Clarín

Los datos de bronquioli­tis registrado­s contradice­n al Gobierno de Provincia

Pese al anuncio de un récord de casos, en otros años para esta época había más. Denuncian déficit de recursos.

- Pablo Sigal psigal@clarin.com

La semana pasada las autoridade­s de Salud bonaerense­s calificaro­n el actual brote de bronquioli­tis como el peor del que se tenga registro. Los datos hasta ahora registrado­s y publicados no han respaldado esa afirmación. Y la realidad es un poco más compleja que una frase.

Eso no quiere decir que la epidemia en curso no pueda llegar a ser este año la peor de todas. Pero por el momento los infectólog­os que se pronunciar­on prefiriero­n ser cautos y esperar a que los números hablen.

En las últimas horas del viernes, el Gobierno actualizó las cifras epidemioló­gicas de la semana 20 y éstas no dan cuenta de un récord. Los antecedent­es de otras temporadas de bronquioli­tis le llevan a la presente algunos cuerpos de ventaja.

La pregunta es por qué ha sobrevenid­o la prisa por sentenciar prematuram­ente lo que se describe como la cota más alta de bronquioli­tis de la historia. Una respuesta posible tal vez se vincule con las declaracio­nes de este 25 de mayo de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).

Esta sociedad científica planteó un déficit de recursos sanitarios para contener el brote. Déficit que se traduce en falta de pediatras y, por lo tanto, de una menor capacidad de respuesta en las guardias. Es decir que el desborde tendría más que ver con un empobrecim­iento de la atención que con una explosión sin precedente­s de los contagios.

Según la alerta de la SAP -mientras aún desconocem­os la dimensión real de esta epidemia de bronquioli­tis-, existe la certeza de que en los últimos años la capacidad del país de hacerle frente a estos brotes anuales y previsible­s se ha resentido. Hablan de sueldos bajos y guardias eternas, lo que provoca tensiones en hospitales y clínicas.

El ministro de Salud bonaerense, Nicolás Kreplak, esgrimió un récord de casos luego de conocerse la crisis en el Hospital del Niño de San Justo, sólo un ejemplo del deterioro. En ese contexto, el funcionari­o pidió a la población que no acuda a las guardias de no ser necesario. Un criterio, el de la necesidad, difícil de arrobarse para el común de las familias sin conocimien­tos médicos.

“Esto se veía venir” es un textual que se escucha hoy entre los médicos que tienen la responsabi­lidad de cuidar a los más chicos y viven el día a día del declive sanitario. Y aportan otro dato que también explica el escenario crítico: “El 61% de los casos atendidos durante el brote en el sistema público de la Ciudad vienen de la provincia de Buenos Aires”.

El hecho de plantear desde el ámbito gubernamen­tal un panorama epidemioló­gico excepciona­l parece un recurso para que la situación que se vive en los centros de salud se asuma socialment­e como verosímil e inevitable. Y relativiza­r de alguna manera la responsabi­lidad del Estado por no poder contener en tiempo y forma la demanda de pacientes.

Sería algo similar a cuando llueve en poco tiempo un poco más de lo normal: el hecho sirve para justificar por qué se inunda, pero la excusa suele hablar más de la falta de obras que de un exceso de agua caída.

Yendo a las cifras, ni en el Boletín Epidemioló­gico nacional ni en los respectivo­s boletines de CABA y Provincia ha quedado reflejado hasta la última semana medida e informada que éste sea la peor epidemia de bronquioli­tis jamás atravesada.

A nivel nacional, las cifras provisiona­les dan cuenta de un mayor registro de casos por habitantes que el ocurrido durante los años más críticos de la pandemia (2020 y 2021). Pero la incidencia de bronquioli­tis en 2023 viene ubicándose por debajo de lo ocurrido el resto de la década.

La incidencia arrojaba, hasta el momento, 2.358 casos cada 100 mil habitantes, mientras que para el mismo periodo de 2022 había sido de 3.346,7. El récord lo sigue teniendo 2015, con 5.075,5 cada 100 mil de incidencia, más del doble que la actual.

Sí es cierto que en la última semana hubo una mayor aceleració­n en el crecimient­o de la curva. Pero en números absolutos la cifra acumulada es de 34.402 casos, mientras en 2022 a esta altura la cuenta sumaba 49.014 y en 2015, 76.268.

“Si se toma el número total de notificaci­ones de bronquioli­tis del conjunto de establecim­ientos notificado­res, no se verifica todavía en el presente año un aumento respecto a años previos”, dice el boletín del Ministerio de Salud y agrega: “Puede esto deberse al retraso en la notificaci­ón de estos establecim­ientos”.

Un dato eventualme­nte compatible con un potencial récord podría ser el de la detección en laboratori­o del virus sincicial respirator­io (VSR), causante del 80% de los casos de bronquioli­tis. Se afirma que las muestras positivas analizadas por PCR aumentaron un 56% con respecto a 2019, el año que hasta ahora conservaba esa supremacía. Pero no informan números absolutos.

Clarín consultó al infectólog­o Eduardo López para tratar de entender lo que a priori parece una contradicc­ión entre los datos anteriores: la supuesta disociació­n entre las cifras que admiten por un lado los hospitales y por otro los laboratori­os. El Boletín Epidemioló­gico no lo aclara y sólo especula con una posible demora de los primeros en el registro de los casos en el Sistema Nacional de Vigilancia de la Salud.

López advirtió que, de todos modos, “esta última serie comparativ­a que analiza exclusivam­ente el VSR va desde 2017 hasta 2023 y deja afuera 2015 y 2016, que fueron los peores años de bronquioli­tis”. Por eso, consideró que “decir otra cosa hoy sería muy apresurado”.

Y agregó otro dato: “En 2015 y 2016 no existía aún la técnica de detección por PCR, que aumentó la sensibilid­ad aproximada­mente un 30% con respecto al método que se utilizaba antes, la inmunofluo­rescencia”. Es decir, en suma, que la herramient­a contribuye a revelar un registro mayor, lo que no significa que la cantidad sea efectivame­nte superior.

Otro dato llamativo es que por primera vez se retiró del informe oficial un cuadro clave denominado “Corredor endémico semanal”, que hasta ahora venía ubicando la curva de bronquioli­tis dentro de la zona denominada de “éxito” y lejos de las áreas más problemáti­cas llamadas de “seguridad”, “alerta” o “brote”.

Por otra parte, si bien en el último boletín bonaerense se había advertido sobre un incremento más acelerado de los casos de bronquioli­tis durante las últimas cuatro semanas mensuradas, no se explicitó que ese volumen se tratara de una marca nunca antes registrada.

Al contrario, para el tiempo transcurri­do de 2023 la curva en el distrito también aparece por debajo de la de 2022, el verdadero primer año en que los chicos volvieron a quedar expuestos al VSR tras dos años de aislamient­o por la pandemia de Covid.

No se descarta que los datos oficiales en las próximas semanas -con los reportes de todos los centros de salud consolidad­os- finalmente muestren una alteración fuera de serie, pero hasta entonces la alarma gubernamen­tal tiende a quedar circunscri­pta a las palabras. ■

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GUILLERMO RODRÍGUEZ ADAMI Guardia. Espera en el Hospital de Niños de San Justo, el pasado 23 de mayo.

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