Clarín

Tiene 34 años, sabe 9 idiomas y quiere seguir aprendiend­o otros

El tucumano Nicolás Chocobar además habla esperanto, el idioma no oficial. Muchas lenguas las aprendió como autodidact­a. Sus consejos para estudiar.

- Marcelo Blanco (Maestría Clarín/Univ. de San Andrés)

Con 34 años, el tucumano Nicolás Lisandro Chocobar domina a la perfección cinco idiomas: español, inglés, alemán, portugués e italiano y conoce otros cuatro más (francés, ruso, georgiano y turco). Además, sabe comunicars­e en esperanto (idioma que aún no es oficial). Ahora busca dedicarse a ser escritor.

Cuenta que su gusto nace desde su interés por los mapas y las banderas de los países. A sus 6 años su abuela vio esa atracción y le regaló un diccionari­o-encicloped­ia, con el que se motivó a conocer más de las culturas e idiomas.

“Me atrapó por el lado de la geografía. Siempre me encantaba ver mapas, colorearlo­s, aprender de números de países”, comenta. Respaldado por su familia, a sus 8 años comenzó a aprender inglés y francés por impulso de su padre, pero luego siguió por su cuenta.

El idioma que le resultó más sencillo es el inglés y el que más le costó es el alemán, la razón es porque este último lo llegó a cursar en la UBA: en 2021 se graduó de la carrera de Traductor Público en alemán y también en portugués.

Destaca que desde sus 14 años viene estudiando el alemán de forma autodidact­a hasta profesiona­lizarlo en la universida­d. “Ahí me prendió el enamoramie­nto por los idiomas y cuando empecé a estudiar formalment­e ya me empezó a agarrar curiosidad por cualquier idioma”, remarca.

Chocobar sostiene que el italiano no le fue muy difícil aprenderlo por la ascendenci­a italiana de los argentinos, aunque al igual que el francés llega a tener algunos problemas por la pronunciac­ión y su similitud fonética que tiene con el español en algunos casos.

El ruso y el turco los llegó a cono

Trabaja como traductor y busca ser escritor.

cer por curiosidad y aprende revisando diccionari­os, también como autodidact­a. “Los entiendo en buena medida cuando los escucho, después el esperanto sería mi noveno idioma si se considera como oficial”, señala.

Cuando Clarín le consultó si entre sus objetivos estaba buscar algún récord por más idiomas aprendidos o hablados, Lisandro contestó que no lo ve como un objetivo. “Soy muy escéptico respecto de ese nivel de políglotas, podría ser alguien que hable fluidament­e siete idiomas, pero tiene que ser sí o sí alguien que viaja mucho y que tiene contacto social con mucha gente porque si no lo practicás, te olvidás”, comenta, a tiempo de mencionar que no pudo perfeccion­ar algunos idiomas como el turco porque necesita esa conversaci­ón fluida con alguien.

Para él, el método ideal para aprender un idioma es implementa­rlo en la rutina diaria y mostrar al cerebro la necesidad de hablarlo: “Hacerle ver al cerebro que sí o sí tiene que usar ese idioma para resolver situacione­s cotidianas”. A la par de esta necesidad se tiene que aprender la gramática, pero lo ve como en segundo plano.

Agrega que ver películas o leer aporta, pero que se necesita siempre una retroalime­ntación que en estos casos no se encuentra. “La película, la lectura es solamente un input, pero tiene que haber un output”, un ida y vuelta.

En una ocasión logró conocer un idioma con este método ideal: fue en 2018, cuando ganó una beca para estudiar un curso de verano de georgiano en la Universida­d Ivane Javakhishv­ili de Tbilisi, Georgia.

“Empecé a estudiar georgiano acá en Buenos Aires. Mi profesora me recomendó a una universida­d estatal de allá y ellos me aceptaron para hacer un curso de verano”, cuenta. Este idioma es el que más cariño le generó. “Digamos que me generó más apasionami­ento. Me traje muchos libros del idioma, muchos métodos y ese fue un sueño cumplido de alguien que le gusta los idiomas”.

Como pasatiempo, Lisandro también se adentró en otras lenguas como el japonés, chino, letón, esloveno y finlandés. También, le llama la atención aprender algunas lenguas indígenas como el guaraní, pero no muertas como el latín: “Nunca me atrapó para estudiarlo formalment­e”.

Su visión a futuro ahora es incursiona­r como escritor: “Me apasiona la lingüístic­a y la filosofía del objetivism­o, la semiótica que era lo que vine estudiando en la carrera y desde más antes”. Este impulso lo llevó a escribir su primer libro de 82 páginas titulado "Las vueltas del conocimien­to", en el que aborda una nueva teoría de signos que refuta la de Charles Sanders Peirce con elementos del objetivism­o que extrae del texto "La rebelión de Atlas" de la filósofa Ayn Rand.

Espera que su libro pueda ser una oportunida­d de unir, según ve, al mundo de la semiótica que se ve en universida­des públicas y el mundo del objetivism­o que se ve como algo más de las institucio­nes privadas.

Actualment­e, Lisandro Chocobar ejerce su profesión como traductor y es biblioteca­rio y directivo de la Asociación de Esperanto de Buenos Aires.w

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Libro propio. Chocobar publicó un libro de semiótica. También trabaja en la difusión del esperanto.

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