Clarín

Los buenos tiempos de Neil Diamond

- Horacio Convertini hconvertin­i@clarin.com

Viendo reels de Instagram (es decir, alelado frente a la pantalla del celular y abandonado a más de lo mismo), algo me sorprende: el algoritmo me ofrece un breve video de Neil Diamond, muy mayor, entonando “Sweet Caroline” ante una platea emocionada que lo filma con sus teléfonos y le hace los coros. Él canta desde un palco. Una leyenda dice (me informa) que Diamond sufre de Parkinson, lo que resignific­a el video, explica mejor la emoción que se extiende en el teatro y que me contagia.

¿Qué sé yo de Neil Diamond? Poco. Que metió un par de hits en los setenta. Que a Fideo, un amigo de Pompeya, le encantaba, lo cual no dejaba de ser una rareza en un barrio donde todos curtían rock o música disco. Que cantaba con una voz profunda y grave en tiempos de falsetes. Que tenía una porra abundante, muy parecida a la del Hacha Ludueña. Eso y no mucho más.

Voy a Google. Escribo Neil Diamond y Parkinson. Y me entero de que se lo diagnostic­aron en 2018 y que eso lo obligó a abandonar las giras y a poner en pausa su carrera. Que cuando se enteró fue un shock y, según contó en una entrevista que dio en 2023, estuvo “en negación” los dos primeros años hasta que decidió aceptar su estado. “Esta es la mano que Dios me ha dado y tengo que aprovechar­la al máximo”, reconoció.

El video es de diciembre de 2022, cuando Diamond asistió al estreno de “A Beautiful Noise”, un musical de Broadway basado en su propia vida. A los 82 años, se lo veía sin la porra legendaria, con una barbita canosa, buena apostura y con una voz que todavía conservaba la memoria de lo que fue.

“Sweet Caroline” es una canción de amor que Diamond grabó en 1969. Alguna vez dijo que, para escribirla, se había inspirado en Caroline, hija de John Fitzgerald Kennedy, por entonces una niña, cuando la vio haciendo equitación en la portada de una revista. Luego dio otra versión, que acaso sea complement­aria: la letra estaba dedicada a su esposa Marcia, pero para la melodía del estribillo necesitaba un nombre de tres sílabas y así recurrió al de Caroline.

Lo cierto es que el hit trascendió las épocas no tanto como una canción romántica sino como un tema motivacion­al que conquistó las canchas. Me enteré gracias a la película “Fever Pitch”, la adaptación norteameri­cana y beisbolíst­ica de una novela del británico Nick Hornby. En ella, los fanáticos de los Boston Red Sox la cantan a voz en cuello mientras avanzan en la campaña que los llevará al campeonato. Pongan en YouTube “Sweet Caroline” más “stadium” y verán infinidad de hinchadas de fútbol, beisbol, boxeo y fútbol americano entregándo­se al estribillo que dice: “Los buenos tiempos nunca parecieron tan buenos”.

No sé porque el algoritmo de Instagram me trajo el video de aquel teatro de Broadway, pero lo vi tantas veces que segurament­e me ofrecerá más (el mecanismo trabaja así, sobre repetir lo conocido). Pero eso no importa. Lo que importa es que los tiempos del viejo Neil siguen siendo buenos, pese a todo.

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