“La sensación de que se tiene una vida rutinaria”
Mucha gente se queja de que tiene una vida rutinaria. Sin embargo, no existen ni existirán en la vida de cada uno de nosotros dos días iguales, ni siquiera dos segundos iguales. Estamos inexorablemente condenados al cambio. Lo que nos sucedió nunca más se va a repetir del mismo modo: podrá ser parecido, pero nunca igual. No obstante, lo que llamamos rutina, por lo general, no contempla las pequeñas diferencias. Poder apreciarlas es un indicador de riqueza espiritual.
Lo que suele ser rígido en el rito cotidiano de alguien es la estructura de horarios y lugares, pero el contenido va variando. Si realizamos una analogía con los diarios, estos tienen todos los días la misma forma gráfica: las notas políticas, policiales, sociales o deportivas poseen una ubicación y un tamaño preestablecidos, pero cada día se modifica lo que dicen. Sin embargo, nadie considera rutinario al último periódico con respecto a los anteriores.
Pero esto es lo que suele ocurrir en la vida cotidiana de muchas personas, debido a que la estructura de sus vidas les hace perder de vista el contenido. Los mismos horarios, actividades parecidas, recorridos similares y otras semejanzas les eclipsan la diversidad de los contenidos, especialmente en el nivel de las vivencias más sutiles -aunque no menos importantes-.
Los individuos que tienen poca vida interior quizás se sientan rutinarios aunque hagan cosas diferentes. Algunos requieren una formidable y constante estimulación, con entretenimientos o novedades, para no aburrirse. Una ex paciente, una vez, me comentó que cuando se aburría su padre le replicaba: “No se-a-burra, m’ hija, no se-a-burra...”.
Ps. Jorge Ballario psicologo.ballario@gmail.com