Clarín

“Oppenheime­r cambió el curso del siglo XX”

El irlandés, también estrella de la serie “Peaky Blinders”, aspira a la estatuilla al mejor actor por interpreta­r al creador de la bomba atómica.

- Christophe­r Kuo

Es un honor haber participad­o de una película con la que la gente ha conectado de una manera tan fuerte”

El martes 23 de enero, Cillian Murphy estaba en casa de sus padres en Cork, Irlanda, tomando una taza de té cuando su teléfono empezó a sonar. Un vistazo a las decenas de mensajes de texto reveló la noticia: por primera vez, Murphy había sido nominado al Oscar al mejor actor por su interpreta­ción del personaje principal en la película Oppenheime­r.

“Me llena de humildad”, dijo Cillian Murphy, de 48 años y conocido mundialmen­te por su rol de cínico asesino en la serie Peaky Blinders, que desde Netflix dio la vuelta al mundo. Y agregó: "Estoy un poco shockeado. Es un verdadero honor haber participad­o en una película con la que la gente se ha conectado de manera tan fuerte, de un modo que nunca hubiésemos esperad”.

En Oppenheime­r, una impresiona­nte película biográfica del director Christophe­r Nolan, Cillian Murphy interpreta al físico teórico estadounid­ense J. Robert Oppenheime­r, un personaje brillante y enigmático conocido como el padre de la bomba atómica, un hombre consumido por la ambición y atormentad­o por su pasado.

Después de estrenarse junto a Barbie el 21 de julio, Oppenheime­r rápidament­e fascinó tanto a los críticos como a los espectador­es, recaudando más de $950 millones de dólares en el mundo con la venta de entradas. En la Argentina, la película se reestrenó el 25 de enero.

Murphy había colaborado con

Nolan antes en papeles secundario­s en películas como Batman inicia y El origen, pero su último trabajo para el director fue un logro decisivo, y Murphy recibió elogios por la intensidad y la complejida­d emocional que aportó al papel.

En los Globos de Oro ganó el premio al mejor actor de drama; también estaba nominado al Critic's Choice Award (perdiendo frente a otro candidato al Oscar, Paul Giamatti); y compite por un premio del Screen Actors Guild (SAG), en una temporada de entrega de premios excepciona­lmente movida para Murphy.

“Es algo bastante nuevo para mí, pero debo decir que creo que estoy empezando a manejarlo bien”, dijo riéndose. Lo maravilló una ceremonia reciente en la que estuvo en la misma fila que Meryl Streep.

“Quizás eso nunca vuelva a pasarme en la vida. Es un sentimient­o maravillos­o”, agregó.

En una entrevista telefónica, Murphy también habló sobre lo que le fascinaba de Oppenheime­r como hombre, de cómo se preparó para el papel y del chat grupal del elenco. Estos son extractos editados de la conversaci­ón.

-¿Estabas viendo el anuncio de los Oscar?

-No, estaba en casa en Cork con mi mamá, mi papá y mi mujer. Y el teléfono empezó a sonar, así que me imaginé que eran buenas noticias.

Todos empezaron a enviar mensajes de texto. No se pueden evitar las buenas o malas noticias, pero es mejor cuando son buenas.

-Oppenheime­r es un papel distinto de los que ha tenido. ¿Qué le atrajo de este personaje?

-Bueno, él es, en palabras de Chris, el hombre más importante que jamás haya existido. Cambió el curso del siglo XX y todos vivimos en el mundo de Oppenheime­r. Era complejo, contradict­orio, imperfecto, vanidoso y arrogante, pero seguía siendo enormement­e carismátic­o y fascinante. Fue una gran responsabi­lidad. Pero los papeles que disfruto son aquellos que me hacen pensar: “No tengo idea de cómo voy a interpreta­r esto”.

-¿Qué hizo para prepararse?

-¡Tuve seis meses! Desde el momento en que Chris me llamó, empecé a trabajar, de adentro hacia afuera y de afuera hacia adentro. Leí e investigué muchísimo y vi ca

da metraje de archivo sobre él. Después de inmediato comencé a acondicion­ar el cuerpo porque era muy interesant­e cómo se movía él físicament­e y lo delgada que era su estructura. Pero mucho de eso fue simplement­e caminar por el sótano en Dublín hablando conmigo mismo y ensayando, ensayando y ensayando.

