Más que estética: nuevos tratamientos ginecológicos para recuperar el deseo
Crece la oferta de terapias médicas para regenerar la vagina. Afirman que pueden mejorar la calidad de vida.
Cuando Rosana De Andrea a los 50 se hizo cuatro sesiones de láser vaginal, se inyectó ácido hialurónico y plasma rico en plaquetas en toda el área genital, y se implantó un pellet de testosterona a nivel de la grasa del glúteo, nunca quiso rejuvenecer su vagina. Buscó regenerarla.
La diferencia de concepto va más allá de la semántica. Y de la estética.
Aunque estos pinchazos y sesiones hayan estado teniendo prensa desde que famosas como Yanina Latorre y Jésica Cirio compartieron sus experiencias en Instagram,
van más allá del placer sexual.
Con discreción absoluta en el país, donde en el 70% de consultas no se menciona (ni se pregunta) nada referido al bienestar genital, la especialidad de la ginecología regenerativa puja fuerte para sacar del plano de la intimidad (y la superficialidad) afecciones muy frecuentes y ocultas.
Una vez expuestas, se pueden tratar con procedimientos sin anestesia o apenas invasivos.
Sea contra la sequedad vaginal, la incontinencia leve, el vaginismo, la irritación al limpiarse tras hacer pis, la cándida recurrente o el dolor al tener relaciones, se cobran en dólares. Como pasa con el botox y los rellenos para los labios de la cara, pero también cada vez con más prácticas médicas --como los implantes y las cirugías-- por los valores dolarizados de los insumos, la tecnología y las capacitaciones de los profesionales.
La gineco-regenerativa también apunta a que una consulta abarque más que los importantísimos estudios PAP y la colpo: que pueda prevenir, con varios años de anticipación, problemas que todavía se perciben como inevitables a cierta edad o están sexualizados, aunque la cuestión no vaya por ahí.
A Rosana, que vive en Ituzaingó, en febrero de 2021 le detectaron cáncer de cuello de útero. Completó las seis sesiones de quimioterapia, las 24 de “rayos externos” y las seis de braquiterapia, donde le colocaban radiación en la vagina, cerca del tumor. Le ganó al carcinoma. Pero perdió en algo más y se animó a tratar eso que también pasaba en su interior.
“Con lo que me indicó el oncólogo me fue bien. Vencí el cáncer. Después vinieron otras complicaciones, porque con el último proceso te queman todo adentro, se pegan las paredes vaginales (se refiere a la lesión que le generó la braquiterapia). El tratamiento regenerativo que hice hace un año me cambió la vida un 200%. Volví a ser
yo”, cuenta a Clarín.
El perfil de pacientes que se hacen estos tratamientos va de los 35 a los 50 años. Pero la mayoría tiene más de 45.
Lorena Claus, médica especialista en ginecología regenerativa estética y funcional, advierte de este desconocimiento generalizado ante síntomas tan frecuentes y explica por qué es importante diferenciar términos.
“El término rejuvenecimiento vaginal da un marco trivial a un escenario que en rigor es una modificación biológica de un tejido, que tiene como objetivo mejorar la funcionalidad del órgano a regenerar (en este caso, la vagina y la vulva) y mejorar la calidad de vida”, marca.
Las complicaciones “no siempre están relacionadas a la menopausia” (como en el caso de Rosana), pero aún no se ganaron un lugar en las consultas clásicas.
“La ginecología regenerativa, además del diagnóstico precoz de enfermedades, suma herramientas de prevención para que no aparezcan síntomas como la sequedad vaginal”.
Es el paso de la consulta exprés, diferencia, “de 15 minutos”, que está cubierta por prepagas y obras sociales, a la consulta particular “integral”, que abre “un espacio para expresar sintomatología que muchas veces es profunda, por la incomodidad que genera”.
“Si bien se puede promocionar el láser ligado a mejorar la sexualidad, termina siendo una mirada minimalista. La versatilidad del tratamiento permite utilizarlo para patologías ginecológicas. Es una herramienta terapéutica que lejos está de esa mirada reduccionista del ‘rejuvenecimiento vaginal’”, dice a Clarín María José Araujo.
Araujo destaca desde el síndrome genitourinario y el herpes resistente al tratamiento, hasta la fisura vulvar, para resumir la versatilidad del láser por fuera de la estética íntima. “El ácido hialurónico se puede usar contra la sequedad vaginal (que no es un problema estético) o como relleno para voluminizar los labios mayores en pacientes que tuvieron un marcado descenso de peso”, puntúa.
Silvina Valente, presidenta de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana, dice que a esta vertiente en la ginecología hay que separarla de las inyecciones de moda.
“No estamos hablando de estética como la que se hace en la cara. Hablamos de una función en la vulva y la vagina que se va deteriorando con el envejecimiento, o mejor dicho, con la longevidad. Vas perdiendo colágeno, elastina, fibra. Se va perdiendo vascularización en toda la zona genital. Eso es lo que hay que recuperar”, dice.w