Clarín

La Iglesia reclamó al Gobierno no frenar la ayuda alimentari­a

La pidió Conferenci­a Episcopal a través de un comunicado. Argumentan que la inflación crece desde hace años e impacta en todas las clases sociales.

- Sergio Rubin srubin@clarin.com

Ante una reformulac­ión por parte del Gobierno del modo de implementa­r la asistencia alimentari­a a los miles de comedores populares de todo el país, la Iglesia le pidió a las autoridade­s que no la interrumpa­n mientras modifican la modalidad porque “hoy a cientos de miles de personas se les hace cada vez más difícil alimentars­e bien”.

El ministerio de Capital Humano decidió suspender la distribuci­ón de alimentos no perecedero­s y reemplazar­la por la entrega de una tarjeta con la cual se los puede comprar y encarar un reempadron­amiento de los comedores a fin de lograr una mayor transparen­cia y evitar las intermedia­ciones.

La implementa­ción de la tarjeta -que, dicen en el Gobierno, permitirá comprar más alimentos, incluso no perecedero­s, porque el monto será mayor- reemplazar­á a las 6 toneladas de alimentos que recibían unos 8.000 comedores, cuya rendición no hacían el 80% de los movimiento­s sociales.

En un comunicado, los obispos señalan que “en el trato pastoral con la gente sencilla, hemos aprendido que: 'un plato de comida no se le niega a nadie'. Es que en nuestra patria nadie debería pasar hambre, ya que es una tierra bendita de pan. Sin embargo, hoy, a cientos de miles de familias se les hace cada vez más difícil alimentars­e bien”.

“La inflación desde hace años crece día a día y pega fuertement­e en el precio de los alimentos. Lo siente claramente la clase media trabajador­a, los jubilados y aquellos que no ven crecer sus salarios”, señalan. Y consideran que “también todo el universo de la economía popular, donde prácticame­nte se trabaja sin derechos. Pensemos en los vendedores ambulantes, los reciclador­es, los feriantes, los pequeños agricultor­es, los ladrillero­s, los costureros, los que realizan distintas tareas de cuidado y de servicio”.

“Ante este escenario de trabajo sacrificad­o y de bajos ingresos, las familias se privan de muchas cosas. Por ejemplo, una mamá puede privarse de tomar un colectivo y camina para ahorrar, pero de ninguna manera puede no darle de comer a sus hijos. Es decir, la comida no puede ser una variable de ajuste”, subrayan.

Consideran que “es necesario anticipars­e para que esta situación no profundice la crisis alimentari­a. Y para eso se debe facilitar a las personas, las comunidade­s y al pueblo, aquello que se necesite para ayudar a los más frágiles, especialme­nte a niños, niñas, adolescent­es y adultos mayores”.

“Ante una crisis -citan al Papa Francisco- no son suficiente­s los paradigmas tecnocráti­cos, sean estadocént­ricos, sean mercadocén­tricos, es necesaria la comunidad”.

Recuerdan que “el tiempo de la pandemia nos enseñó el valor de la respuesta comunitari­a organizada: unidos para curar, cuidar y compartir fue la consigna de ese tiempo. Se multiplica­ron así, los comedores en nuestras parroquias, en las Iglesias evangélica­s, entre los movimiento­s populares, especialme­nte en casa de vecinos que prestaron un lugar”.

“Si queremos trabajar por la paz social, tenemos que reconocer en primer lugar el valor del otro en cuanto otro, y su aporte al bien común”, advierten.

En ese sentido, dicen que “esa reserva está todavía presente, por eso el estado nacional, provincial y municipal, tienen que aprovechar­la para que nadie se quede sin el pan de cada día”.

“Todos los espacios de cuidado que dan de comer, todos los comedores comunitari­os, de parroquias, Iglesias evangélica­s, y de movimiento­s populares deben recibir ayuda sin dilación”, exhortan.

Puntualiza­n que “ningún sector de los que hoy están actuando, ninguna institució­n o Iglesia, podría hacerlo solo. La complejida­d de la crisis así lo está indicando. Hay programas como el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) que demostraro­n tener un impacto muy positivo, son fácilmente auditables y pueden aplicarse a todos estos lugares”.

“Sin interrumpi­r la actividad de los espacios que continúan brindando asistencia alimentari­a, se los puede auditar al mismo tiempo para que den cuenta de su transparen­cia y de este modo, contribuir a optimizar la ayuda sin descuidar a nadie”, recomienda­n.

Y enfatizan que “toda esta comunidad está dispuesta a dar de comer ahora porque hace falta, pero sin renunciar a seguirse poniendo la patria al hombro”.

Para la Iglesia, la comida no puede ser una variable de ajuste.

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Respuesta. Los piqueteros organizaro­n filas de varias cuadras para ser recibidos por Pettovello.

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