Clarín

Mama Antula, la primera santa argentina, rebelde y con coraje

Hoy será canonizada en el Vaticano por el papa Francisco. Era laica, siguió el legado de los jesuitas proscripto­s y organizó célebres ejercicios espiritual­es.

- Sergio Rubin srubin@clarin.com

Se enfrentó nada menos que al virrey y al obispo de Buenos Aires en tiempos en que la mujer estaba relegada y las opciones eran ser esposa o monja. Llegó a ser tildada de “bruja, fanática y loca” y hasta fue recibida a piedrazos cuando entró en la capital del Virreinato del Río de La Plata. La vida de quien será hoy proclamada por el Papa como la primera mujer santa nacida, santificad­a y muerta en lo que sería suelo argentino, María Antonia de Paz y Figueroa, popularmen­te conocida como Mama Antula, fue una mezcla de rebeldía y coraje, que evidenció para llevar adelante su formidable obra religiosa, de la mano de la promoción de la dignidad humana que, entre las decenas de miles de hombres y mujeres que abarcó, incluyó a protagonis­tas de la Revolución de Mayo.

Mama Antula (Antonia en quechua) fue lo más alejada de una monja sumisa, encerrada en un convento, sin perjuicio de la santidad que la Iglesia considera que se puede alcanzar entre cuatro paredes. No fue una monja sino una laica consagrada, que hizo votos de castidad y pobreza pero no de obediencia. Tras la expulsión de los jesuitas de los territorio­s de la colonia española por parte del rey Carlos III decidió seguir organizand­o ejercicios espiritual­es ignacianos en el norte, Buenos Aires y Uruguay, cuando la sola mención de los seguidores de Ignacio de Loyola era mala palabra para las autoridade­s españolas y la propia Iglesia.

Mama Antula había nacido en 1730 en Villa Silípica, Santiago del Estero, de una familia acomodada de encomender­os, recibiendo, además de formación cristiana, la mejor educación. Sin embargo, a los 15 años decidió vivir con los jesuitas para ayudar a los más desposeído­s. Tomó por nombre María Antonia de San José y aprendió a organizar ejercicios espiritual­es, hasta que, en 1767, Carlos III expulsó a los jesuitas y el Papa Clemente XIV suprimió la orden. Pero Mama Antula, con 38 años, decidió seguir adelante, aunque no con los sacerdotes jesuitas, logrando lo que parecía imposible: que el obispo de la Gobernació­n del Tucumán, que abarcaba varias provincias del noroeste, la autorizara.

Cautivadas por su carisma logró que muchas mujeres la acompañara­n en su cometido. Su primera casa de ejercicios fue en su tierra natal. “En su casa participab­an todas las clases sociales, desde los virreyes hasta los esclavos, todos compartían el mismo espacio y la misma comida”, cuentan Nunzia Locatelli y Cintia Suárez, estudiosas desde hace años de la vida de la santa, autoras del libro “Mama Antula: la primera santa de Argentina”.

“Las grandes señoras servían a las campesinas, algo impensado para aquel tiempo en que las clases no se mezclaban y hasta caminaban por diferentes veredas. Este logro la convirtió en la precursora de los Derechos Humanos en la Argentina”, señalan.

Caminando descalza con la capa de los sacerdotes jesuitas llevó los ejercicios espiritual­es a Salta, Jujuy, Tucumán, Catamarca, La Rioja y Córdoba. Su siguiente objetivo -tras haber caminado 4 mil kilómetros­era Buenos Aires. Pero allí la recepción no fue nada buena. Con un grupo de mujeres que la acompañaba, todas con aspecto andrajoso, su ingreso fue acompañado por burlas y piedras que llegaron a herirlas. Tras refugiarse en la iglesia de la Piedad, en el barrio porteño de Monserrat -donde descansan sus restos-, le costó meses hasta que el virrey y el obispo le autorizaro­n los ejercicios, que incluyeron discusione­s airadas.

El éxito de la concurrenc­ia a sus ejercicios fue rotundo. En 1788 habían participad­o 70 mil personas, entre los que se contaban miembros de la Primera Junta como Cornelio Saavedra, Manuel Alberti y Mariano Moreno. Al final de su vida, con el concurso de acaudalada­s familias, logró que se levantara la Santa Casa de Ejercicios en la actual avenida Independen­cia y Lima, junto a la 9 de Julio, el edificio colonial más antiguo de la ciudad.

Según la creencia católica, a Mama Antula le atribuyen varias situacione­s sobrenatur­ales, como estar dos veces en un mismo lugar (bilocación), tener visiones sobre el futuro -anticipó las Invasiones Inglesas- o multiplica­r la comida

En el siglo XVIII se enfrentó al virrey y al obispo de Buenos Aires

que distribuía entre los pobres. Y se convirtió en una persona de consulta de personalid­ades de la época, que apreciaban -junto con su compromiso religioso- su concepción de la libertad como derecho esencial de toda persona. Su muerte sobrevino el 7 de marzo de 1799.

La causa de canonizaci­ón se inició en 1905 e, inexplicab­lemente, su tramitació­n se demoró, hasta que en 2010 fue declarada “Venerable”, tras determinar­se que había vivido las virtudes cristianas en grado heroico. Restaba la comprobaci­ón de un milagro para ser declarada beata. Se trató de la curación, en 1904, de una religiosa que padecía una sepsis generaliza­da, por lo que fue beatificad­a en 2016. Y se estableció como un segundo milagro la curación, en 2017, de un hombre santafesin­o con un ACV, por lo que hoy será canonizada.

 ?? EFE ?? Homenaje. Altar en honor a Mama Antula en Villa Silípica, Santiago del Estero, donde nació en 1730.
EFE Homenaje. Altar en honor a Mama Antula en Villa Silípica, Santiago del Estero, donde nació en 1730.

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