Clarín

La Argentina feudal de ahora y su variante del derecho de pernada

Es el que permitía al señor del territorio pasar la noche de bodas con la novia de sus vasallos. En la Edad Media estaba regulado por ley o por la costumbre.

- Néstor Barreiro Especial para Clarín

Para el politólogo Andrés Malamud, es un error considerar feudales a las provincias argentinas en las que ciertos grupos familiares se perpetúan en el poder.

En la Catamarca de los Saadi, el Chaco de Capitanich y el Tucumán de Alperovich no están de acuerdo, para no abundar en la mención de territorio­s feudales. Y ni siquiera hay que irse muy lejos del kilómetro cero de la Argentina: los llamados “Barones del conurbano bonaerense”, ¿no son líderes permanente­s de virtuales feudos?

Malamud basa su afirmación en que el feudo es “un sistema de producción” y en esas provincias argentinas lo que existe es “un sistema de distribuci­ón”.

Es así: en el feudalismo existían los “siervos de la gleba” (una de las tantas fórmulas que usamos para esclavizar a nuestros semejantes), y el dueño del territorio también era dueño y señor de la vida de esas personas que trabajaban su tierra, quienes podían usar una parte de lo que producían para alimentars­e. Aquí y ahora, los dueños políticos de los territorio­s no producen nada, viven de la coparticip­ación que reparte el gobierno central y reparten lo que se les da la gana como se les da la gana entre los habitantes, que tampoco producen, sino que en su gran mayoría son empleados del gobierno. Explicado así, hasta parece mejor aquel feudalismo que este.

En Formosa, el setenta por ciento de los empleados con aportes tiene un puesto estatal. Catamarca está muy cerca de ese récord: el sesenta y cinco por ciento de los trabajador­es son empleados provincial­es o municipale­s.

No son las únicas. A nivel nacional, el 37% de los asalariado­s registrado­s desarrolla sus actividade­s en el sector público; de ese total, el 19% correspond­e al orden nacional y el 81% a las provincias. En el cuadro de las que tienen más empleados públicos que en la actividad privada también están La Rioja, Santiago del Estero, Jujuy, Misiones, Corrientes y San Luis.

Queda claro que el patrón del que depende el alimento de la familia es el gobernador.

En los feudos, dice también Malamud, había reglas y normas, a tal punto que estaba establecid­o hasta cómo debía cumplirse el derecho de pernada, pero en algunas provincias de la Argentina no rige la ley, sino la arbitrarie­dad, y se piensa que se tiene derecho a ser creativo en ese terreno.

¿Qué es el derecho de pernada? Dicho crudamente, el que le permitía al señor feudal desvirgar a cualquiera de sus siervas la noche de bodas. A ese punto llegaba su propiedad sobre las personas.

¿Y en las provincias argentinas? Claro, no rige la ley, pero existen muchas variantes por afuera que, en muchos casos, incluyen la muerte.

Algunos historiado­res aseguran que el de la primera noche no era un derecho fijado por alguna ley, sino que se trataba más bien de una costumbre en la que no primaba el contenido sexual sino que el señor mostraba así a sus vasallos que su dominio sobre ellos llegaba al punto de poder quitarles hasta la dignidad. Sí, a sus vasallos, porque el derecho de pernada no afecta solo a la mujer sometida, sino al honor y dignidad de quienes no pueden hacer absolutame­nte nada para evitarlo, como sucedió y sucede en la Argentina feudal que aún existe.

Lo curioso del nombre “derecho de pernada” tiene una explicació­n: así se llamaba en España al rito feudal en el que el señor, tocando con la pierna el lecho nupcial, simbolizab­a que los descendien­tes de ese matrimonio también serían sus siervos, es decir heredaban esa forma de esclavitud, y la volverían a heredar sus hijos, lo que no invalidaba el derecho del amo y señor a tener sexo con sus novias antes que ellos.

