Favio, una figura irrepetible para el cine y la música
Hoy cumpliría años Leonardo Favio,
un artista con todas las letras, una figura irrepetible, al menos para el cine y la música argentina. Favio fue un hombre en el que la coherencia y la integridad no se despegaban, jamás, de su cabeza. Como sus pañuelos.
Muchos reconocen en él su talento como cineasta o como intérprete -esto último era lo que menos le gustaba y actuando era donde se sentía más incómodo-, en varios filmes clásicos de Leopoldo Torre Nilsson, pero si Favio alcanzó notoriedad popular no fue por eso. Porque Leonardo Favio se volvió un ídolo y alcanzó la popularidad no por su cine, sino primero por su música.
En 1968 grabó el single Fuiste mía un verano, un éxito que saltó las fronteras de la Argentina y estalló en Latinoamérica. Como muchos recordarán, las letras hablaban de vos y no de tú. Solo en un par de películas musicales actuó, y fue Simplemente una rosa, estrenada en septiembre de 1971, la que lo volvió más popular aún.
“Cuando canto no hago cine y cuando hago cine, no canto... Pero las dos cosas me apasionan, me gustan”, supo decir. No estudió ni música ni cine de manera organizada o académica. Autodidacta, fue hijo natural de la generación del '60, o uno de los tantos “Nuevo cine argentino” que hubo y habrá en la historia de la nuestra cinematografía.
Favio, Kohn, Antín, desde distintos ángulos, llegaron para romper con el llamado cine comercial y anquilosado nacional, por lo que su paso por las marquesinas europeas lo hubiera tenido casi garantizado.
Cada uno rescatará alguna imagen, un color, un texto de sus películas. De la trilogía de Crónica de un niño solo, El romance del Aniceto y la Francisca y El dependiente, rodadas en los años '60 y en blanco y negro, saltó al color, y al rojo sangre de Juan Moreira, la película que saltó rápido de los cines a la pantalla de Canal 13.
Había estrenado junto a la asunción como presidente de la Nación de Héctor J. Cámpora, con el regreso del peronismo en el poder. “Yo no soy un director peronista, soy un peronista que hago cine... En ningún momento planifico bajar línea a través de mi arte, porque tengo miedo de que se me escape la poesía”, dijo.
Durante muchos años tuvo la película argentina más taquillera de la historia. Nazareno Cruz y el lobo, con Juan José Camero, Alfredo Alcón y el tema Soleado, fue una adaptación de un radioteatro -como en los que comenzó a actuar el propio Leonardo-, y sus millones de entradas solo serían superadas por Relatos salvajes, de Damián Szifron, entre su estreno en 2014 y su candidatura al Oscar a la mejor película hablada en idioma extranjero en 2015.
Eran otros tiempos: en los años '70, la Motion Picture de los Estados Unidos veía con malos ojos el (re)surgimiento del cine local, que llevaba más y más espectadores y les restaba pantallas a las producciones hollywoodenses. Pero las películas de Favio, como Juan Moreira y Nazareno, triunfaron.
Lo dicho. Favio hubo uno solo, es irrepetible. Y cómo se lo extraña.w