Murió Seiji Ozawa, director de las grandes orquestas musicales
Simbolizó la unión entre Oriente y Occidente. Tenía 88 años, falleció en Tokio y estuvo junto a colosos como Von Karajan y Leonard Bernstein.
El director japonés Seiji Ozawa, que dirigió las orquestas más prestigiosas del mundo y simbolizó a lo largo de una dilatada carrera internacional la unión entre la música de Oriente y de Occidente, murió en su casa en Tokio a los 88 años. Según la emisora pública NHK y otros medios japoneses, Ozawa falleció el martes por una insuficiencia cardíaca pero trascendió este viernes. El funeral se celebró en la intimidad, y contó con la participación solo de familiares cercanos, agregó el diario Asahi Shimbun.
Ozawa había nacido el 1 de septiembre de 1935 en la provincia china de Manchuria, que en aquel entonces era colonia japonesa, y empezó a estudiar piano en la escuela primaria. Pero tras romperse dos dedos jugando al rugby -otra de sus pasiones- cuando era adolescente, terminó volcándose a la dirección de orquesta.
En 1959 se mudó al extranjero y conoció a algunas de las más grandes estrellas del mundo de la música clásica, incluido el compositor y director Leonard Bernstein, del que fue asistente en la Filarmónica de Nueva York durante la temporada 1961-1962.
El gran director Herbert von Karajan lo contrató igualmente como asistente al año siguiente en la Filarmónica de Berlín.
Ozawa dirigió orquestas en Chicago y San Francisco, en Estados Unidos, y Toronto, en Canadá. También trabajó durante 29 años como director musical de la Orquesta Sinfónica de Boston, donde un auditorio lleva su nombre.
En 2002 se convirtió en el director titular de la Ópera Estatal de Viena, en Austria, hasta 2010.
El final de su carrera se vio marcado por la enfermedad, incluido un cáncer detectado en 2010.
Después del diagnóstico de cáncer, Ozawa y el novelista Haruki Murakami se embarcaron en una serie de seis conversaciones muy íntimas sobre música clásica en la casa del escritor y que forman parte del libro ‘Música, sólo música’ (2011). Allí Ozawa recorre desde sus comienzos como principal discípulo de Hideo Saito, en la Escuela de Música Tohogakuen, en Tokio, hasta sus apariciones al frente de la Orquesta Saito Kinen, que fundó, en 1984, como homenaje a su maestro, dentro del Festival de Matsumoto, ahora rebautizado con su propio nombre. Unas conversaciones salpicadas de reflexiones de un músico que tuvo que alejarse de la dirección y encontró tiempo para escuchar sus grabaciones: “Ha sido como mirarme en el espejo”, admite en el libro.
En estos encuentros, que se prolongaron durante dos años, ambos artistas debatieron sobre su pasión común, la música, sentándose frente al tocadiscos para escuchar a grandes compositores como Brahms, Beethoven y Mahler, entre otros, y compartir la devoción de ambos maestros por este arte. “La gente piensa que no estoy lejos de la muerte, pero voy a intentar con todas mis fuerzas evitar morirme”, bromeó en 2014, en una de sus últimas apariciones ante la prensa.
La Ópera de Viena expresó ayer su dolor por la muerte de Ozawa, quien fue su director musical entre 2002 y 2010 -cuando tuvo que retirarse por un cáncer de esófagoy colocará una bandera negra en su edificio en señal de luto.
Ozawa dirigió en ese período 14 óperas diferentes en Viena, así como varios conciertos de festivales, entre otros El Holandés Errante, Manon Lescaut, Wozzeck, Le nozze di Figaro, Cosi fan tutte, Don Giovanni, Elektra, Pique Dame, Fidelio y Eugene Onegin, como director de estreno y de repertorio.
“Carismático, electrizante, auténtico y con unas reservas de energía aparentemente inagotables, vivía cada obra que dirigía hasta el más mínimo detalle”, recordó en un comunicado el director actual de la Ópera de Viena, Bogdan Roscic. “Era sencillamente imposible no dejarse atrapar por él, ya fuera en la sala de conciertos o en el escenario de la ópera. Convencía e inspiraba de inmediato, desde el primer compás”, definió Roscic.
Ozawa quedó sorprendido cuando un periodista alemán le formuló la siguiente pregunta: “¿Cómo puede usted, un japonés, entender a Beethoven, Mozart o Brahms?”. En 1979, le confesó a The New York Times que le costó años encontrar una respuesta, nunca había visto como un oriental dirigiendo música occidental. “La música es tan internacional como una puesta de sol. Se puede ver desde París o desde Tokio. Pero siempre habrá gente que la disfrute o aprecie más. Todo el mundo puede disfrutar de Mozart. Pero no todas las mentes están dispuestas a prestarle atención”.
Su última aparición sobre un escenario se produjo, el 22 de noviembre de 2022, dirigiendo la obertura de Egmont, de Beethoven, en una retransmisión dedicada a un astronauta japonés en la Estación Espacial Internacional.