Clarín

La mayor retrospect­iva de Yoko Ono, en Londres

A punto de cumplir 91 años, la artista japonesa -viuda de Lennon- disfruta un recorrido de sus grandes obras.

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obras que invitan a ser pisadas, atravesada­s con la mano o intervenid­as con un clavo, abrió la mayor retrospect­iva dedicada a Yoko Ono en la Tate Modern de Londres.

La muestra, que se presenta con el mismo arrebato irreverent­e y lúdico que en 1969 enamoró a John Lennon, se titula Música de la mente (Music of the Mind). Está inlas tegrada por más de 200 obras que instan a despertar la creativida­d del público con acciones que requieren mucho más que “contemplac­ión”.

La artista, que el domingo 18 de febrero cumplirá 91 años, busca una interacció­n tan activa de los visitantes que la mayoría de los trabajos sólo adquieren algún sentido cuando se activa la participa-Con ción del público.

La paz es poder / Esta obra es para pisarla /Cuadro para ver el cielo, /Roba una luna del agua del cubo, sigue robando hasta que la luna no se vea / son algunas de las consignas o instruccio­nes que organizan este recorrido por siete décadas de creación de Yoko Ono, que se sumerge en las raíces del arte conceptual que generó un puente entre culturas de Oriente y Occidente.

Atravesar un lienzo para dar la mano a otra persona -que puede ser un espectador desconocid­o-, pisar una obra, usar un martillo para poner un clavo en la pared o jugar a un ajedrez totalmente blanco “hasta que dejes de recordar dónde están tus piezas” son alguna de las interaccio­nes posibles en la exhibición.

La muestra, que estará abierta hasta el 1 de septiembre, recorre 70 años de la trayectori­a artística de Yoko Ono: desde sus primeros pasos en el vanguardis­mo en Nueva York - a donde llegó con su familia desde Japón a comienzos de la década de 1950- y Tokio hasta su tiempo en Inglaterra, donde conoció a Lennon, todo desde un heterogéne­o registro que abarca instalacio­nes, pinturas, fotografía­s, esculturas y piezas de audio.

Muchas de las obras aluden a temas actuales, como la migración, como ocurre con el proyecto Añade color (Barco de refugiados), que ocupa toda una sala blanca en cuyo centro hay una pequeña barca. Allí, el público podrá pintar el barco y las paredes con marcadores azules, en referencia al color del mar hacia el que se embarcan muchas personas en busca de una vida mejor.

La exposición incluye algunas de las obras más polémicas de Yoko Ono. Entre ellas,el video que muestra su performanc­e en Pieza cortada (1964 y 1965), un trabajo que presentó primero en Japón y luego en Nueva York. En el escenario, Ono aparecía envuelta en un vestido negro y dejaba unas tijeras a su lado, para que el público le fuera cortando la ropa. La artista intentaba llamar la atención sobre la violencia ejercida por la sociedad contra las mujeres.

A sus 90 años, las acciones pacifistas de Yoko Ono guardan tanta vigencia como cuando lanzó la campaña contra la guerra de Vietnam metida en la cama con John Lennon, una experienci­a que se proyecta en las paredes del museo londinense, junto con el censurado Bottoms, un corto en el que se ven 365 colas en primer plano, y con el que intentaba demostrar que “desde atrás, todos somos iguales”.

No se discute que la relación con el músico la ayudó a “amplificar” a escala global sus mensajes pacifistas y feministas, pero al mismo tiempo, para muchos, opacó su trabajo. No solo porque desde el asesinato del cantante y compositor de The Beatles en 1980 quedó subsumida en su rol de “viuda de Lennon”, sino porque tras la disolución de la banda en 1970 ella quedó apuntada como el factor que expandió la discordia entre el grupo.

“Yoko Ono es la artista desconocid­a más famosa del mundo, todos saben su nombre pero nadie sabe qué hace”. Así llegó a resumir el propio Lennon en los 70 la invisibili­zación que recayó sobre la obra de su mujer tras ser eclipsada por el mundo Beatle.

Ambos se conocieron en 1966 en Londres, cuando la artista integraba el grupo Fluxus, un movimiento que reunía a artistas conceptual­es y de vanguardia. El músico fue a recorrer una muestra que la artista presentaba por esos días en una galería londinense y quedó cautivado por una obra llamada Pintura del techo, en la que se invitaba al visitante a subir a una escalera y ver a través de una lupa una palabra que aparecía en lo alto: la palabra era Yes. Lennon subió la escalera y quedó encandilad­o. Pero casi nadie toleró que el hombre que había dado al mundo canciones perfectas grabara discos de una vanguardia “inteligibl­e”, posara desnudo.■

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Referente. El arte conceptual y mucho más, para siete décadas de trabajos de Yoko Ono.

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