La coalición kirchnerista, con futuro inviable
El último libro de Sebastián Mazzuca, cuyo título, aún no editado en español, podría traducirse como “La formación de los Estados tardíos: geografía política y fallas estructurales en América latina”, generó un amplio debate que excedió los límites de la academia.
Su tesis central es que los Estados que se formaron en guerras -típicamente, los europeosson más fuertes y prestan servicios públicos de mejor calidad que los que surgieron en torno a intereses comerciales o económicos, un caso que se repite en América latina. En estos últimos países, entre los cuales la Argentina es un ejemplo notable, los Estados quedan disponibles para ser cooptados por partes o facciones de las sociedades, que se apropian de esas estructuras estatales y las convierten en parte de su patrimonio: son los Estados patrimonialistas.
Para decirlo de otro modo, lo que falla en América latina no son los regímenes democráticos, sino una construcción previa a ellos y en ese sentido más estructural: lo que no funcionan son los Estados.
Según dice Mazzuca, en la Argentina, el Estado patrimonialista llegó a su pico en los 20 años en los que el kirchnerismo gobernó o marcó el ritmo de las discusines políticas. Hoy, ese auge se enfrenta a un conflicto que considera insalvable. “El kirchnerismo convirtió al peronismo en una coalición inviable”, dice Mazzuca.
“Por estos días, esa inviabilidad se ve en la ingobernabilidad económica y en particular en el fracaso de la gestión de Massa. Massa quiere ofrecer una solución neomenemista, pero La Cámpora, su socio indispensable, no lo deja. Yendo más atrás, a lo más permanente: en su momento cumbre el kirchnerismo reunió tres sectores que son clases económicas en conflicto. Marx no hubiera distinguido esas clases, porque él sólo veía conflicto entre propietarios y trabajadores. Pero el kirchnerismo alberga en su interior un doble conflicto entre clases populares: trabajadores formales versus trabajadores “barrani” y asalariados versus “planeros”. Sus intereses son antagónicos y por ello las políticas que convienen a uno dañan al otro. A mayor protección corporativa para trabajadores formales—la marca de nacimiento del peronismo—mayor es el mercado informal y mayor es la resistencia de los trabajadores informales a pagar impuestos. Como si no fuera suficiente, también es incompatible la alianza entre “planeros” y asalariados. En una economía que hace rato no crece, los planes igualan pero empobrecen, y una economía empobrecida y sin inversiones es incompatible con la creación de puestos de trabajo”, explica el autor.
“Entonces -concluye Mazzuca- hay un fin de época para el peronismo en el sentido de que los sectores populares que lo componen desde comienzos de siglo están en conflicto entre sí. Milei está pescando votos en ese mar revuelto”. ■