Clarín

Los perros y las leyes

- Débora Campos decampos@agea.com.ar

Una hipótesis debe ser audaz. Aquí va una: es posible detectar en un país el nivel de adhesión y respecto de la ciudadanía a las leyes a partir del ejercicio de observar el comportami­ento de las personas con sus mascotas por las calles. ¿Exagerado? Tal vez. Veamos.

Suecia es uno de los países menos corruptos del mundo. Por lo menos, su población así lo percibe, según el índice elaborado por la Organizaci­ón para la transparen­cia Internacio­nal. En 2023, fue el sexto país menos corrupto; en otros momentos, está mejor ubicado. Pero en definitiva, nunca abandona la punta de naciones se asumen que las leyes están para ser cumplidas.

La escritora argentina, que reside en Estocolmo, Virginia Higa ha dedicado algunos párrafos de su hermoso libro El hechizo del verano (Sigilo) a observar la relación de los suecos con sus mascotas. Primero, cuenta que los perros son sumamente silencioso­s: “Viajan en el transporte público y no ladran nunca, y cuando lo hacen, la gente se da vuelta para mirarlos. Silencioso se dice tyst, que suena a chistido, y en mi opinión debería pronunciar­se siempre con un dedo cruzado sobre los labios”.

Y además señala que no hay en Suecia perros callejeros: “La existencia perruna es tan funcional y ordenada como la de los humanos con los que conviven. Hay guarderías para perros; también hay escuelas donde se los educa. No es posible adoptar un cachorro. Los perros se venden y se compran, y el precio es altísimo. Un día le pregunté a mi profesora de sueco por qué no era posible adoptar un animal. Me respondió lo siguiente: la gente, cuando tiene que pagar por algo, se lo toma más en serio”.

En el índice que lista a los países por la corrupción que sus habitantes perciben, la Argentina se encuentra en el puesto 98 sobre 180 naciones. Comparte la zona media con Albania y Bielorrusi­a, arriba, y Etiopía y Gambia, abajo.

Cualquier persona que cuide de una mascota en la Ciudad de Buenos Aires, por caso, sabe que la normativa siempre aplica a los otros y nunca al perro propio. “Lo llevo suelto porque es bueno”. “No levanto la caca porque justo no tengo bolsita”. “No anoté a mi rottweille­r porque es mansito”. “Paseo 10 perros porque son chicos”. “Crío caniches en un departamen­to porque no ocupan mucho”. Una hipótesis debe ser audaz. El respeto a las leyes se basa en el respeto a la comunidad. Y las normas son para todos. ■

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