En el nombre del padre, Olivieri no dejó de jugar y se dio el gusto de su vida
Su ídolo es Nadal. Y su papá Carlos, un reconocido pelotari que falleció en 2021, fue su gran impulsor.
Genaro Olivieri creció admirando a Rafael Nadal. La fuerza de voluntad del mallorquín, su ética de trabajo y su dedicación que lo llevaron a ser uno de los mejores de la historia son cualidades que el argentino trata de emular cada día. Quizá por eso -o tal vez por un guiño del destino- fue sobre el polvo de ladrillo de Roland Garros, el mismo sobre el que su ídolo construyó un reinado inigualable, donde tuvo su bautismo triunfal en el circuito en su primer partido a nivel ATP. Ayer venció al francés Giovanni Mpetshi Perricard, una de las grandes promesas del tenis de su país, y se metió en la segunda ronda del torneo. Fue por 7-6 (7-3), 4-6, 4-6, 7-5 y 6-1. Para la historia.
Fue un premio para un verdadero “trabajador” del tenis al que, tras una prometedora carrera, le costó hacerse un lugar en el profesionalismo, pero quien desde un par de temporadas viene en un paulatino crecimiento.
“Qué locura lo que viví. Lo que sentí en la cancha fue increíble”, comentó, emocionado, tras la victoria. “Es un sueño que estoy empezando a cumplir. Esto todavía sigue y no me quiero despertar”, amplió.
Bragadense, de 24 años y 231° en el ranking, forma parte de esa talentosa generación de jugadores que lidera Francisco Cerúndolo. Olivieri empezó a jugar al tenis luego de que un médico les recomendara a sus padres que lo llevaran a practicar deporte para combatir su colesterol alto. No tardó en destacarse.
En aquellos primeros años, nació su fascinación por Nadal. Tanto le gustaba el español que hasta le copiaba el look para salir a la cancha.
“Me vestía como él. Era difícil porque en Argentina no se conseguían los pantalones largos que usaba. Entonces me compraba un pantalón Nike un talle más grande que me quedaba más largo y le hacía algún ruedo para que no se me cayera y pudiera jugar cómodo. Todo para ser más parecido a Nadal. Tenía musculosas también. Y después, cuando empezó a jugar con las mangas cortas, pasé a las mangas cortas. Era mi ídolo y lo va a ser siempre. No hay explicación para lo que consiguió el flaco. Es impresionante”, contó antes de su llegada a esta ciudad.
Y agregó: “Me puse triste cuando me enteré que no iba a jugar en París este año. ¡Qué locura hubiera sido enfrentarlo acá! Hubiera jugado todo el partido llorando”.
Olivieri llegó a ocupar el octavo escalón del ranking mundial junior en junio de 2016, año en el que jugó los cuatro Grand Slams y firmó su mejor actuación con los cuartos de final de Roland Garros.
Sus buenas actuaciones hicieron que Daniel Orsanic, por entonces capitán del equipo de la Copa Davis, lo llevara como sparring a la serie que Argentina le ganó a Italia por los cuartos de final en su camino a la inolvidable consagración.
Avanzó, pero a paso más lento. Y recién en 2019 consiguió sumar sus primeros títulos como profesional en los viejos futures.
En abril de 2021 sufrió un durísimo golpe: falleció su papá, Carlos, un reconocido pelotari y el mayor impulsor de su carrera. Pensó en dejar el tenis, pero se levantó y en 2022 resurgió. “Mi papá me apoyaba de todas formas, desde psicológicamente a económicamente; al final hasta sabía de tenis... Me empujó muchísimo, él quería que jugara más que yo. Fue mi compañero de carrera y de vida. Cuando falleció no tenía motivación, pero regresé y cuando entraba en la cancha tenía un fueguito sagrado. Porque pienso que desde algún lado me está viendo y está disfrutando conmigo”, contó.
Llegó a Roland Garros para jugar la clasificación. La superó perdiendo apenas un set en tres partidos. No se conformó y celebró su triunfo más importante en el polvo de ladrillo de Bois de Boulogne. Allí, donde su ídolo Nadal se bañó de gloria 14 veces y con la fuerza que le manda su papá desde el cielo, Genaro Olivieri dio un paso enorme en su carrera.
Ahora se le vendrá el italiano Andrea Vavassori. El sueño en Roland Garros recién empezó y él no se quiere despertar.w