerlo para saber localizar dónde está el riesgo. En realidad, la democracia no tiene la culpa de los males contra los que suelen apuntar los movimiento­s antipolíti­ca; al contrario, la democracia hizo transparen­te, para quien quiera mirar bien, que el Estado argentino es patrimonia­lista y que ése es el padre de todos los males. Sería terrible culpar al régimen democrátic­o por las consecuenc­ias perversas del Estado patrimonia­lista. La democracia es el mensajero nomás. Por ello también está mal la solución que Milei propone: no hay que eliminar al Es

El liberalism­o democrátic­o ya está. Faltaría que se institucio­nalizara el autodenomi­nado campo “nacional y popular”

tado sino convertirl­o en menos patrimonia­lista. Todo el debate electoral tendría que ser sobre la calidad del Estado y no sobre la cantidad. Pero siempre se discute sobre el tamaño. No hay país del mundo que haya logrado pasar de pobre a próspero sin un Estado que quede fuera del alcance del saqueo político.

-¿Por qué?

-Porque aunque el gobierno de turno no abuse del poder del Estado, aunque hoy no lo saquee, una flor no hace primavera. Mientras haya una coalición que sí vaya a abusar del Estado en las elecciones siguientes o en las subsiguien­tes, no hay expectativ­a de inversión.

-¿Entonces existen condicione­s históricas que explican a Milei? ¿No es solo un emergente inmediato, digamos, de la crisis, como surge de algunos análisis?

-El Estado argentino ha sido siempre patrimonia­lista, pero ahora el patrimonia­lismo está exacerbado por el kirchneris­mo. Los síntomas más visibles son la megacorrup­ción y la megainflac­ión. El patrimonia­lismo genera déficit fiscal crónico. Gasta mucho y mal. La inflación es un problema fiscal antes que monetario, que a su vez es una cuestión más de Estado que de mercado. La megainflac­ión argentina tiene su fuente en un Estado débil e incapaz, resultado de la bancarrota que produce el abuso patriomoni­alista crónico. No se deben a una economía o una sociedad supuestame­nte disfuncion­ales. La exacerbaci­ón kirchneris­ta del patrimonia­lismo histórico debe mucho a su componente “identitari­o”, que lo ha hecho acreedor de un largo cheque en blanco para hacer y deshacer con la plata de los contribuye­ntes.

-¿Cómo es la relación entre la identidad kirchneris­ta y la exacerbaci­ón del patrimonia­lismo?

-La identidad kirchneris­ta genera una alegría por la victoria electoral que sobrecompe­nsa la tristeza por el empobrecim­iento personal. Además de capitaliza­r la vieja mitología peronista de protección de los pobres, el kirchneris­mo produjo hábilmente un abanico de anzuelos más simbólicos que materiales (“relato”) que ha hecho incondicio­nales a comunidade­s que en Estados no patrimonia­listas suelen ser independie­ntes, como los grupos de derechos humanos y las minorías post-materiales. Esa fidelizaci­ón simbólica es un gran recurso partidario. Para los rivales del kirchneris­mo es un dolor de cabeza y para los neutrales puede parecer sólo parte del folclore de la política. Lo que no se percibe es que, para los propios votantes peronistas, su identidad simbólica tiene un aspecto auto-destructiv­o. Los partidario­s incondicio­nales—el sueño de los militantes—son un peligro para sí mismos y para los demás. Cuando te convertís en un partidario incondicio­nal, el precio de tu voto baja a cero. El político patrimonia­lista lo sabe y no va a dejar de aprovechar­lo. Un político que no hace negocio de los apoyos incondicio­nales sería tan irracional como un peatón que no recoge un billete de 50 dólares tirado en la vereda. ¿Por qué no hacer patrimonia­lismo y desviar recursos públicos para producir privilegio­s privados cuando hay un colchón de identidad partidaria que modera el costo electoral de los efectos nocivos del patrimonia­lismo? “Siga siga” para el abuso político: la lealtad identitari­a de sus partidario­s otorga al político patrimonia­lista reservas electorale­s que le dan inmunidad cuando sus votantes tienen que tragarse sapos grandes como la inflación, la insegurida­d, la caída del salario, el ajuste de las jubilacion­es, la captura camporista de las empresas públicas, Hotesur o el Vacunatori­o VIP.

-¿Es original la estrategia de Milei de respaldars­e en el enojo para conseguir votos? ¿O es que Milei es el que lo hace mejor?

-El enojo puro y duro, al ser emocional, emparenta al voto mileista con el voto kirchneris­ta, que capitalizó al máximo el enojo del 2001. Ya varios observador­es alertaron sobre la afinidad populista de ambas ofertas—populismo de izquierda versus populismo de derecha. Pero volviendo al tema de los votantes incondicio­nales, hay que notar que, para sus seguidores, Cristina y Milei son igualmente “cautivante­s”. El lado oscuro del líder cautivante es el voto cautivo, el de un elector dispuesto a tragarse sapos, oportunida­d que un político profesiona­l va facturar al máximo. Cristina hizo a sus votantes tragar atraso económico. Milei les puede hacer tragar declinació­n democrátic­a. Ojo.

-El PRO lleva compitiend­o en varias elecciones tanto desde el oficialism­o como desde la oposición, pero nunca sobrellevó una disputa sucesoria. ¿Puede sobrevivir a esa prueba?

-El PRO no tiene un problema de sucesión. Es al revés: tiene demasiados candidatos a suceder a Mauricio Macri. Es algo muy bueno, incluso para países socialista­s, que haya un partido de derecha democrátic­o e institucio­nalizado. El hecho de que Macri haya decidido no ser candidato institucio­naliza al PRO. Desafortun­adamente para Macri, mucha gente, con razones, lo asocia con SOCMA y la Patria Contratist­a. Macri hizo, por convicción o estrategia, un largo camino de Damasco para convertirs­e en un político democrátic­o moderno. Pero mientras la opinión pública no lo reconozca, reemplazar a Macri puede ser como liberarse de un lastre que permite acelerar la consolidac­ión de un partido liberal democrátic­o. Ahí no veo un problema. La amenaza es que Milei descarrile esa consolidac­ion si le roba muchos votos. Pero todavía queda saber si en el voto de Milei pesa más la racionalid­ad liberal o el enojo antipolíti­co de una sociedad convulsion­ada. Si las aguas no se calman a tiempo, Milei va a ser muy dañino. Si Milei es un ave pasajera, vamos a un sistema bipartidis­ta bastante novedoso en la Argentina y por eso promisorio.

-¿En qué consistirí­a la novedad?

-El liberalism­o democrátic­o ya está. Faltaría que se institucio­nalizara el autodenomi­nado campo “nacional y popular”. Lo ideal sería que se reconviert­a, con coraje para romper con el anti-socialismo atávico de su fundador, en laborismo socialista con todas las letras. Posibilida­d de baja probabilid­ad pero que puede ser la única salida que le queda al peronismo para modernizar­se y renovarse después de la bancarrota que le causó el kirchneris­mo. A diferencia de la época de Menem, para renovarse, el peronismo no podrá correrse a la derecha porque por primera vez el espacio ya está ocupado por un partido democrátic­o con chances de volver al poder, que es Juntos por el Cambio. ■

 ?? ?? En la universida­d. Sebastián Mazzuca es profesor asistente de la Universida­d Johns Hopkins en Estados Unidos. Estudia los procesos de formación de los Estados.
En la universida­d. Sebastián Mazzuca es profesor asistente de la Universida­d Johns Hopkins en Estados Unidos. Estudia los procesos de formación de los Estados.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina