El cardiólogo que salvó a Maradona y se fue “harto de un país nocivo”
Carlos Álvarez dejó la Argentina en 2020 y se radicó en Uruguay. Sobre Diego dijo que recomendó su recuperación en Canadá, pero no le hicieron caso.
A los 82 años, el cardiólogo Carlos Benjamín Álvarez, reconocido por su vasta trayectoria pero también porque estuvo mucho tiempo junto a Diego Maradona y fue quien le salvó una de sus tantas vidas en
2004, habla seguido de alivio y tranquilidad. “Son las sensaciones
que vine a buscar aquí, un poco cansado con lo de allá”. El médico recibió a Clarín en su consultorio frente al puerto de Punta del Este, luego de abandonar Buenos Aires.
“Me fui viniendo de a poco, probando en medio de la pandemia, que fue un momento duro, porque trabajamos durante meses sin estar vacunados y en las condiciones más precarias. La Medicina se estaba politizando demasiado. Perdí a varios colegas amigos y con mi señora artista, Fiona White, que algo parecido atravesaba en su trabajo cada vez más sindicalizado en el Museo Nacional de Bellas Artes, vimos con buenos ojos el pensar en irnos de nuestro querido país”.
Dice que la primera opción fue España y la segunda fue venir a
Uruguay. “Lo elegimos no sólo por su cercanía sino también por su política sanitaria ante el Covid, además de que aquí ya se vacunaba con Pfizer cuando en Argentina estaba recién llegando la Sputnik y todo el despelote que se generó con las vacunas rusas”, recuerda quien a sus 19 años ya trabajaba en la cátedra de Bernardo Houssay, premio Nobel de Medicina.
Para mudarse a Uruguay y ejercer como médico, “sin pensar en sacarle el trabajo a nadie”, Álvarez tuvo que hacer la reválida y volver a los tiempos de estudiante. “Rendí Derecho Penal y Civil de Uruguay, que me llevaron a tener que estudiar, a mis 80 años, seis horas por día durante seis meses para obtener el Doctorado en la Universidad de la República. Más allá de lo duro que fue, valió la pena el esfuerzo: residir aquí me representa una calidad de vida muy bienvenida a esta altura del partido”.
La calidad de vida “es lo que se dice siempre, el poder estar a las dos de la mañana hablando por teléfono en plena la calle con la tranquilidad de que nadie te va a venir a asaltar, porque, por sobre todas las cosas, en Punta del Este no existe el mercado negro de celulares”.
No sólo el índice de delitos es muy bajo sino que, además, “el 80 por ciento de los habitantes tiene el colegio secundario terminado. La Educación tiene un papel fundamental, al revés de lo que sucede
en Buenos Aires ¿sabés lo que significa a mi edad recuperar la chance de poder tener proyectos y futuro? En mi país no hay ningún proyecto que no esté vinculado con el Estado, nadie puede ser exitoso en su profesión o muy pocos, si no está el Ministerio de Salud en el medio. Es tan frustrante como insoportable”, señala el profesional, que cobra dos jubilaciones mínimas en Argentina y tiene como hobbies tocar la guitarra, andar en bicicleta y pescar con mosca.
Más allá de los sentimientos por el país, los lazos familiares y los amigos de toda la vida, “es difícil la Argentina porque es un país muy nocivo. Basta con sintonizar un noticiero
y te encontrás con un aluvión de pálidas, te carcome la cabeza. Pero esto no es de ahora, la decadencia viene de hace décadas.
Igual viajo dos veces por mes a Buenos Aires para atender a pacientes. Me llaman empresarios, banqueros, gente de poder que me pone un avión charter. Hace unos días estuve allí colocando dos stent en aorta. El paciente está fantástico”.
Apasionado por su profesión, Álvarez, que fundó el Instituto de Cardiología del Hospital Español y la clínica Sacre Coeur, comparte su vocación de estar aggiornado y seguir aprendiendo. “Cada día leo al menos cinco artículos de revistas científicas. No me puedo dar el lujo de no saber qué pasa en el mundo científico. Estoy al tanto de todo, pero, en general, los médicos se forman lo mínimo imprescindible, están más preocupados por la guita que por evolucionar”.
En Punta del Este, Alvarez tiene pacientes particulares, realiza interconsultas y acuden a él para segundas opiniones. “Una de las cosas que más me hartaron de Argentina es la institucionalización de
la corruptela. Pero no sólo me refiero a los chanchullos del Gobierno que se fue sino también a la vista gorda de una sociedad que avala y hasta celebra la trampa y de otra sociedad acomodada que vive en una riqueza obscena, que no se sabe cómo se la construyó”.
Álvarez define al ex ministro de Salud Ginés González García como “una persona que se dedicó al sanitarismo médico y a los vínculos políticos que lo llevaron a tener un cargo. Durante la pandemia fue la
peor cara de las vacunas contra el Covid. Lo más indignante fue que, después del trabajo de investigación previo al desarrollo de la vacuna Pfizer, que Fernando Polack hizo en el Hospital Militar, se firmó un inexplicable contrato con Sputnik, cuyos componentes no se sabían”. Habla de “pan y circo” al referirse a la movida política en la que el entonces presidente Alberto Fernández y González García o su sucesora Carla Vizzoti “se sacaban una foto con las vacunas y el avión de fondo generando un show ridículo. Después saltó lo del vacunatorio VIP. En Uruguay no pueden creer cómo se destruyó el país, cómo los distintos gobiernos lo vaciaron y lo peor fue que se institucionalizó la corruptela a todo nivel. Y tan grave como eso es que a la sociedad no le parece mal que las autoridades afanen ¿viste ese dicho ‘afanan pero hacen’? Así es nuestro país”.
Recuerda que hace dos décadas, desde la clínica Cantegril de Punta del Este fue llamado de urgencia a Buenos Aires, para viajar y ver a Maradona, internado en terapia intensiva por una severa insuficiencia cardíaca. “Se comunicó Alfredo Cahe -uno de los médicos que atendieron al Diez- y volé de inmediato a Uruguay. Diego estaba grave, su corazón tenía el 27 por ciento de sus funciones y su posibilidad de morir era alta. Lo primero que hice fue extraerle sangre, tenía 5 mil microgramos de cocaína ingeridos, una barbaridad. Pero Maradona siempre fue fuerte como un toro.
Después de una semana pude restablecerlo, logré que bajara 20 kilos en tiempo récord y ponerlo en condiciones para viajar a Argentina, donde lo interné en el Instituto Sacre Coeur, donde yo era el director, para estudiarlo en profundidad”.
“Le tomé biopsias ventriculares que envié a Estados Unidos y allí, mi colega y amigo Valentín Fuster me dijo que Maradona tenía lesiones provocadas por cocaetanol, mezcla de cocaína con alcohol, muy tóxico para la fibra miocárdica. Era parcialmente reversible si el paciente tenía conducta. Todas las noches, cuando me iba a dormir, pensaba: ‘si se me muere Diego tengo que ir a vivir a Saturno porque me van a matar’. Pero lo sacamos adelante”.w
Cuando el Diez fue llevado a Cuba, Álvarez prefirió alejarse.
El médico valora la “seguridad y la calidad de vida” de Uruguay.