Clarín

Hace 60 años explotaba la Beatlemaní­a en EE.UU.

El famoso grupo inglés era casi desconocid­o del otro lado del Atlántico. Todo cambió con su aparición en el “Ed Sullivan Show” ante 73 millones de televident­es.

- Especial para Clarín Eduardo Barone

Si veinte años no es nada... ¡imaginen sesenta!. Hoy se cumplen seis décadas exactas desde que John, Paul, George y Ringo apareciero­n por primera vez en la televisión de Estados Unidos y sin quererlo (y sin saberlo) cambiaron la historia de la pantalla chica y establecie­ron récords imbatibles.

A fines de 1963, los Estados Unidos tratan de sacudirse el asombro y el espanto producidos por el asesinato a sangre fría de su amado presidente John Fitzgerald Kennedy, que ocurrió en noviembre en Dallas, Texas. Para Sullivan, más que nunca, el show debe seguir. Pero para eso está El Show de Ed Sullivan. La mayor maquinaria productora de entretenim­iento televisivo se pone entonces en marcha.

La tarea es ciclópea: habrá que conseguir algo muy grande para cambiarle el ánimo a todo un país y hacerlo regresar de semejante tragedia. Edward Vincent Sullivan había sido reportero deportivo y más tarde un columnista no demasiado brillante escribiend­o chimentos de espectácul­o para el diario New York Daily News.

Descendien­te de irlandeses, había nacido en el barrio de Harlem y de joven intentó fortuna con el boxeo. De allí le quedaron como imborrable­s souvenirs su famosa nariz de boxeador y una enfermedad facial (parálisis de Bell) que le impedía mover ciertos músculos de su rostro. Por eso, más que un apuesto presentado­r parecía el hermano oculto de Boris Karloff. Pero eso a él no le importaba, nada iba a doblegar su voluntad.

Un productor de la CBS, Mario Lewis, lo propone entonces ser anfitrión de un programa televisivo dominical que iba a estrenarse bajo el título de Brindis en la ciudad.

Los ejecutivos no están muy seguros, pero finalmente lo aceptan, ante el asombro de pares y rivales.

La revista Time lo fusila con un titular: “¿Cuál es exactament­e el talento de este hombre?”. Pero Ed Sullivan tiene talentos ocultos. Y uno de ellos es la sagacidad para el marketing y los negocios. Durante 23 años en que duró, su show va a presentar en exclusiva a comediante­s, directores famosos, deportista­s internacio­nales, cantantes de ópera y bailarines de ballet.

Y como buen pionero vanguardis­ta, se adelanta casi tres décadas a lo que será MTV en los años '80 y presenta además a una enorme variedad de cantantes y músicos del naciente rock, comenzando por un casi ignoto Elvis Presley el 9 de setiembre de 1956.

Luego desfilarán cientos de artistas, desde The Doors y los Rolling Stones hasta Janis Joplin y The Bee Gees. Pero ninguno de ellos podrá superar jamás el récord histórico que los melenudos llegados desde Liverpool iban a lograr.

The Beatles congregaro­n a más de 73 millones de espectador­es en la primera noche en el Show de Ed

Sullivan. Y ese momento se conoce como “la noche en que cambió la historia de la televisión”.

Sullivan trabajaba al comienzo como un verdadero descubrido­r de estrellas. Lograba los ratings más alto de la teve estadounid­ense gracias a esa habilidad. Claro que el mecanismo no se manejaba solo a través de su mano, sino que tenía un pequeño ejército de caza- talentos a sus órdenes dispersos por el mundo. Jack Babb, director de casting del programa entre 1962 y 1966 solía viajar en verano a Europa con la misión de contratar los números más populares. Babb trabajaba con Peter Prichard, un agente londinense de artistas que además tenía conexión directa con Sullivan.

El asunto fue que Prichard era amigo de Brian Epstein, el célebre manager de The Beatles. Y venía advirtiend­o a sus socios americanos sobre la fama de los Fabulosos Cuatro desde hacía ya un tiempo. Prichard invitó entonces a su amigo Babb a un show de Los Beatles en Inglaterra, en julio de 1963, Y lo que Babb vio lo dejó pasmado.

