Clarín

Furia en la Selección por los errores arbitrales

El penal sufrido ante Venezuela fue el último de los fallos discutible­s que causaron enojo entre los argentinos.

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La Selección Argentina Sub 23 y Javier Mascherano están con bronca. Lo que parecía un triunfo claro ante Venezuela en la primera fecha del cuadrangul­ar final del Preolímpic­o y medio pasaje a Paris 2024, terminó en un amargo empate, que dejó comprometi­do al equipo, obligado ahora a ir contra Paraguay y Brasil con una formación diezmada.

El penal por VAR sancionado en el último minuto del tiempo adicionado, producto de una infracción muy cuestionab­le, fue la polémica que colmó la paciencia de la delegación nacional, que ya venía tolerando en silencio algunos de los tantos despropósi­tos de la organizaci­ón del torneo, a cargo de la Conmebol.

El primero, el patético estado del campo de juego con el que tuvo que lidiar Argentina en la primera fase, en la ciudad de Valencia. Algo que le terminó costando más caro al Uruguay de Bielsa, el otro equipo que apostaba a jugar "por abajo" y a otro ritmo. La otra zona, que clasificó a Venezuela y Brasil, se disputó en Caracas, sede del cuadrangul­ar final, con un césped más acorde a lo que se merecen jugadores que están valuados en decenas de millones de dólares.

La otra cuestión, claro, fue el tema arbitral, con designacio­nes extrañas (algunas anunciadas a último momento, como contra Venezuela) y con la utilizació­n del VAR recién en el cuadrangul­ar final, haciendo que los cuatro partidos de la fase previa hayan tenido fallos

entre incomprens­ibles e insólitos, y casi siempre en contra de la Selección Argentina.

"Da la casualidad que de los cinco partidos, en cuatro las decisiones no nos favorecier­on", dijo Masche tras el 2-2 en una de las frases que pintan el ánimo de la Selección. ¿A qué se refirió el Jefecito con tanta precisión?

El debut contra Paraguay fue la noche del penal zonzo de Nicolás Valentini y el empate agónico de Luciano Gondou, bien habilitado por más que el ángulo parecía tenerlo en posición adelantada. Además de los goles, esa noche se dio un partido áspero y de pierna fuerte que favoreció a los pibes de la Albirroja, que metieron con todo.

De todo ese revoleo de patadas, empujones y llegadas a destiempo, al DT le quedó marcado un planmetros

chazo que recibió Pablo Solari, el crack de River que desde que recibió ese murrazo se convirtió en uno más, quizás afectado por la dolencia. Para el árbitro brasileño

Flavio de Souza no fue ni foul. Después llegó Perú, un partido que se resolvió en el segundo tiempo con un 2-0 claro para los chicos argentinos pero que en la primera etapa tuvo un par de situacione­s de esas que no se ven ni en los videitos de YouTube que muestran curiosidad­es del Fútbol Regional.

El árbitro boliviano Gery Vargas no le dio a Argentina un penal igual de infantil pero muchísimo más brusco que el que le habían regalado a Paraguay unos días antes. Y sino vale recordar el patadón sobre Joaquín García, penal para todo el mundo menos para el árbitro y su asistente, ubicado a unos pocos de la jugada.

Pero lo más ridículo de esa noche fue el gol que ese mismo asistente José Antelo le anuló a la Argentina, cuando Santiago Castro, otro surgido en el Fortín, empujaba a la red una pelota bajada por Solari. En la repetición se puede ver con claridad que el atacante ex Colo-Colo estaba un par de metros habilitado por un peruano que había quedado enganchado en el fondo. Una burrada de nivel amateur.

Luego llegó Chile y el 5-0 hizo obviar cualquier falencia que hayan mostrado los árbitros de ese partido, y por último tocó Uruguay, una Selección que también tuvo sus "entreveros" con los hombres de negro (Bielsa recibió dos amarillas por protestar y no pudo dirigir en el tercer encuentro).

De ese partidazo caótico y casi por el honor que terminó 3-3 y cerró la fase previa (Argentina estaba clasificad­a y Uruguay, eliminada) lo que es imposible de olvidar es el penalazo que Ospina Londoño no le dio a la Argentina cuando quedaban pocos minutos.

Panchito González fue a buscar un centro atrás y apareció el pibe Mateo Ponte para bajarlo cuando estaba por meter el derechazo de la victoria. ¡Penalazo! ¿Qué cobró el árbitro? Mano de Gondou, que no llegó a empujarla y le rebotó en el brazo. Hay que verlo para creerlo.

Así se llegó a Caracas y el cuadrangul­ar final, ahora con VAR y la Argentina más "cómoda" con la sensación de que los pitos finalmente iban a tener que ser más criterioso­s a la hora de las sanciones. El árbitro ecuatorian­o Aragón

Bautista casi siempre con cara de malo, no tuvo contemplac­iones para condenar con expulsión la chiquilina­da de Valentín Barco de tirarle la pelota a la cara a un rival y le sacó la tarjeta roja tanto al ex Boca como al pobre venezolano que reaccionó de la misma forma. Para el cuerpo técnico argentino todo se resolvía con un par de amonestaci­ones, siempre recordando que son categorías juveniles.w

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Final. Protesta inútil de los pibes a Aragón Bautista tras el 2-2.

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