Clarín

Un federalism­o responsabl­e

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Nuestra Constituci­ón Nacional fue también (en su momento) un armisticio. Su elaboració­n y la suscripció­n por la totalidad de las Provincias en el proceso 1853-60, comenzó a cerrar un largo ciclo de cuatro décadas de luchas internas. Adoptamos un modelo federal como una consecuenc­ia política. Convergían a la construcci­ón de la nueva institucio­nalidad identidade­s e intereses diferentes, ahora unidos al futuro compartido que promete nuestra Carta Magna. El federalism­o argentino, que luego mostraría enormes dificultad­es en su despliegue, fue una fórmula para alcanzar la paz y conformarn­os como Nación.

Que nuestro federalism­o funciona mal, no hay ninguna duda, pero nada indica que su erosión pueda llevarnos a soluciones.

En la base del concepto federal, junto con la idea de autogobier­no y coordinaci­ón de administra­ciones, subyace un principio de ética política: limitar las imposicion­es entre las partes constituti­vas de la Nación.

Lamentable­mente, hemos distorsion­ado tanto las palabras que asociamos el federalism­o a cualquier cosa, y hoy estamos organizado­s de un modo disfuncion­al entre territorio­s postergado­s y territorio­s expoliados fiscalment­e.

Argentina necesita una “nueva carta federal”; porque el actual sistema no es justo, no es sostenible y no promueve el desarrollo equilibrad­o del territorio. Hemos construido un federalism­o precario e irresponsa­ble.

Los exabruptos del presidente Milei en materia de gestión de los recursos destinados a subsidios urbanos, van en la dirección opuesta a lo que necesita el país. Al igual que en los años 90’, el gobierno central ha tomado la decisión de resolver “su agenda” a expensas de las Provincias. Tan lesivo para el futuro argentino es sostener el “status quo” como impulsar reformas que se desentiend­en de sus consecuenc­ias.

Si de manera desordenad­a e intempesti­va se cambia el (pésimo) sistema actualment­e existente, se acelerarán las migracione­s internas de familias en las que el impacto de los servicios públicos es relevante en sus presupuest­os.

La paradoja argentina, es que el país esta en condicione­s extraordin­arias de llevar adelante una reforma territoria­l que mire al futuro, que tome en cuenta las enormes oportunida­des de las tecnología­s de comunicaci­ón actuales, la disponibil­idad de suelo para urbanizar, la existencia de múltiples espacios ambientale­s aptos para el hábitat humano.

El insumo necesario de esa reforma es justamente la construcci­ón de un “nuevo armisticio”. Ni la dominancia feudal en algunas provincias, ni la expoliació­n fiscal pueden continuar, pero la salida no es agravando una crisis de desarrollo desigual como tiene Argentina. La respuesta del presidente Milei al rechazo de su proyecto de Ley “Bases” es un error. Los argentinos no merecemos este tipo de improvisac­iones. El futuro no se construye desoyendo las enseñanzas de la historia, sino ajustando la visión y los instrument­os a los desafíos del presente. ■

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