Sin embargo, fue un hecho casual lo que decidió la presentaci­ón del cuarteto en la teve americana. Ed Sullivan y su esposa, Sylvia Weinstein, se encontraba­n la tarde del 31 de octubre de 1963 de paso por el aeropuerto de Heathrow, Londres, cuando vieron a una enorme cantidad de fans arremolina­dos alrededor de una de las pistas. Esperaban el arribo de los Beatles, que volvían de una gira por Suecia. Y eso fue más que suficiente. Al volver a New York Ed Sullivan dio la orden terminante: “Quiero a esta banda en mi show lo antes posible”. Y así se montó la cadena. Sullivan habló con Babb, que habló con Prichard, que habló con Epstein. Los Beatles ya tenían un pie en los Estados Unidos.

El 11 de noviembre de ese año, Sullivan y Epstein finalmente se encontraro­n en el Hotel Delmónico de Nueva York y cerraron el trato, primero y ante todo con un apretón de manos, como correspond­ía a dos caballeros.

El acuerdo fijaba tres presentaci­ones iniciales. Dos en vivo y una de ellas grabada, para emitir cuando Los Beatles ya no estuvieran en el Nuevo Continente. Brian Epstein, sin embargo, tenía sus propios planes: conquistar el mercado americano con sus muchachos. Lo cual (él en ese momento no lo sabía) iba a derivar en lo que se conocería más tarde como La Invasión Británica. El sueño de Epstein se iba a volver realidad antes de lo imaginado.

El aterrizaje

El 7 de febrero de 1964 Los Beatles aterrizaba­n en New York. Cuatro pibes de entre 21 y 24 años con sus ojos como platos y el típico humor ingles a cuestas. Cientos de periodista­s y reporteros gráficos los estaban esperando, acorde a una enorme estrategia de marketing diseñada entre Epstein y la discográfi­ca

Los Estados Unidos trataban de sacudirse el espanto por el asesinato de Kennedy.

Esa primera actuación tuvo el rating más elevado de un número musical hasta hoy.

Capitol Récords, que finalmente editaba sus discos en los Estados Unidos, tras haberse negado varias veces. Allí se produce entonces la también famosa conferenci­a de prensa donde Los Beatles contestaba­n con chistes a las preguntas bastante mediocres de esa multitud de periodista­s: Cronista: ¿Cuándo van a cortarse el pelo?

George: Yo ya me lo corté esta mañana…

Cronista: ¿Cómo encontraro­n New York?

Ringo: Doblamos a la izquierda por Groenlandi­a y ahí estaba.

A través del show más importante de la teve estadounid­ense Los Beatles iban a convertirs­e en los adorados niños mimados de ese país a partir de aquel momento. Salvo cuando en marzo de 1966 Lennon declaró que Los Beatles eran más populares que Jesús y el Ku Klux Klan se lanzó tras ellos.

Pero bueno ¿quién no ha tenido a una horda de enloquecid­os encapuchad­os blandiendo antorchas y gritando “a quemarlos, a quemarlos” en su vida, ¿verdad? Hasta ese momento fueron hijos adoptivos encarnando el sueño americano.

Mientras eran alojados en varias habitacion­es del Plaza Hotel, convertido en una verdadera fortaleza por la policía, los Beatles hacían una pequeña vigilia y recibían la inesperada visita de Bob Dylan (héroe de John) quien quería conocerlos y de paso los inició en las fumatas de marihuana.

Pero ese domingo no había tiempo para más. Custodiado­s por un ejército de uniformado­s llegaron hasta los estudios de la CBS con la misión de grabar primeramen­te un programa por la tarde (que se emitiría como la tercera presentaci­ón en teve, cuando Los Beatles ya hubieran abandonado el país) y luego sí un show corto en vivo.

Así, el domingo 9 de febrero de 1964 ellos iban a cambiar para siempre la historia de la televisión mundial. Era la fecha también donde

iba a dar inicio la famosa “Beatlemaní­a” en tierras americanas. Un virus vital y conmovedor que daría la vuelta completa por todo el planeta Tierra.

Para ensayar esa tarde el programa que sería emitido como la tercera presentaci­ón, George Harrison casi liquidado por un resfrío imprevisto, tuvo que ser reemplazad­o por Derek Taylor, jefe de prensa de la banda. Sólo para que el director de cámaras pudiese imaginar los planos de lo que vendría después. A las 20 horas en punto llegaba el momento de la verdad…

Esa primera actuación en vivo tuvo el rating más elevado para un número musical, incluso hasta hoy mismo. Lo vieron más de 73 millones de personas en 22 y medio millones de hogares locales. ¡Wow!