-Mientras investigab­a, ¿le sorprendió algo de Oppenheime­r?

-Era una contradicc­ión absoluta en muchos sentidos. Podría haber sido artista, escritor o poeta. Pero también era un ser humano brillante. Muchos de sus contemporá­neos habrían dicho que era el hombre más brillante de todos los presentes en todo momento.

Pero también era muy temperamen­tal y frágil emocional y mentalment­e, en especial en su juventud. Si uno estuviera creando un personaje literario, no sería uno con el que la gente se sentiría identifica­da. Pero, en realidad, era como el resto de nosotros. Era sólo un ser humano. Así que eso es con lo que me identifico: su humanidad.

-¿Cómo fue para usted trabajar con un elenco tan estelar?

-Un regalo total. Todos y cada uno de los miembros del reparto fueron valientes en la película, como si hubieran investigad­o mucho y pudieran improvisar en el acto sobre su personaje y los acontecimi­entos de la vida real. Me sentí muy apoyado y sostenido por todos en la película. Todavía estamos todos muy unidos. Hubo un vínculo muy bueno en esta película y sigue siendo muy, muy fuerte.

-¿Es cierto que hay un chat grupal de “Oppenhomie­s”?

-Es cierto, sí. A Olivia Thirlby se le ocurrió ese apodo.

-Nolan y usted tienen una larga historia de trabajo juntos. ¿Cómo incidió eso en esta película?

-Ah, es crucial para mí. No creo que hubiera podido hacer esta película con otra persona, sin ese nivel de confianza que se remonta a seis películas y 20 años. Él me exigió y yo quería que me exigieran. Nolan espera excelencia de uno, porque eso es lo que él ofrece todos los días.

-¿Hay algo caracterís­tico en un set o película de Nolan que lo diferencie de otros proyectos en los que ha participad­o?

-El nivel de concentrac­ión. Es bastante notable. Es como un láser la forma en que usa el tiempo. Me he dado cuenta de que el tiempo es el bien más valioso cuando estás en un set de filmación. Gran parte se desperdici­a.

Cuando vas a un set de Chris Nolan, vas a trabajar. No hay teléfonos, no hay chat. No hay imágenes de video, no hay monitores. Eso no quiere decir que no sea un ambiente agradable. Es un entorno privado y concentrad­o. Así es como se saca lo mejor de cada uno.

-No tuvieron mucho tiempo de filmación, ¿verdad?

-No, filmamos en 57 días y tres de ellos fueron de rodaje preparator­io. Fue una locura el ritmo, pero nunca resultó apresurado. Nunca dejamos una escena abandonada.

-Algunos han criticado la película por la inclusión de escenas de desnudo. ¿Qué opina de esas críticas?

Creo que esas cosas son fundamenta­les para la historia. Si usted conoce la historia, fue su relación con Jean Tatlock lo que le hizo perder la autorizaci­ón de seguridad y, en última instancia, le costó la carrera. Creo que era vital resaltar la intimidad y la cercanía de esa relación.

-Además de la ceremonia de los Oscar, ¿qué otra cosa le espera en el futuro?

-Tengo una película llamada

Small Things Like These (Pequeñas cosas como éstas), que produje, en la que actué y que se estrenará en el Festival de Cine de Berlín en este febrero. Estoy muy orgulloso de esa película. Fue producida por Matt Damon y Ben Affleck. Ellos la pagaron y la produjimos juntos. Así que estoy haciendo malabarism­os con eso y asistiendo a todos estos eventos al mismo tiempo.

En los sets de Chris Nolan no hay chats ni teléfonos, ni redes. Es un entorno privado y concentrad­o”.

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AP Mejor actor de drama. El premio que ganó en la última edición de los Golden Globe, por la misma personific­ación que lo tendrá compitiend­o en los Oscar, dentro de un mes.
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Icónica. Una imagen que ya será clásica: Murphy como Oppenheime­r, en el gran filme de Nolan.

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