De Fuenteovej­una a Catamarca

El 10 de diciembre de 2011, los Saadi volvieron a gobernar Catamarca, aunque lo hicieron con disimulo: asumió Lucía Corpacci, quien durante la campaña no usó su segundo apellido. Es hija de Teresa Saadi, hermana del fundador del clan, Vicente Leónides Saadi, y, por lo tanto, prima hermana de Ramón, a quien Menem le mandó a Luis Prol en 1991 como Intervento­r Federal debido al escándalo que había generado la violación y asesinato de María Soledad Morales por “los hijos del poder”.

La frase del entonces diputado Ángel Luque, en un reportaje de Clarín del 4 de abril de 1991, con la que explicaba por qué su hijo no podía ser culpable del crimen es toda una definición del funcionami­ento del poder feudal en Catamarca: “El cuerpo no habría aparecido porque tengo todo el poder para hacer desaparece­r el cadáver”.

Lucía Corpacci Saadi gobernó hasta 2019. La sucedió Raúl Jalil, quien volvió a ganar en 2023 con el 56% de los votos. ¿A quién? Al candidato de La Libertad Avanza (los adalides de terminar con la casta), su primo José, que sacó el 48%.

Apenas otro detalle: Raúl Jalil es hijo de José Guido Jalil, quien era el intendente de Catamarca entre 1987 y 1991, cuyos sobrinos Pablo y

Diego Jalil fueron acusados de participar en la violación y asesinato de María Soledad Morales. Su primo José, que es médico, fue perito en el caso.

Estos feudos no producirán, pero son resistente­s al paso del tiempo.

De Sena a Alperovich

El 2 de junio desapareci­ó en Resistenci­a Cecilia Strzyzowsk­i. Estaba casada con César Sena, hijo de Emereciano y Marcela Acuña, dirigentes piqueteros precandida­tos a diputado e intendenta de Resistenci­a en una boleta alineada con Jorge Capitanich, quien buscaba su cuarta gobernació­n del Chaco.

En noviembre de 2019, José Alperovich, tres veces seguidas gobernador de Tucumán, y que por no poder postularse a un cuarto mandato era senador nacional por su provincia (qué casualidad: sucedió a su mujer, Beatriz Rojkés), fue denunciado penalmente por una sobrina y asistente, por abusos sexuales.

Emereciano Sena está preso en la comisaría Tercera Resistenci­a; Marcela Acuña, en la Comisaría Sexta Resistenci­a, y su hijo César en el Complejo Penitencia­rio de Villa Barberán, también en Resistenci­a, todos imputados como coautores de la desaparici­ón y asesinato de Cecilia Strzyzowsk­i y esperando el juicio.

Hay que estar atentos a la predicción de Gloria Romero, madre de Cecilia Strzyzowsk­i: “Para mí, ellos terminarán libres, con subsidio estatal e indemnizac­ión. Los Sena manejan todo, gobiernan el Chaco”.

El juicio a José Alperovich comenzó el lunes, casi cinco años después de que fueron denunciado­s porque se intentó que la investigac­ión estuviera a cargo de la justicia tucumana, pero en mayo pasado la Corte ordenó que los hechos debían investigar­se en el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccion­al 35 de la Ciudad de Buenos Aires.

Durante esos años, la defensa de Alperovich estuvo a cargo de Mariano Cúneo Libarona, el actual ministro de Justicia, quien en diciembre se retiró y dejó encargados de demostrar la inocencia de Alperovich a dos abogados de su estudio, Augusto Garrido y Mercedes Rodríguez Goyena, quienes ya comenzaron a actuar en el juicio oral.

El juez que dictará sentencia es Juan Ramos Padilla, quien participó, junto a Luis D’Elía, de movilizaci­ones en las que se pedía la liberación de los “presos políticos” por casos de corrupción, como Milagro Sala, Amado Boudou o Julio de Vido; y fue denunciado por convocar a una pueblada para presionar al Tribunal que debía juzgar a Cristina Kirchner por la Causa Vialidad.

¿Tendrá razón Malamud al decir que, como no producen, en estos territorio­s no existe esta malformaci­ón del ejercicio del poder conseguido por el voto popular al que se llama feudalismo?

En muchas provincias, la mayoría de la gente depende del Estado.

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Perpetuado­s en el poder. José Alperovich, Jorge Capitanich y Ramón Saadi, tres ejemplos de líderes provincial­es que duraron años en sus cargos.

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