Clarín

Messi, a pura pincelada, se dio el gusto de jugar ante Newell’s

El crack argentino se mostró activo y sin rastros de la lesión que sufrió en la gira. Fue 1-1 entre Inter Miami y la Lepra. Todos querían su foto con la Pulga.

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El fútbol volvió a ser una excusa. En realidad, sirvió para volver a ver en acción a Lionel Messi. Fueron 60 minutos de una versión buena (y actual) del campeón del mundo. Sus pinceladas levantaron suspiros en el estadio DVR PNK, donde el Inter Miami retornó tras su convulsion­ada gira por Asia, pero no le permitiero­n convertir en este amistoso especial en su vida, contra el club que le abrió las puertas por primera vez para federarse como jugador. Las Garzas empataron 1-1 a Newell’s, ya con la Pulga en el banco de suplentes al momento de los goles, y cerraron su preparació­n para el inicio de la MLS, el próximo miércoles ante Real Salt Lake.

Un nutrido puñado de hinchas de la Lepra invadió Fort Lauderdale. Se hicieron sentir en las calles, paseando en los buses turísticos con sus banderas y también en las tribunas, donde también estuvo la familia de Leo. Más aún con la igualdad de Franco Díaz, que a 10 minutos del final puso la paridad después que Inter se adelantara por un cabezazo del haitiano Shanyder Borgelin. “Ponga huevos, que ganamos...”, resonó en el estadio como si fuera el Coloso Marcelo Bielsa.

Ellos vieron a Messi disfrutar. De la previa, donde se cruzó con Diego Valeri -hoy comentaris­ta en las transmisio­nes oficiales-; del durante mientras intercambi­aba risas y charla con Ever Banega del entretiemp­o con una foto con la Fiera Rodríguez y Tata Martino sosteniend­o la camiseta rojinegra; y del post, donde accedióa sacarse fotos con cada uno de los futbolista­s de Newell’s que se lo requirió.

Messi estuvo mucho más activo que en el recorrido de 38.000 kilómetros que hizo para esta pretempora­da. Fue su demostraci­ón más humana, la que estamos acostumbra­dos a ver en la etapa después de la conquista de Qatar 2022. Destellos de su calidad, sabiendo cuándo correr, dónde ubicarse y cómo poder hacerle daño al rival. Ante Newell’s, menos iba a intentar ser ese jugador avasallant­e que gambeteaba como conitos a los rivales y que acumulaba videos para ver en loop en TikTok.

A los 30 minutos, recibió en tres cuartos de cancha y arrancó a pura velocidad y conducción por el centro. Lo corría Pablo Pérez, que jugó de prestado y no lo alcanzó ni agarrándol­o, y tampoco otros tres rivales, que vieron cómo intentó acomodarla contra el palo derecho de Lucas Hoyos, espectador de lujo.

Siete minutos más tarde llegó otra especialid­ad: el tiro libre. Lo generó él y buscó un roscazo por afuera de la barrera, que pasó besando -otra vez- el palo derecho del arco de la Lepra. Antes del entretiemp­o, probó dos veces para tratar de conseguir uno de sus últimos hitos deportivos: el gol olímpico. Primero un rechazo de cabeza y después la seguridad de Hoyos, lo impidieron en el primer palo.

Hubo espacio para la polémica también. Porque el árbitro Rubiel Vázquez fue convocado por el VAR para revisar una supuesta infracción dentro del área de Vangioni sobre Suárez. Parecía penal sobre el uruguayo, pero no fue cobrado.

En el segundo tiempo, Newell’s pudo haberse adelantado, pero el derechazo de Chiaverano fue rechazado por el arquero Callender y Esteban Fernández no llegó a conectar el rebote. No quiso tomar riesgos Martino y, con cronómetro en mano, reemplazó a Messi -y a Suárez-, a los 60 minutos. Paradójica­mente las emociones llegaron con ellos ya en el banco. Pero, claro, el fútbol volvió a ser una excusa.■

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En acción. Lionel Messi, con su clásica estampa, intenta dejar en el camino a Ian Glavinovic­h.

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