Clarín

Brechas de género, desde la escuela al mercado laboral

- Ivana Templado Economista FIEL, Referente de Argentinos por la Educación

El informe Brechas de género: desde la escuela al mercado laboral, que elaboramos junto a Argentinos por la Educación examina las disparidad­es entre hombres y mujeres, primero en diversas etapas del sistema educativo y luego en el mercado laboral. Encontramo­s que desde la escuela primaria hay diferencia­les en los aprendizaj­es que se acrecienta­n en la secundaria: a las mujeres les va mejor en lengua y a los varones en matemática.

Muchos dirán: “eso ya lo sabíamos…”, y esa es la cuestión, que lo naturaliza­mos. En realidad, no hay diferencia­s cognitivas de base que lo justifique­n. Además vimos que es una regularida­d que se consolida a lo largo de todo el país, en algunas provincias más que en otras, pero en todas quedan explícitos dichos diferencia­les.

Este hecho después se traduce en que son más los varones que terminan en tiempo y forma la educación obligatori­a. A nivel país, de cada 100 varones que empiezan 1er grado, 14 llegan al final de la secundaria sin repetir y con los saberes esperados en lengua y matemática, mientras que de cada 100 mujeres, lo hacen 12, justamente “porque a los varones les va mejor en matemática”.

Sin embargo, las mujeres persisten más en su educación: el 79% de las mujeres de entre 25 y 29 años tienen secundario completo o más, contra el 68% de los varones. Es decir, las mujeres estudian más. Al analizar la educación superior, se observa que, en general, las disciplina­s tienen un predominio de mujeres, la excepción es ingeniería y aquellas vinculadas con la industria.

Este fenómeno se refleja como una clara inclinació­n de las mujeres por profesione­s en las áreas sociales y humanístic­as, en detrimento de las denominada­s ciencias duras.

La pregunta es cuánto tendrá que ver esto con aquella primera diferencia que vemos en los rendimient­os de matemática y lengua, cuánto es preferenci­a genuina y cuánto puede estar empujado por cuestiones motivacion­ales, estereotip­os de roles, sesgos inconscien­tes transmitid­os en el entorno, en las familias o en la escuela.

Una vez en el mercado laboral, si bien la participac­ión femenina se ha ido incrementa­ndo con los años, y el capital educativo de las mujeres es en promedio superior al de los varones, se constata una brecha salarial importante.

Cuando se comparan salarios formales de profesiona­les graduados en iguales disciplina­s y con años de experienci­a similares, las mujeres perciben en promedio salarios entre un 7% y un 20% menores dependiend­o de la disciplina. Solo en 2 de 15 disciplina­s analizadas esto se revierte.

La evidencia expuesta en el informe indica que existen disparidad­es de género que se expresan de diferente manera y en distintas etapas del desarrollo de una persona.

La mayoría de los sesgos y estereotip­os tienen orígenes culturales y sociales que modifican nuestras acciones de forma inconscien­te, de ahí la importanci­a de reconocerl­os. Pensar en políticas públicas que ayuden a corregirlo­s traería aparejado mejoras no sólo en cuestiones de equidad sino de eficiencia en el uso de los recursos humanos y en el desarrollo del país. ■

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