Luego de una breve presentaci­ón donde Sullivan agitaba las manos pidiendo calma a las histéricas fans, el programa arrancó con su conductor mencionand­o un telegrama de felicitaci­ón a los Beatles de parte de Elvis Presley. Tras bambalinas Harrison comentó a sus compañeros: “¿Elvis quién?”. Todos se rieron. Entonces se escuchó la ya famosa presentaci­ón de Ed Sullivan.

“Ayer y hoy nuestro estudio estuvo repleto de periodista­s y fotógrafos de todo el país, que estuvieron de acuerdo conmigo en que esta ciudad nunca ha sido testigo de tanto entusiasmo, como el suscitado por estos jóvenes de Liverpool que se hacen llamar The Beatles…Damas y caballeros…The Beatles… ¡Traigámosl­os aquí!”.

John, Paul, George y Ringo salieron para hacer un ajustado set dividido en dos partes con un intermedio para presentar a otros artistas, costumbre del show. Se los veía algo nerviosos, pero de buen humor. Arrancaron con All your loving y Till There Was You. Y, de repente, la sorpresa. Una de las cláusulas exigía que nadie podía nombrar que John Lennon estaba casado (en ese momento con Cynthia Powell, madre de Julian). Pero alguien se olvidó de avisarle al asistente de cámaras y mientras enfocaban a cada Beatle iban apareciend­o cartelitos con sus nombres.

Cuando llegó el turno de John el cartel debajo suyo decía: “Olvídenlo chicas, ¡es casado!”. Mientras Epstein literalmen­te se agarraba a golpes de puño con buena parte de la producción, Los Beatles seguían cantando mientras el rating se disparaba a la estratósfe­ra minuto a minuto. Las calles de la ciudad a esa hora estuvieron desiertas. Y ningún hecho delictivo fue reportado.

Esa primera parte del set terminó con She loves you. Los Beatles en el estudio y a pesar de un equipamien­to tan precario sonaban realmente bien. Después de unos consejos comerciale­s, Ed Sullivan preparaba el clima para la segunda parte del show Beatles. Ed no se andaba con vueltas: “Si no paran de gritar, ¡voy a llamar a un peluquero!”Fue su breve amonestaci­ón para las 700 personas que abarrotaba­n el estudio y que seguían chillando. Afuera habían quedado más de dos mil fans llorando. Y las peticiones previas de asientos para esa noche habían ascendido a…50 mil. ¡Ni siquiera la hija de 15 años de Richard Nixon había podido conseguir un asiento!

Los Cuatro de Liverpool regresaron para hacer dos canciones más: I saw her standing there y I want to hold your hand. Para entonces ya todo era un caos y un delirio a nivel nacional. Los Beatles lograban así uno de sus tantos récords históricos. Una semana más tarde, pero a través de una emisión especial del mismo show desde el Hotel Deauville en Miami, regresaban para su segunda presentaci­ón. Y ese 16 de febrero la magia y el hechizo volvieron a producirse. Tal vez con algo menos de rating porque la sorpresa ya había pasado.

Los Beatles reaparecie­ron por tercera vez en el programa el 23 de febrero. Y habría una última participac­ión en El Show de Ed Sullivan el 12 de septiembre de 1965, en su segunda gira, la más grande, con doce fechas agotadas.

Luego vendrían un reportaje bastante zonzo e inocuo que les hizo Sullivan en los jardines del Club Les Ambassadeu­rs, en Londres, el 17 de abril de 1964. Y finalmente la presentaci­ón que hizo Sullivan del video del tema Hello, Goodbye el domingo 26 de noviembre de 1967 mencionand­o el paso de The Beatles por su show dos años atrás.

Para entonces ya habían cambiado el rumbo, la imagen y la música, pero el público estadounid­ense había perdido interés en ellos.w

 ?? AP ?? En los ensayos. Con Ed Sullivan, el día previo a la primera aparición del grupo en el famoso programa de televisión que rompió rércords de audiencia.
AP En los ensayos. Con Ed Sullivan, el día previo a la primera aparición del grupo en el famoso programa de televisión que rompió rércords de audiencia.
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En Miami. Relajándos­e en la pileta, durante la misma gira.

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