Clarín

Un melodrama operístico

- Pscholz@clarin.com

Es una de las películas más esperadas. Ferrari, de Michael Mann, con Adam Driver como don Enzo FeDino, rrari en sus épocas de Il Commendato­re al frente de la escudería del Cavallino Rosso, es todo lo que uno espera del director de Fuego contra fuego y División Miami.

No es una biopic, ya que por más que arranque con imágenes en blanco y negro con Driver manejando, trabajadas como para parecer de entonces, la acción se centra en un año, 1957. Hacía una década que él y su esposa, Laura (Penélope Cruz) habían creado la escudería, pero Maserati le quiebra los récords y la que está por quebrar es su empresa.

Y tampoco Ferrari, que compitió por el León de Oro en su estreno internacio­nal en la Mostra de Venecia, y no ganó nada, ni logró nominacion­es al Oscar (sonido y montaje eran dos posibilida­des) es una biopic que se decida sólo por la vida empresaria­l, digamos, de don Enzo, sino que incluye al hijo no reconocido que tuvo con su amante desde hace más de una década Lina Lardi (Shailene Woodley, de Misántropo, de Damián Szifron), sin que Laura se haya enterado.

Por eso no sorprender­á que la primera vez que veamos juntos a Enzo y Laura sea una mañana en la que él regresa de la casa de su amante y Laura le dispare un balazo que pega bien cerca, en la pared.

Enzo estaba familiariz­ado con la muerte. Hace poco moría su hijo

y los accidentes fatales de sus pilotos -alguno en particular se muestra de manera tremenda- son como manchas que no puede sacarse de encima.

La única manera con la que Ferrari salvaría su empresa y no necesitarí­a vendérsela a Fiat o Ford sería consiguien­do un triunfo en la Mille Miglia, la tradiciona­l carrera de resistenci­a por rutas de Italia.

Hay un par de menciones a Juan Manuel Fangio, que en ese 1957 se coronaría campeón mundial con Maserati.

Con canas y barrigón, Adam Driver volvió a rodar en Italia haciéndose pasar por un personaje de la vida real, como en La Casa Gucci (2021), de Ridley Scott, donde encarnó a Maurizio Gucci.

“Cuando conducís tenés que estar concentrad­o en un solo objetivo, todo lo demás desaparece”, dice don Enzo a través de Adam Driver. Y quien conduce este “melodrama operístico”, como lo autodefini­ó el director de División Miami, es Michael Mann. Un melodrama que habla de la pasión, la pérdida, el duelo, el amor y la ambición.

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El mito. El filme se rodó en Italia.

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