De la ficción a la realidad
El mundo obrero, el barrio, los frigoríficos y los camiones recolectores de residuos. Mucho de todo esto retrataba “Campeones de la vida”, la tira de Pol-ka de 1999, en la que el protagonista Guido Guevara, que encarnaba Osvaldo Laport, era un veterano boxeador en retirada que entrenaba a su “pollo” Valentín D’Alessandro (Mariano Martínez), joven promesa del boxeo que se ganaba la vida cargando bolsas de basura.
“Aunque llueva, nieve o truene, te tenés que levantar/ que no nos falte trabajo ni las ganas de soñar/ que el sueño traiga trabajo y el trabajo dignidad”. La tira, que medía más de 20 puntos de rating, tenía la pegadiza cortina musical de Alejandro Lerner, que pintaba un fresco de la crisis de la época. Veinticuatro años después emerge Yoel Peralta, un joven de 28 años que, si bien no actúa, es un carilindo sacrificado, parecido al Valentín de Martínez.
“Muchos me lo han dicho, pero yo no sabía de quién se trataba, hasta que me mostraron unos capítulos en YouTube. El pibe de la tira era una boxeador con futuro y, para comer, necesitaba un ingreso seguro, como me pasa a mí”,
desliza con timidez Peralta, que conversa con Clarín en el centro del ring -literalmente- de su gimnasio, en Tortuguitas.
“Con mi hermano Yamil -también un destacado boxeador de peso crucero- y otros amigos levantamos a pulmón, con nuestras manos, este humilde espacio, para poder disponer de un lugar propio para entrenar y no volvernos locos yendo de aquí para allá buscando dónde y cómo ponernos en forma”. Aunque llueva, nieve o truene, como entonaba Lerner, Peralta se levanta, de lunes a sábados, a las 4.30 de la mañana, desayuna fuerte y entra a Transur, la empresa de recolección de residuos para la que trabaja desde hace cinco años.
Si bien no durmió en una piecita como el Guevara que interpretaba Laport, entrenó en casillas humildes, descampados o hasta en patios caseros. “El Chacal”, como conocen a Peralta en Del Viso, su barrio, es campeón Latino y Sudamericano del Consejo Mundial de Boxeo y de la Federación Internacional de Boxeo y, por la energía que destila, nadie le quita el sueño de ser amo mundial de la categoría.
El esfuerzo es grande y a un ritmo intenso. “Trabajo hasta el mediodía como corredor de residuos, llego a la una de la tarde a mi casa, almuerzo, duermo una hora de siesta y entreno doble turno por la tarde-noche. Hago aeróbico y musculación y después boxeo. Es duro, pero todavía me da el cuerpo y no puedo dar ventajas si quiero mantener viva la llama de mi ilusión”,
describe con una sonrisa luminosa.
“Que no nos falte trabajo ni las ganas de soñar”, cantaba Lerner y Peralta recogió el guante. “Peleo como profesional desde 2018 y, pese a ser campeón argentino y latino, la bolsa más grande la logré recién en marzo, de unos 600 mil pesos, que tuve que repartir con mi equipo. Por eso conservo y cuido mi trabajo de recolector, que, además de darme de comer y pagar los impuestos, es un laburo digno que me apasiona”.
Por ser campeón no menosprecia ni deja de lado esa responsabilidad. “Soy muy exigente, no falto nunca, siempre estoy puntual y, hasta ahora, nadie se quejó -se ríe-. Mi jefa no tiene ningún privilegio conmigo, me tiene al trote. Con ella no puedo joder”, sonríe otra vez.
Empezó a trabajar como recolector a los 18 años, con un contrato de tres meses. Dejó una buena impresión, pero siguió su ruta. “Ya era boxeador amateur y entrenaba fuerte. Tenía aspiraciones, pero no ganaba un mango”.
Así se rebuscó “para tener unos pesos en el bolsillo, como me inculcó mi viejo, que es policía y muy severo. Me decía: ‘OK, boxeá, pero laburás’. Y agarré lo que venía”. Vendió café en la calle, golosinas en el colectivo, hizo reparto de comidas. “Heredé la cultura del trabajo de la familia y ese es mi máximo orgullo: no dejarme estar, aún consiguiendo objetivos”.
En el gimnasio Team Peralta, un sonido constante contagia energía: es el impacto del guante contra la bolsa de arena. “Ojalá tenga la chance de boxear en el exterior y poder ganar bolsas más suculentas. Eso me dará roce internacional para pensar en ser campeón del mundo. No es imposible, tengo condiciones y disciplina, soy rápido, hábil y mañoso”, saca chapa el número uno de Argentina en la categoría welter (68 kilos) y 15° en el ranking mundial.
Cuando menciona “el trabajo”, Peralta habla de la recolección de residuos y dice que eso complementa su faceta del boxeador. “Si bien en Argentina no es sencillo ganarse la vida como boxeador, no hay muchos campeones de boxeo como yo que tengan que laburar todos los días. No me quejo y, es más, no concibo la vida siendo sólo boxeador. El boxeo está de paso en mi vida. Seguiré trabajando en el camión mientras me de el cuerpo. Y después veré, puedo ser barrendero el día de mañana ¿viste la cantidad de boxeadores que, ya retirados, están perdidos y arruinados, sin saber qué hacer de sus vidas? Yo no quiero eso para mí”.
Cada mañana trabaja con el mismo equipo de tres: un chofer, otro “corredor” y él. “Voy al trote detrás del camión y levanto bolsas de residuos de las calles o los containers. Así, durante seis horas todos los días, sin tener que escuchar a nadie dándome órdenes -ríe con ganas-. Recorremos unos 45 kilómetros. No pienso en el ‘qué dirán’ por recoger basura, qué me importa. Cada mes me llevo más de doscientas lucas”.
A veces está cansado o le duele el cuerpo, “porque es un trabajo intenso. No sólo corro y cargo sino que también voy colgado en la parte de atrás del camión. Mi última pelea, un sábado de marzo, la gané, pero el lunes me presenté al trabajo a las 6. Ahí no soy el campeón sino un laburante más. Me gusta serlo, soy un tipo que habla poco, me siento más cómodo”.
Tiene prácticamente todo el cuerpo tatuado y cada dibujo se explica. “Los más importantes tienen que ver con mi familia, mis tres hermanos y mis viejos. Después tengo la fecha de mi primera pelea como amateur (en 2011) y la Virgen de Luján. Soy una persona de fe y todos los años voy caminando hasta allá, después de que me cumpliera la voluntad de quedar como efectivo en mi trabajo de recolector”.
Mira a su alrededor el gimnasio austero, pero con potencial. “Lo pusimos hace poco con mi hermano Yamil y unos amigos, pero lo pensamos para profesionales y amateurs. Al poco tiempo de abrirlo empezaron a venir unas diez personas por día para preguntarnos cuándo abriríamos para dar clases, algo que no estaba en los planes. Pero fue tal el aluvión que decidimos ofrecer clases y entrenamiento”.
Es hora de entrenar y respetar la rutina y los tiempos. “Hace dos días me confirmaron una pelea (el 24 de junio contra Cristian Reggiardo) y tengo que ponerme las pilas porque estoy doce kilos arriba”, sorprende Peralta, que no es de salir ni trasnochar. No toma alcohol ni le gusta bolichear. “Entre una pelea y otra pueden haber tres meses y hay un cierto descontrol en las comidas, pero lo manejo”. ■
Como un personaje de la tira “Campeones”, Yoel Peralta (28) es recolector de residuos y campeón sudamericano de boxeo.