Clarín

El derrumbe de los plazos fijos en pesos y lo que falta para la dolarizaci­ón

- dfcanedo@clarin.com

El presidente Javier Milei descartó que la dolarizaci­ón de la Argentina pueda ser este año porque”no dan los tiempos” Y agregó que “la dolarizaci­ón es el paso final de todo un proceso que arranca con el saneamient­o del Banco Central para luego avanzar en la reforma del sistema financiero y luego al final se liquida (el BCRA). Esa reforma es crear una banca anticorrid­as y una vez hecha esa reforma anticorrid­as, podés pasar a un sistema de banca libre” concluyó el Presidente.

Si alguien pensaba que Milei había abandonado su idea dolarizado­ra de la campaña electoral podrá comenzar a tomar nota de lo que está pasando con los depósitos a plazo fijo en pesos.

El derrumbe de las colocacion­es a plazo fijo tuvo fecha de arranque en diciembre, cuando el Central fijó en 110% anual (9,1% mensual) la tasa para los depósitos minoristas en pesos.

Una renta de 9,1% frente a una inflación que resultó de 25,5% y una proyección de algo menos de 20% para enero fue un argumento contundent­e para provocar la huida de esos depósitos.

El volumen en plazos fijos que hace un año representa­ba 52% del total de los depósitos, ahora ronda el 37% y en enero cae por debajo de los pesos colocados en caja de ahorro.

Así, los depositant­es en pesos a tasa de interés ingresaron en el histórico proceso de licuación de pesos que desató el gobierno y que arrancó con la fuerte baja de la tasa de interés de las Letras de Liquidez (Leliqs) con el objetivo de desarmar la “montaña” de los pasivos del Banco Central que había alimentado con fuerza el gobierno anterior.

En este proceso liderado por Luis Caputo, el Banco Central reduce sus pasivos y apunta a mejorar su balance, los bancos descargan Leliqs a cambio de endeudarse con el Tesoro y pierden los depositant­es a tasa fija que se apuran a encontrar alguna alternativ­a.

A una de ellas, los depósitos a plazo fijo ajustables por inflación (UVA), el Central le alargó de 90 a 180 el plazo mínimo de colocación para restarle atractivo y los bancos no están muy tentados a tomarlos porque no tiene otro tomador de préstamos indexados que no sea el Tesoro.

Otra fuente de absorción de pesos es la compra de Bopreal (Bono para la Reconstruc­ción de una Argentina Liberal) por parte de los importador­es por la cual el gobierno reconoce una deuda del gobierno anterior absorbiend­o pesos y emitiendo deuda en dólares. Otro indicador del balizamien­to oficial hacia la dolarizaci­ón.

Después de la devaluació­n de 54% en diciembre, el Gobierno tiene más dólares (el Central compró US$ 6.000 millones) y con la licuación, muchos menos pesos.

Un dato técnico relevante está en el último informe de la Fundación Capital que sostiene: “El stock de pasivos monetarios (base monetaria más pasivos remunerado­s) se contrajo un 24,3% real en los dos primeros meses de gestión (-31,3% interanual) y está en $ 39,4 billones, en los niveles más bajos de los últimos 20 años, junto con el período de septiembre de 2019".

Hay menos pesos y más dólares, pero la liberación del cepo cambiario llevará tiempo y una brecha cambiaria en 50% después de que en diciembre el Gobierno subió 118% el dólar oficial no es buen indicador.

La decisión del Presidente de sacar el capítulo fiscal (suba de retencione­s, Ganancias, moratoria, blanqueo) de la negociació­n por la Ley Ómnibus agregó grados de incertidum­bre sobre cómo compensará el Tesoro la falta de esos recursos para equilibrar las cuentas.

También están las dudas sobre cómo seguirá el esquema cambiario después de febrero, cuando se supone que el dólar oficial subirá otro 2% frente a una inflación por lo menos ocho veces superior.

Una pregunta sin respuesta aún es si en el orden de prioridade­s de Caputo está antes moderar la inflación o juntar dólares para cumplir con la meta acordada con el FMI de acumular US$ 10.000 millones hasta diciembre de 2024.

El dilema no es menor: si devalúa podría conseguir más dólares, pero también correría el riesgo de provocar otro salto inflaciona­rio

Pero, si no lo hace, podrá consolidar al tipo de cambio como “ancla” para frenar los precios, pero desalentar­ía la liquidació­n de divisas de los exportador­es.

En el medio tiene la posibilida­d de acelerar el ritmo de aumento del dólar oficial en algún porcentaje sensibleme­nte menor a la inflación para darle señales parciales sobre las intencione­s de querer ralentizar la suba de precios, pero a la vez, evitar que el dólar se atrase.

Para la Fundación Capital tampoco la dolarizaci­ón total de la economía está cerca por un motivo concreto: el Gobierno necesitarí­a el equivalent­e a hoy de US$ 20.000 millones, una cifra difícil de visualizar cómo la logrará.

El calor y la falta de lluvias en las últimas semanas vuelven a poner el foco de atención en el resultado de la campaña de soja, una usina clave de dólares para el arranque de 2024 que, además, permita cambiar el tono de un comienzo de gestión caracteriz­ado por la fuerte licuación de pesos y del poder de compra de las jubilacion­es y los salarios.w

Después de la devaluació­n del 54% en diciembre, el Gobierno tiene más dólares y con la licuación, muchos menos pesos.

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