Descartable y para el boliche: el peligroso vapeador que se impone entre los jóvenes
En la Argentina, los cigarrillos electrónicos están prohibidos, pero se consiguen igual. Los nuevos no se pueden recargar. Especialistas alertan sobre sus riesgos.
“Es como los celulares, que todo el tiempo tienen algún cambio nuevo”, define Fernando. En 2021, con solo 18 años, vio en el mercado de los cigarrillos electrónicos descartables la oportunidad de hacerse unos pesos y, aunque la venta de estos vapeadores es ilegal en la Argentina, no tuvo problema en traerlos desde el exterior para revender en el país.
El chico, que pide no dar su nombre real, cuenta que desde entonces una sola vez perdió la mercadería por un operativo de control, pero que no le ocasionó mayores problemas. “Hay empresas que se encargan de la importación. Las contratás y listo”, dice.
Los cigarrillos electrónicos están prohibidos desde hace más de diez años en el país, pero se consiguen en decenas de páginas de Instagram.
Hay de sabor caramelo, formas variadas y hasta un formato descartable,
que se impuso en los últimos años entre los adolescentes y jóvenes.
Este vapeador desechable que se ve en boliches y recitales es ofrecido como un “permitido” o un producto para un solo uso: cuando se termina el líquido vapeable no se puede recargar y hay que tirarlo a la basura.
El tema es que muchos de quienes lo prueban terminan consumiendo segundas y terceras veces. O peor, según los especialistas, se convierte en “puerta de entrada” para el consumo frecuente de cigarrillo industrial o los vapeadores recargables.
La frase es de la canción “Beso”, con la que Rosalía y el colombiano Raw Alejandro anunciaron su boda en marzo. En el videoclip, la artista española aparece dando una pitada a un cigarrillo en medio de lo que parece un editado de los mejores momentos de la pareja. Las tomas rebozan de sonrisas y el estribillo repite “lo mejor que tengo es el amor que me das, huele a tabaco y melón, y a domingo en la ciudad”.
Las publicidades de tabaco están prohibidas en gran parte del mundo, aunque esas restricciones se aplican de formas distintas. Nada impide que famosos como Leonardo di Caprio se haya mostrado vapeando en una entrega de los Oscar (2016) o que Belinda pose con un cigarrillo electrónico en su cuenta de Instagram (2019).
En los papeles al menos, 182 países se comprometieron a impedir los anuncios de cigarrillos, a través de la adhesión al Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco.
Según el organismo de Naciones Unidas, el tabaquismo es la primera causa de muerte prevenible en los países desarrollados, y también la causa más importante de años de vida perdidos y/o vividos con discapacidad. En la Argentina, se calcula que provoca 40.000 muertes cada año.
En el país, esta prohibición rige desde una resolución de la ANMAT de 2011, que fue ratificada ese mismo año con la sanción de la Ley 26.687.
Aplica a radio y televisión, Internet y la vía pública, pero contempla como excepción la publicidad dentro de los puntos de venta, como los quioscos, lo que implica una deuda pendiente para organizaciones de médicos que luchan contra el tabaquismo.
Por si alguien de la Generación Z no lo recuerda, en la Argentina hasta la sanción de esa ley, en 2011, se podía fumar sin problemas un atado entero en el aula, el restaurante y el colectivo. La ceniza supo esparcirse debajo de los escritorios y los ceniceros no faltaban al lado del salero en la mayoría de los bares.
En los locales bailables, la prohibición del cigarrillo quedó a discreción de punteros laser e inspecciones, pero con los años también se volvieron espacios “libres de humo”. El boliche dejó de ser esa cita obligada de las prendas que se usan a la noche con el lavarropas a la mañana siguiente.
Fernando vio por primera vez los cigarrillos electrónicos descartables en un viaje a Miami, en 2019: “Todo el