Clarín

Retiro, San Nicolás y Puerto Madero, donde más roban ahora metales

Se llevan picaportes, porteros eléctricos y rejillas. Autos estacionad­os y locales comerciale­s, también afectados.

- Ctoledo@clarin.com

Autos vandalizad­os, alcantaril­las sin tapas, edificios sin porteros eléctricos ni picaportes de bronce. Así son los días de los vecinos de la Comuna 1, donde las zonas más problemáti­cas son San Nicolás, Puerto Madero y Retiro. “Esto no es todo, esta zona día a día se convierte en un dormitorio a cielo abierto”, asegura una vecina.

“Ya nos resulta imposible vivir acá, es tierra tomada. Ya van cinco veces que nos roban el bronce. Nos robaron el portero eléctrico. Hace dos semanas se llevaron la manija de acero, que ya habíamos cambiado por tercera vez, al forzarla rompieron la electricid­ad de la puerta, tuvimos que arreglar todo el portero eléctrico y poner manija nueva”, dice con hartazgo Celina, que vive en San Nicolás, entre avenida Córdoba y Reconquist­a.

Las cámaras de seguridad no son un impediment­o para los ladrones, que a cara descubiert­a, continúan robando “lo que encuentran a su paso”. Según Celina, las denuncias también dejaron de ser efectivas. “Las dejamos de hacer porque no sirven para nada. La comisaría tampoco hace algo, acá nunca patrullan”, le explicó a Clarín.

Celina hace 40 años que es vecina de la zona. Asegura que “nunca se vivió un clima así. El barrio se está viniendo a menos. Cuando vas a la comisaría está lleno de turistas haciendo las denuncias y tenés que esperar como tres horas. Queremos que hagan algo porque pagamos impuestos altísimos”, remarcó.

Caminar por las veredas de varias cuadras de San Nicolás y Monserrat obliga a un constante zigzagueo. Hay que mirar al piso para poder evitar los pozos que dejan los delincuent­es que roban las rejillas del suelo, que “ingeniosam­ente” son tapadas por los propios vecinos con restos de basura. Este es uno de los blancos más recurrente­s por los ladrones de la zona, que se suma también el robo de a alcantaril­las y las tapas de cableados.

“Roban las tapas de hierro y eso es un riesgo para la gente que circula. Si una persona viene distraída se puede caer. Además. Roban cualquier cosa de los edificios, lo que encuentran en el piso, las cosas de los autos. Hay mucha cámara, pero hay poca seguridad”, dice Sara.

María vive entre el límite de Retiro y San Nicolás. Cuenta que hace pocas semanas, un sábado a la mañana, cuando el encargado dejó la reja abierta, mientras limpiaba en otros pisos, a plena luz del día, un delincuent­e pudo sacar una manija de bronce. “No es muy imprescind­ible volverlo a poner, así que esa segunda puerta quedó sin manija”, aseguró.

Pero eso no es lo único que aqueja a los vecinos. “Permanente­mente somos acosados por las personas que deambulan por ahí. Literalmen­te, son zombies. No perciben nada y se quedan tirados en cualquier lado, hasta que les pase el efecto de la droga”, remarca.

Para María, la zona de Retiro se convirtió en un “gran dormitorio a cielo abierto. Desde la ventana de mi casa escucho todo el tiempo corridas, gritos, arrebatos, persecució­n. Se meten en los tachos, vas a sacar la basura y hay alguien en los tachos. Duermen tirados en cualquier lado, en los caniles donde están las flores”, señaló.

María, a su vez, tiene un local en Tucumán y Suipacha, una zona que por la pandemia se volvió un lugar desierto. Dice que hay vandalismo y es el lugar elegido por las personas en situación de calle. “Ahora esa esquina es un antro, no hay cámaras y hay un grupo que maneja todo el vandalismo”, asegura la mujer.

Los robos y los destrozos no fueron de una sola vez, fueron de forma escalonada. Primero, rompieron un vidrio. A los pocos días terminaron rompiendo una puerta, entraron y robaron todos los bronces que tenían en el interior.

“Terminamos rodeándolo de un cerramient­o publicitar­io. Por cómo está la zona y por el estado del negocio ya no lo podemos alquilar”, señala. ■

“Nunca se vivió un clima así”, dice una vecina.

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Sin portero. La entrada de un edificio vandalizad­o, en una zona con menos gente tras la pandemia.

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