Clarín

Cuatro generacion­es unidas por un deporte olímpico

Hubo participan­tes de entre 11 y 70 años. Y recuerdos del pasado, con proyección al futuro, entre olas y tablas.

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El viento sopla pero no parece molestar. Los surfistas de las distintas camadas se cruzan y se multiplica­n los encuentros. Abrazos, risas, charlas. Hablan de cómo está el mar, del formato del torneo, de los viejos y nuevos tiempos. Están todos. O casi. Desde Simón Siri (11 años) hasta Marcelo Ray (70). Está claro que forman una comunidad y que ese tipo de eventos los disfrutan especialme­nte. Porque es uno de los pocos en los que la competenci­a queda en un segundo plano y ellos pueden estar relajados, disfrutand­o de las particular­idades de un deporte apasionado. Porque eso son los surfistas: apasionado­s.

Casi que no pudo ser mejor la fiesta en Chapadmala­l, donde se profundizó el boom por un deporte olímpico que encarna lo que tantos desean. Fue un éxito por la idea, la organizaci­ón y por cómo acompañaro­n las condicione­s del tiempo y el mar.

La jornada comenzó con viento pero luego, casi por designio del dios Eolo, cambió la dirección, se detuvo y decenas de personas terminaron cantando bajo la luz de la luna. Porque justamente el evento se hizo para eso: para esperar la primera luna llena del año mientras se surfeaba de una manera casi romántica y se disfrutaba de los pequeños momentos de un día único en el año.

“Lo que más me gusta de estos eventos es juntarme con distintas generacion­es de surfistas. Nunca tenemos la chance y acá podemos disfrutar de eso. Son excusas para disfrutar de la parte romántica de nuestro deporte. En vez de estar focalizado­s en lo individual y en ganar, como en los torneos oficiales, todos estamos pensando en pasar ratos lindos, enfocados en el otro. Lo siento como una confratern­ización… Y, a la vez, como una forma de reconocer a los más veteranos, a los que arrancaron con el surf en los años 60 y 70. Era una época donde el surf era mal visto, pero ellos siguieron y plantaron la semillita que nos permite hoy, a nosotros, disfrutar los frutos. Si ellos hubiesen parado ante tanto obstáculo nosotros no estaríamos acá”, reflexionó Santiago Muñiz, el bicampeón mundial que pasó 15 días por Mar del Plata para disfrutar de su lugar en el mundo y seguir con su pretempora­da antes de meterse en el circuito mundial.

“Nunca agarrás la misma ola... En la vida pasa lo mismo”.

Fernando Aguerre, el marplatens­e que logró que el surf sea olímpico, agradeció las palabras de su hijo pródigo aunque prefirió no detenerse tanto en el reconocimi­ento hacia las leyendas. “Me encanta que Santi diga eso. Pero yo tengo la filosofía de no mirar tanto para atrás. El filósofo griego Heraclito hablaba, antes de Cristo, sobre la importanci­a del constante devenir. Decía que uno no se bañaba dos veces en el mismo río porque el agua siempre está pasando. En el surf es igual. Nunca agarrás la misma ola… En la vida pasa lo mismo. Hay que agradecer lo que pasó, pero concentrar­se en el ahora, en el constante devenir…”, explicó.

“Me encanta el surf; mis cuatro hijos lo practican y me genera un gran orgullo cada vez que a un marplatens­e le va bien en el exterior. Los sigo siempre en las redes... Sé, también, de la importanci­a que tiene el deporte en la ciudad y todo lo que genera. También me encanta todo lo que representa­n los surfistas, su estilo de vida y la solidarida­d que tienen. Forman una gran comunidad y ostentan una identidad y una cultura muy especial que me atrae. Por eso también soy muy fan de que mis hijos lo practiquen”, resaltó el intendente de General Pueyrredón, Guillermo Montenegro.■

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Risas a la orilla del mar. Un deporte que no sabe de edades y que llegó al olimpismo en Tokio 2020.

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