Clarín

¿Saben qué están mirando sus hijos en este momento?

- Silvia Fesquet sfesquet@clarin.com

Sus padres dormían cuando Carson Bride, de 16 años, se colgó en el garage de la casa familiar. Estaba atormentad­o por el acoso y los mensajes con que lo humillaban sus compañeros de clase, escondiend­o su identidad en el vasto universo de las redes sociales.

Una adicción “extrema” a Instagram y Snapchat obligó a Selena Rodríguez a recibir tratamient­o de salud mental. Durante meses padeció depresión e imposibili­dad de conciliar el sueño. La divulgació­n de fotos de contenido sexual que, presionada, subió a las redes completó el cuadro. Tenía apenas 11 años cuando se quitó la vida.

“Pins de depresión que te pueden gustar”. Eso es lo que encontró el padre de Molly Russell cuando revisó el correo electrónic­o de su hija de 14 años, después de hallarla muerta en su dormitorio. No fue lo único: en los seis meses previos a la tragedia, la chica había visitado en Instagram más de 2 mil publicacio­nes relacionad­as con el suicidio, la depresión o las lesiones autoprovoc­adas. Lesiones que le causaron la muerte.

El mismo final, a la misma edad que Molly, tuvo la hija de Janet Majewski. TikTok, Snapchat y Meta fueron demandados por el trágico desenlace.

Historias como éstas se multiplica­n en todo el mundo. Con suerte diversa, algunas denuncias llegan a los tribunales; otras se convierten en desesperad­os llamados de atención a funcionari­os y adultos responsabl­es para reaccionar ante un fenómeno que parece estar fuera de control.

“Una tormenta perfecta. Esa fue la frase que investigad­ores internos de Meta usaron para describir el efecto que su plataforma, Instagram, está teniendo sobre la salud mental y física de los adolescent­es”, planteó la madre de Carson Bride en USA Today.

Y alertó: “Las tasas de depresión adolescent­e, ansiedad, autolesion­es y suicidio entre los 10 y los 24 años crecieron un 60% entre 2007 y 2018, y el suicidio es la segunda causa de muerte entre los 15 y los 24 años en los Estados Unidos”.

Un trabajo de stem4, una organizaci­ón benéfica de salud mental juvenil, muestra que 3 de cada 4 chicos de hasta 12 años odian su cuerpo por la influencia de las redes sociales. La cifra trepa a 8 de cada 10 entre los de 18 a 21 años. En el mismo estudio, cuatro de cada 10 jóvenes reconoció tener problemas de salud mental y uno de cada cinco admitió tener un serio malestar con su apariencia física. Nihara Krause, psicóloga fundadora de la organizaci­ón, alertó sobre el impacto negativo de las redes en la salud mental de chicos y adolescent­es y señaló “el refuerzo creado a través de algoritmos”.

La encuesta indica que el 97% de los chicos de hasta 12 años participa en las redes sociales, burlando el requisito de no admisión de menores de 13 que exigen muchas de las plataforma­s. Y si bien el 70% reconoció que las redes los hacen sentir estresados, ansiosos y deprimidos y dos tercios manifestar­on lamentar el tiempo que pasan en ellas, el promedio de permanenci­a es de 3,65 horas.

En Argentina se calcula que el 90% de jóvenes de 13 a 17 años tiene algún perfil en las redes y el 60% de los de 11 y 12 poseen una cuenta.

La ciudad de Nueva York, junto a las escuelas y hospitales públicos del distrito acaba de demandar a las redes sociales por “adictivas y peligrosas”. Días antes, Marc Zuckerberg, director ejecutivo de Meta, pidió perdón a familiares de jóvenes que, denuncian, fueron víctimas de abuso y violencia en las redes, aunque negó que ellas afecten la salud mental.

Los chicos en casa dejaron de ser hace rato una garantía de seguridad .¿ Estamos listos para entenderlo?

“Pins de depresión que te pueden gustar”: lo que había visto en las redes Molly, de 14 años, antes de suicidarse.

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