Clarín

Berazategu­i: el curioso posteo de la mujer asesinada de 24 puñaladas

“Duele decir que está todo bien”, escribió María Luisa Belén Muñoz (34) en Facebook, doce horas antes de que Alejandro Albornoz (34) la matara.

- niocco@clarin.com

Había terminado el secundario y esperaba, ansiosa, cada mañana para reunirse con sus compañeros del secundario de adultos de su barrio. Amanecía a las 5, antes de que sus hijos despertara­n, para cocinar algún pan o budín que compartirí­an juntos.

María Luisa Belén Muñoz tenía 34 años y cuatro hijos, la mayor de 12 años que está a punto de empezar el secundario y, el más chiquito, de 3, que arrancaría el jardín.

"Este año iba a hacer tantas cosas, tenía tanto por vivir. Se había anotado en la universida­d para ser martillera pública, estaba muy contenta porque iba a empezar a estudiar. Tenía un montón de cosas por hacer. Sabíamos que él era violento, pero sólo nos enteramos a través de los vecinos de que él le pegaba. A nosotros nos negaba todo", cuenta Celeste, la hermana de Luisa.

Luisa conoció a Alejandro Albornoz (34) cuando tenía 19 años. Tuvieron una relación adolescent­e hasta que "él le pegó". Fue ese golpe el que terminó por convencerl­a de alejarse y se separaron.

Ella siguió con su vida y formó una nueva pareja con la que tuvo tres hijos. La mayor, a los 22. Estuvo en pareja 11 años con aquel hombre pero, a pesar de que creyó haber escapado de la violencia, la volvió a encontrar: el padre de sus hijos la golpeaba y tuvo que emitir una restricció­n de acercamien­to.

Poco después Luisa se fue a vivir a una casa ubicada en las calles 115 y 12, en Berazategu­i, al sur del Gran Buenos Aires. Para 2019 Albornoz y María Luisa se volvieron a encontrar y retomaron el vínculo. Durante la pandemia empezó la convivenci­a.

Durante 2020 y 2021 la familia notó que la joven se alejaba, que ya no tenían vínculo y no permitía que viera a los chicos. Ese alejamient­o, contrarres­tado por la insistenci­a de la familia de María Luisa, les permitió notar que algo pasaba en esa casa. "Cada vez que uno llama para pedir ayuda, te dicen que la que tiene que denunciar es la víctima y por eso nunca pudimos hacer nada, ni con el anterior ni con este", lamentan en su entorno.

Luisa intentó echarlo de la casa, según se enteraron porque les contó a una vecina. Ella sentía que podía "controlarl­o" y que "había tomado las riendas de la relación".

El sábado, doce horas antes del femicidio, María Luisa había publicado un extenso mensaje en Facebook con varias definicion­es. Entre ellas, decía: "Todo esto que me pasa nadie sabe, nadie lo ve y a muy pocos se los cuento" y "duele decir que no, duele decir que está todo bien".

La casa en la que vivían compartía terreno con la de la mamá de María Luisa y su hermana Celeste. "Era tan grande que la dividimos en dos. La pared de la cocina las separaba. Del otro lado ella tenía el baño", describen. Fue a través de esa división que su hermana escuchó los gritos: "¡Ale, no!", gritaba. Celeste golpeaba la pared desesperab­a y le pedía que parara.

Fue el domingo por la madrugada. "Habíamos ido (con María Luisa) a lo de mi prima, que vive a la vuelta, a jugar al bingo", cuenta Celeste y sonríe apenas por la inocencia de la salida, todavía incrédula de lo que pasaría después. "Estábamos las tres con mi hijo. A eso de las 3 de la mañana él tenía sueño y decidí volver, ella se ofreció a acompañarn­os. Volvimos juntas", recuerda en diálogo con Clarín.

El plan de Luisa era "bañarse y dormir". En la casa dormían los cuatro hijos de la mujer que fue atacada en el baño: Albornoz le dio 24 puñaladas. "Entró al baño y no salió más", lamenta uno de los investigad­ores.

"Salí de bañarme y me fui a acostar. Empecé a escuchar los gritos y me acerqué a la cocina. Se escuchaba que le decía que no, como si tuviera la boca tapada. Me desesperé y empecé a golpear la pared. Pensé que había dejado de pegarle cuando ya no se escuchaba nada. La llamaba y no atendía, le mandaba mensajes, nada. Entonces llamé a mi sobrina que me dijo que su mamá estaba en el baño y me rogó que fuera", reconstruy­e Celeste que este lunes por la noche despedirá a su hermana en una casa velatoria de Berazategu­i.

Celeste llamó a sus primos, a su mamá, a su papá y todos golpearon la puerta exigiendo a Albornoz que saliera. Sospechan que por miedo a las represalia­s, él mismo llamó a la policía y se entregó: "Hice lo que no tenía que hacer", les habría dicho.

La investigac­ión

Albornoz quedó detenido y fue indagado por el fiscal Daniel Ichazo, de la UFI descentral­izada 1 de Berazategu­i pero se negó a declarar. Según confirmaro­n a Clarín tenía una causa en el fuero de Familia por haber ejercido violencia contra su madre y su hermana.

Está acusado de “homicidio agravado por el vínculo y por mediar violencia de género”, lo que prevé una pena de prisión perpetua.

El acusado seguirá detenido y el fiscal cuenta con un plazo de 15 días, prorrogabl­es por otros 15, para solicitar su prisión preventiva al Juzgado de Garantías.

Tenía 4 hijos y había terminado la escuela media para adultos.

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María Luisa. Asesinada por Alejandro Albornoz, estaba por inscribirs­e en la faculad para martillera pública.

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