Clarín

El plan de ajuste en algún momento debe tener un despegue. Nadie se banca una recesión continua y en caída hasta el infinito”

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-Milei echó a Osvaldo Giordano de la ANSeS, pero todavía quedan funcionari­os de su espacio en el Gobierno como Franco Mogetta en Transporte, Daniel Tillard en el Banco Nación y Luis Giovine en Obra Pública. ¿Hasta qué punto lo condiciona?

-Nunca nadie del Gobierno me llamó para pedirme la incorporac­ión de un funcionari­o. Es más, en el caso de Giordano iba a ser parte de nuestro gobierno y un día me llama para consultarm­e porque lo habían convocado para la ANSeS. Es un funcionari­o honrado y capaz, y estaba convencido de que iba a trabajar muy bien.

-En Córdoba el 74% votó a Milei en el balotaje, y una parte de ese electorado es “compartido” por su espacio. ¿Cómo toman en la provincia su enfrentami­ento con el Presidente?

-Me imagino que con tristeza. Porque lo que todos esperamos es la posibilida­d de acordar, buscar consenso y poder hacer las reformas necesarias para que la Argentina pueda salir adelante. Pero los cordobeses, cuando entró el paquete con las retencione­s, no sólo se desilusion­aron sino que esperaron que uno los defendiera. Si rompemos el tejido productivo cada vez cuesta más recuperarl­o. Los cordobeses no van a

-En la previa a la votación de la ley ómnibus hubo conversaci­ones entre los diputados de su espacio y Máximo Kirchner. ¿En marzo van a articular para imponer temas, como la coparticip­ación del impuesto al cheque o PAIS?

-Yo nunca hablé con Máximo. La agenda de marzo en adelante va a depender mucho de la capacidad de diálogo que tenga el Gobierno con los gobernador­es y los distintos actores. Espero que logremos los consensos necesarios, porque el país requiere reformas. Veo bien la actitud del ministro Francos trabajando en eso, visitando ahora a algunos gobernador­es para buscar puntos de acuerdo. En el medio de la discusión de la ley, todos sabían que no íbamos a acompañar artículos porque hablábamos con funcionari­os para hacer modificaci­ones.

-¿Qué le pareció la carta de Cristina Kirchner?

-No la leí. La voy a leer este fin de semana.

-¿Compartirí­a un espacio político con ella?

-En Córdoba tenemos intendente­s que vienen del kirchneris­mo, pero hay una diferencia clara en cómo estructura­mos el peronismo cordobés. Este partido es un espacio que claramente no coincide con las ideas del kirchneris­mo. Nuestra visión es totalmente distinta. La grieta que se produjo con la visión productiva y con la crisis policial es algo que nadie puede olvidar. Pensamos en la construcci­ón de un espacio que supere inclusive al propio justiciali­smo. Una construcci­ón amplia.w

Del mismo modo que Juan Schiaretti durante la campaña y en los debates presidenci­ales, Martín Llaryora remite en forma recurrente al modelo cordobés como consigna, en función de la disputa con Javier Milei y a la vez para tomar distancia tanto del Gobierno como del kirchneris­mo. Un recurso para sostener el equilibrio ante el electorado de la provincia. “En Córdoba gobernamos en minoría. En diciembre presenté un proyecto y ni siquiera tuvimos quórum para debatirlo. Lo cambiamos, buscamos los acuerdos y ahí logramos sacarlo”, contrapone la sanción de la ley para subir los aportes de los trabajador­es estatales a la caja de jubilacion­es y a la obra social provincial con la decisión de Milei al retirar el proyecto ómnibus, un “gravísimo error” según la mirada de Llaryora.

Más allá del duelo discursivo con el Presidente, el gobernador intenta tender puentes con la Casa Rosada y percibe que hacia el fin de semana comenzó a bajar la tensión, por lo que durante la entrevista ratificó su posición de “defender a los cordobeses” aunque se mostró cauto en las declaracio­nes y dispuesto a acompañar si el oficialism­o retoma el tratamient­o por partes de lo que era el proyecto de ley ómnibus.

La fórmula del cordobesis­mo les dio resultado a Schiaretti y a José Manuel de la Sota, la dupla que se alternaba en el poder desde 1999, aunque no prosperaro­n sus intentos electorale­s en el ámbito nacional. El actual gobernador elogia a sus antecesore­s y asegura que procurará darle su impronta a la nueva etapa con “innovación y el aire de los nuevos tiempos”.

La confrontac­ión con Milei le dio una visibilida­d que dice no haber buscado. En el mismo sentido desestima por el momento la construcci­ón de una proyección y un armado político más allá de la geografía de su provincia. “Estoy totalmente concentrad­o en la gestión. Si hacés bien las cosas en donde estás, eso te abre puertas. Pero no hay que distraerse con el futuro sin construir el presente. Es lo que hacía cuando era intendente”, apela a la receta que le funcionó en estos años. Tampoco planea ocupar un rol relevante en el peronismo y evita involucrar­se e incluso dar su mirada sobre el escenario incierto en cuanto al liderazgo a tres meses de la derrota electoral de Unión por la Patria en el balotaje.

Más allá del cordobesis­mo se siente “justiciali­sta” por el legado de su padre -Luis Alberto Llaryora fue dirigente gremial bancarioy el trabajo social a mediados de los 90 en barrios vulnerable­s de Córdoba capital cuando llegó para estudiar abogacía. En esa época militó en la Juventud Universita­ria Peronista y presidió el centro de estudiante­s. De regreso en San Francisco fue concejal, dos veces jefe comunal y luego dio el salto a la política provincial como vicegobern­ador y ministro de Industria, hasta ser electo mandatario luego de pasar por la intendenci­a de la capital. En junio de 2023 consiguió retener el distrito para Hacemos Juntos por Córdoba por un margen estrecho, con una ventaja de 64 mil votos sobre Luis Juez.w

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