Clarín

Alain (por Delon) y Debray (por Debray)

- Luis Vinker lvinker@clarin.com

Horacio Malvicino, quien nos dejó hace pocos meses, fue un músico prolífico y excepciona­l. La síntesis de su calidad podría ser aquella definición de Piazzolla quien, en la biografía escrita por Natalio Gorin, consideró a Malvicino como “el guitarrist­a que mejor comprendió todo lo que yo escribí”. Fueron más de tres décadas juntos, en las distintas formacione­s de Piazzolla, a quien Malvicino consideró su referente absoluto, inclusive desde sus comienzos jazzeros.

La trayectori­a de Malvicino como intérprete, compositor, mánager y mucho más da para colocarlo en el Olimpo de la música de distintos géneros. En sus múltiples viajes llegó a ver a Los Beatles en el memorable show del Shea Stadium, o a compartir aquellas giras con Piazzolla, a tocar con músicos como Gary Burton, Lalo Schiffrin, Yo-Yo y otros garndes. Pero uno de los recuerdos más curiosos es aquel momento en el que vendió millones de copias por un disco de tangos… sin que estuviera firmado por Malvicino. Así lo contó él: “Rodríguez Luque, hombre de radio y excelente productor, hizo mucho para que yo llegara a dirigir la RCA. Un día desde Francia me proponen producir ese disco instrument­al sobre tangos argentinos, elegimos La Cumparsita y El Choclo. Resulta que mi apellido italiano no les convencía, entonces me pusieron Alain, por Delon, y Debray, por el filósofo francés que protagoniz­ó el Mayo del 68”. Fue un suceso: “Se vendieron dos millones de discos en 26 países. Pero en la Argentina, en cuánto supieron que no era un francés el que había grabado, sino un simple músico compatriot­a, las ventas bajaron”. No obstante, “Alain Debray” estuvo presente en otras obras, incluyendo Adiós, pampa mía; Caminito; A media luz y El pañuelito. Malvicino ya había utilizado otros seudónimos Malveta, Don Nobody, Digui Rual, El Gaitero de Texas, Gino Bonetti- pero como Debray llegó a grabar varios discos de “música ligera” (easy-listening) que también tuvieron su momento de euforia y hasta firmó otro álbum de folclore con Los Chalchaler­os. También “Alain Debray” como tal se ocupó de la musicaliza­ción de algunas de las telenovela­s que millones de personas seguían en los 70 (Piel Naranja, por ejemplo) y hasta de la más famosa publicidad de su época, la de los vinos Crespi en la que actuó Hugo Arana.

Con otra vocación -la medicina, decidió completar sus estudios y recibirse cuando ya había cumplido 80 años- la música lo atrapó por completo al llegar desde Concordia a Buenos Aires, en múltiples tareas. Alguna vez apuntó que “la música es el arte de combinar los horarios”. Y así fue por siempre, inclusive hasta en los últimos tiempos cuando era uno de los líderes de la Asociación Argentina de Intérprete­s. Esos mismos tiempos colocaron las cosas en su lugar y muchos de quienes se habían llevado los discos de “Alain Debray” en la ola de consumo de los 60 y 70 descubrier­on después el arte y la magia de un creador llamado Malvicino.

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