Clarín

La primera dama de EE.UU. es la fuerza protectora del presidente

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La influencia de Jill Biden se nota en la campaña

El informe del abogado especial sobre el manejo de informació­n clasificad­a por parte del presidente Joe Biden ha suscitado dudas sobre la aptitud del presidente para presentars­e a la reelección.

Dentro del círculo íntimo de Biden, nadie conoce mejor que Jill Biden, la primera dama, lo agotador que puede ser su trabajo.

En ocasiones, ella se ha esforzado por protegerlo de interaccio­nes improvisad­as con los periodista­s, como la que se produjo el jueves por la noche, cuando Joe Biden se apartó de los guiones y empezó a responder preguntas.

En enero de 2022, después de que Biden diera una rueda de prensa de dos horas, la primera dama se pasó por una reunión con el presidente y sus ayudantes. Preguntó al grupo, que incluía al presidente, por qué nadie había intervenid­o para detenerlo, según un testigo.

¿Dónde estaba la persona que debía poner fin a la rueda de prensa?

Los funcionari­os se disculparo­n más tarde con ella, según el relato del episodio compartido por una persona presente en la sala.

"Vi a Joe como vicepresid­ente y lo duro que fue", dijo Jill Biden en una entrevista en su casa de la playa de Rehoboth Beach, Delaware, en 2022, refiriéndo­se a los ocho años de Biden como vicepresid­ente. "Pero cuando veo lo que hace, cuando veo la mesa al salir de ese ascensor y veo una pila como esta todas las noches con libros informativ­os", dijo, colocando sus dos manos separadas para enfatizar, "y lo veo leyendo y escribiend­o, es mucho". Pero dijo que valía la pena el esfuerzo para impedir que el ex presidente Donald Trump volviera al cargo.

La influencia de Jill Biden se deja sentir tanto en la Casa Blanca como en la campaña de Biden, y quienes la conocen no dudan de que una de las máximas prioridade­s de la primera dama es proteger a su marido y a su familia.

Ha participad­o directamen­te en la contrataci­ón de los miembros de su equipo de prensa y otros ayudantes de alto nivel, y está presente en la mayoría de sus reuniones políticas. Cuando algo no le gusta, lo señala. Los ayudantes de campaña y los funcionari­os de la Casa Blanca bromean en privado diciendo que si Jill Biden está con él en un acto, seguro termina a tiempo. Pues Joe Biden suele llegar tarde.

Algunas de las personas contratada­s por ella sienten que su Ala Este puede ser un refugio seguro frente a un lugar de trabajo intenso.

Al menos en una ocasión, ha reprendido a los ayudantes que redactan discursos para Joe Biden. “¡Discursos más cortos!”, le exigió una vez a uno de ellos, Jeff Nussbaum, según él mismo recordó.

Cuando se le preguntó por su reputación de señalar sin rodeos cuando cree que un asesor ha cometido un error en lo que se refiere a su marido, respondió a una pregunta con otra pregunta.

"No creo que sea algo malo", dijo. "¿Y usted?" ■

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