China se asoma a la deflación y preocupa a la economía global
La tendencia deflacionaria se agufiza en China y desata alarmas en el comercio global. Los precios al consumidor cayeron en enero a su ritmo más pronunciado en 14 años, un claro síntoma de un malestar económico cada vez más profundo que significa problemas para la economía del planeta.
El índice de precios al consumidor cayó un 0,8% en enero respecto al año anterior, dijo ayer jueves la Oficina Nacional de Estadísticas, el registro más débil desde septiembre de 2009. La caída fue peor que las expectativas de los economistas de una baja del 0,5%.
El fenómeno fue señalado ayer por los diarios Financial Times, The Wall Street Journal y Bloomberg
News, que publicaron sus informes marcando que la “deflación” se intensifica en China.
“Los datos muestran que China enfrenta una presión deflacionaria persistente”, dijo Zhiwei Zhang, economista jefe de Pinpoint Asset Management Ltd. “China necesita tomar medidas rápida y agresivamente para evitar el riesgo de que las expectativas deflacionarias se arraiguen entre los consumidores”, consignó. El índice de precios al productor cayó un 2,5%, marcando 16 meses consecutivos de deflación para los costos de fábrica.
Estos guarismos sugieren que China enfrenta el riesgo creciente de una racha de baja de precios a largo plazo que se vuelve más difícil de revertir cuanto más dura. Esto presenta un desafío especial para el resto del mundo. Si bien los productos más baratos de China podrían ayudar a aliviar la inflación en otros lugares, significa que la economía global también puede esperar una avalancha de importaciones a precios reducidos a medida que las fábricas chinas busquen compradores en el extranjero para productos que no pueden vender en casa. Eso corre el riesgo de presionar la manufactura interna de otros países, avivando tensiones ya agudas sobre el comercio entre China y Occidente liderado por Estados Unidos.
La caída de los precios en China se suma a una letanía de desafíos económicos que enfrenta el país este año. Se prevé que el crecimiento disminuya aun más respecto del ritmo decepcionante del año pasado. Una crisis inmobiliaria prolongada está estrangulando el gasto de los consumidores y ha incluido ya la quiebra de Evergrande, la constructora más grande del mundo, que ha sucumbido sepultada por una deuda de 300.000 millones de dólares, lastrando al resto de la economía del país. Además, China también ha tomado una serie de medidas para detener una venta masiva de acciones por valor de 5 billones de dólares. Subrayando la urgencia, Beijing destituyó el miércoles al jefe del principal regulador de valores del país, lo que provocó conmociones en toda la industria.
Los últimos datos se conocen mientras aumentan los llamados a que China haga más para estimular la economía y revertir la caída del mercado de valores. La confianza en la segunda economía más grande del mundo ha decaído a pesar de los esfuerzos del gobierno de Xi Jinping por agregar estímulos, incluidas medidas como liberar efectivo a largo plazo para los bancos y emitir más bonos gubernamentales para financiar proyectos de construcción.
La deflación es un problema económico pernicioso. La caída de los precios afecta las ganancias corporativas y lleva a los consumidores a retrasar el gasto en anticipación de mayores gangas en el futuro. Eso lleva a las empresas a recortar precios y posponer la contratación y la inversión, lo que deprime aún más el gasto y empeora el ciclo deflacionario. Algunos economistas dicen que no creen que China esté realmente en peligro de sufrir tal espiral deflacionaria.
“Creemos que la inflación volverá a territorio positivo en los próximos meses”, dijo Julian Evans-Pritchard, jefe de economía de China en Capital Economics, en una nota de investigación el jueves, aunque agregó que espera que la inflación subyacente se mantenga moderada en el tiempo previsible. Para otros economistas, sin embargo, China está mostrando algunas de las características de un problema más profundo y duradero.w